13 de diciembre de 2016

SANTA LUCÍA




Cada 13 de diciembre, la Iglesiacelebra la fiesta de Santa Lucía, patrona de la vista, porque, según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente la fe y volvió a recobrar la vista.
Según “las actas” de Santa Lucía, ella nació en Siracusa, Secilia (Italia), en una familia noble, rica, y fue educada en la fe. Su padre murió durante su infancia e hizo voto de virginidad en secreto. Su madre Eutiquia, sin saber, la animaba a contraer matrimonio con un joven pagano.
Santa Lucía acompañó a su madre a orar ante la tumba de Santa Agata para que obtenga la curación de sus hemorragias. Dios escuchó sus oraciones y la Santa le dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Eutiquia le dio el permiso.
El pretendiente de Lucía se molestó y delató a la santa como cristiana. El juez insistió para que desistiera, pero Santa Lucía le respondió: “Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo”
El juez la amenazó con prostituirla y ella le dijo: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consciente". Esta frase era muy admirada por Santo Tomás de Aquino porque corresponde con el principio moral de que no hay pecado si no se consiente el mal.
Por la gracia de Dios, los guardias no pudieron mover a Santa Lucía del sitio de donde estaba y la sentencia no pudo cumplirse, entonces trataron de quemarla en la hoguera y también fracasaron. Por último la decapitaron y, aun así, Santa Lucía siguió exhortando a los fieles para que permanezcan firmes.
En la edad media se le invocaba contra las enfermedades de los ojos, tal vez porque su nombre significa “luz”.  Esto originó varias leyendas como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista.
En 1894 descubrieron una inscripción sepulcral en las catacumbas de Siracusa con el nombre de Santa Lucía, la mártir que, con certeza, vivió en el siglo IV.










FELICIDADES A TODAS LAS QUE HOY CELEBRÁIS VUESTRA ONOMÁSTICA.
EN ESPECIAL A NUESTRA MAESTRA LUCÍA, TUTORA DE 5ºA.


NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

Un sábado 9 de diciembre, el indio Juan Diego, recién convertido a la fe católica, se dirigió al templo para oír Misa. Al pie de un cerro pequeño llamado Tepeyac vio una nube blanca y resplandeciente y oyó que lo llamaban por su nombre. Vio a una hermosa Señora quien le dijo ser "la siempre Virgen María Madre de Dios" y le pidió que fuera donde el Obispo para pedirle que en aquel lugar se le construyera un templo. Juan Diego se dirigió a la casa del obispo Fray Juan de Zumárraga y le contó todo lo que había sucedido. El obispo oyó con admiración el relato del indio y le hizo muchas preguntas, pero al final no le creyó.
De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo. De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano.
Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.
Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio. Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".