1 de diciembre de 2013

Primer Domingo de Adviento 2013- Ciclo A

Adviento: Iniciamos la espera



Un año más los cristianos nos preparamos para recibir entre nosotros al Dios Niño. Jesús nace en Belén y la humanidad entera inicia una nueva andadura de paz, amor y alegría. Asumamos este nuevo Adviento como el definitivo, como aquel que nos hará mejores para siempre.

Mt 24, 37-44: “Estad en vela para estar preparados”.



ENCENDEMOS PRIMERA VELA DE LA CORONA DE ADVIENTO



Tiempo de Adviento

El Adviento es el primer periodo del Año Litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el nacimiento de Cristo. Su duración puede variar de 21 a 28 días, dado que se celebran los cuatro domingos más próximos a la festividad de Navidad. Los fieles lo consideran un tiempo de reflexión y de perdón.





Durante el Adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona de ramas de pino, llamada " Corona de Adviento", con cuatro velas, una por cada domingo de este periodo. Hay una pequeña tradición en este Tiempo Litúrgico: a cada una de esas cuatro velas se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, por ejemplo:
  •  primera, el amor
  •  segunda, la paz
  •  tercera, la tolerancia 
  •  cuarta, la fe.  


LA SÍNTESIS DEL ADVIENTO EN UN DECÁLOGO

1.- Adviento es una palabra de etimología latina, que significa “venida”.
2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.
3.- El adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.
4.- El adviento es un periodo de tiempo privilegiado para los cristianos ya se nos invita a recordar el pasado, vivir el presente y preparar el futuro.
5.- El adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres. Es memoria de la primera venida del Señor. El adviento es historia viva.
6.- El adviento es llamada vivir el presente de nuestra vida cristiana comprometida y a experimentar y testimoniar la presencia de Jesucristo entre nosotros, con nosotros, por nosotros. El adviento nos interpela a vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor en el justicia y en el amor. El adviento es presencia encarnada del cristiano, que cada vez que hace el bien, reactualiza la encarnación y la natividad de Jesucristo.
7.- El adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo, ya en la “majestad de su gloria”. Vendrá como Señor y como Juez. El adviento nos hace proclamar la fe en su venida gloriosa y nos ayuda a prepararnos a ella. El adviento es vida futura, es Reino, es escatología.
8.- El adviento es tiempo para la revisión de la propia vida a la luz de vida de Jesucristo, a la luz de las promesas bíblicas y mesiánicas. El adviento es tiempo para el examen de conciencia continuado, arrepentido y agradecido.
9.- El adviento es proyección de vida nueva, de conversión permanente, del cielo nuevo y de la tierra nueva, que sólo se logran con el esfuerzo nuestro -mío y de cada uno de las personas- de cada día y de cada afán.
10.- El adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.







La lectura de la Biblia en el Ciclo A

Al comenzar un nuevo ciclo de lecturas para el año litúrgico se introducen
matices nuevos provocados por la lectura de los textos bíblicos
según los autores que se leen. En este ciclo se lee fundamentalmente
el Evangelio de san Mateo. Si prestamos atención, el evangelio
de san Mateo nos llevará a vivir más de cerca una lectura
eclesiológica de la vida cristiana, una mirada sobre Cristo vivido
más de cerca en comunidad. Notaréis que contiene abundantes
citas del Antiguo Testamento y cómo Cristo es la clave de interpretación
de la Escritura.
Un aspecto original de este Ciclo A se da en la Cuaresma: se leen los
tres evangelios que se utilizaban en los primeros siglos de la Iglesia para
iluminar la última cuaresma de los catecúmenos que se acercaban a la
celebración de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía
celebrados en la Vigilia Pascual. Tres evangelios y tres temas muy sugerentes
 sacramentalmente: la samaritana (el agua), el ciego de nacimiento (la luz) y la
resurrección de Lázaro (la vida).
No estamos siempre en lo mismo, la participación activa de los fieles, en este
caso, consiste en una escucha sapiencial de la Palabra de Dios.






San Andrés

San Andrés Apóstol

30 de noviembre

El nombre “Andrés” (del griego Andreia, valentía o valor) como otros nombres griegos, parece haber sido común entre los judíos del segundo o tercer Siglo Antes de Cristo.


San Andrés, el Apóstol, hijo de Jonás, o Juan (Mateo, 16, 17; Juan, 1, 42), nació en Bethsaida de Galilea (Juan, 1, 44) ; fue el hermano de Simón Pedro (Mateo 10,2; Juan 1, 40),  ambos fueron pescadores (Mateo 4, 18; Marcos 1, 16), y al comienzo de la vida pública de Nuestro Señor ocuparon la casa de Cafarnaúm (Marcos 1, 21, 29).
Desde el cuarto Evangelio aprendemos que Andrés fue discípulo del Bautista y de Juan el Evangelista para seguir a Jesús (Juan, 1, 35-40). Andrés inmediatamente reconoció a Jesús como el Mesías, Pedro, (Juan, 1, 41). Desde entonces los dos hermanos fueron discípulos de Cristo.
En las ocasiones subsiguientes, previas al llamado final al apostolado, ellos fueron llamados a la cercana compañía, y luego dejaron todo para seguir a Jesús (Lucas 5, 11; Mateo, 4, 19, 20; Marcos, 1, 17, 18). Finalmente Andrés fue elegido para ser uno de los Doce; y en las varias listas de Apóstoles dadas en el Nuevo Testamento (Mateo, 10, 2-4; Marcos, 3, 16-19; Lucas, 6, 14-16; Actos, 1, 13) el siempre aparece entre los cuatro primeros.
La única otra explicita referencia a él en el Synoptists, ocurre en (Marcos,13, 3), donde anunciaron su unión con Pedro, Jaime y Juan en poner la cuestión que dejo Nuestro Señor en su gran discurso escatológico. Además de esta exigua información, aprendimos del cuarto Evangelio que en ocasión de la milagrosa alimentación de quinientas personas.
Fue Andrés quien dijo: “Este es un muchacho quien tiene cinco barras de pan de cebada y dos pescados: ¿pero que son estas entre tantos?” (Juan, 6, 8, 9); y cuando, unos pocos días antes de la muerte de Nuestro Señor, ciertos Griegos le preguntaron a Felipe si ellos podrían ver a Jesús, Felipe refería el tema a Andrés como una de las mayores autoridades, y luego ambos anunciaron a Cristo (Juan, 12, 20-22)
Como en la mayoría de los órdenes los primeros cuatro, son Pedro, Juan, Jaime, Andrés; no hay en las epístolas ni en el Apocalipsis mención alguna de ellos. Desde lo que conocemos de los Apóstoles generalmente, podemos, por su puesto suplementar un poco de estos escasos detalles.
Como uno de los Doce, Andrés fue admitido en cercana familiaridad con Nuestro Señor durante su vida pública; estuvo presente en la Última Cena; contemplando la ascensión del Señor; testigo de la Ascensión; compartió las gracias y regalos del primer Pentecostés, y ayudó, entre los riesgos y persecuciones, a establecer la Fe en Palestina.
Cuando los Apóstoles fueron enviados a predicar a las Naciones, Andrés parece haber tomado una parte importante, pero desafortunadamente no tenemos certeza de la extensión o el lugar de su trabajo. La cruz , en la cual él sufrió , es comúnmente sostenida de haber sido una cruz en X, ahora conocida como de San Andrés.  Sin embargo la evidencia para esta visión parece ser no durar más allá del S. XIV.
Este martirio toma lugar durante el reino de Nerón, el 30 de Noviembre de 60 de la Era Cristiana; y ambas la Iglesia Griega y la Latina mantiene el 30 de Noviembre como sus fiestas.  Las reliquias de San Andrés fueron trasladadas desde Patrae a Constantinopla, y depositadas en la Iglesia de los Apóstoles allí, alrededor del 357 de la Era Cristiana.

Cuando Constantinopla fue tomada por los franceses, en el comienzo del S.XIII, el Cardenal Pedro de Capua trajo las reliquias a Italia y las colocó en la Catedral de Amalfi, donde la mayoría de ellas permanecen.
San Andrés es honrado como el patrono protector de  Rusia y Escocia.