6 de diciembre de 2016

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO 2016





  • Dios quiere venir a nosotros pero no se impone
    • Nos pide que abramos la puerta y preparemos el camino.
  • Una voz en el desiertoJuan el Bautista. Prepara el camino del Señor
    • El corazón de su predicación es el anuncio de Isaías (Is 40, 3). «Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas».
  • Cuando un rey visitaba una ciudad, los ciudadanos debían preparar el camino. Se trata de trabajo muy intenso: Trabajos enormes de tierra, rellenando lo bajo, bajando lo elevado. 
    • Esos reyes por lo general imponían cargas como impuestos. La gente esperaba que si la visita era amena les iría mejor. 
    • Pero nosotros preparamos el camino al Rey que viene no a imponer cargas sino a liberarnos y darnos su amor y su vida eterna.
    • Con cuanto amor y gratitud debemos entonces preparar su camino.
  • El camino que debemos preparar es nuestro corazón.
    • Se trata de algo mas difícil que construir carreteras, pues exige abrir el corazón y dejar que Jesús entre y reine. Es entregar plenamente nuestra vida a El.
    • El corazón esta dominado por egoísmo y toda clase de pecados, muchos que aun ni siquiera reconocemos.
    • Todos necesitamos conversión. Poner toda la atención de Dios, hacer examen de conciencia con rigor, y entrar en disciplina que permita un cambio de vida. Así hizo Juan Bautista en el desierto.
  • Cuando Juan se hizo famoso y todos iban a el, los fariseos y saduceos quisieron ser vistos participando en el rito del bautismo. 
    • Pero Juan los retó fuertemente. El sabe que la falsificación de la religión causa escándalo.  Esa es la que se vive sin el sincero deseo de cambiar el corazón a la verdad y el amor. Esa religión se convierte en un obstáculo para los que buscan el camino.
    • Es una advertencia para nosotros para no caer en hacer solo el rito externo y seguir como antes.  Es tiempo de trabajo intenso para lograr nuestra propia conversión.  

La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la "Primera Alianza" (Hb 9, 15) todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.

San Juan Bautista es el precursor inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino. «Profeta del Altísimo», sobrepasa a todos los profetas, de los que es el último, e inaugura el Evangelio; desde el seno de su madre saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser «el amigo del esposo» a quien señala como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Precediendo a Jesús «con el espíritu y el poder de Elías», da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio.
Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida.



















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