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16 de marzo de 2020

III DOMINGO DE CUARESMA 2020 - CICLO A


Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»
Palabra del Señor

Evangelio Comentado por:José Antonio Pagola
Jn (4,5-42)

ALGO NO VA BIEN EN LA IGLESIA

La escena ha sido recreada por el evangelista Juan, pero nos permite conocer cómo era Jesús. Un profeta que sabe dialogar a solas y amistosamente con una mujer samaritana, perteneciente a un pueblo impuro, odiado por los judíos. Un hombre que sabe escuchar la sed del corazón humano y restaurar la vida de las personas.
Junto al pozo de Sicar, ambos hablan de la vida. La mujer convive con un hombre que no es su marido. Jesús lo sabe, pero no se indigna ni le recrimina. Le habla de Dios y le explica que es un «regalo»: «Si conocieras el don de Dios, todo cambiaría, incluso tu sed insaciable de vida». En el corazón de la mujer se despierta una pregunta: «¿Será este el Mesías?».
Algo no va bien en nuestra Iglesia si las personas más solas y maltratadas no se sienten escuchadas y acogidas por los que decimos seguir a Jesús. ¿Cómo vamos a introducir en el mundo su evangelio sin «sentarnos» a escuchar el sufrimiento, la desesperanza o la soledad de las personas?
Algo no va bien en nuestra Iglesia si la gente nos ve casi siempre como representantes de la ley y la moral, y no como profetas de la misericordia de Dios. ¿Cómo van a «adivinar» en nosotros a aquel Jesús que atraía a las personas hacia la voluntad del Padre revelándoles su amor compasivo?
Algo no va bien en nuestra Iglesia cuando la gente, perdida en una oscura crisis de fe, pregunta por Dios y nosotros le hablamos del control de natalidad, el divorcio o los preservativos. ¿De qué hablaría hoy con la gente aquel que dialogaba con la samaritana tratando de mostrarle el mejor camino para saciar su sed de felicidad?
Algo va mal en nuestra Iglesia si la gente no se siente querida por quienes somos sus miembros. Lo decía san Agustín: «Si quieres conocer a una persona, no preguntes por lo que piensa, pregunta por lo que ama». Oímos hablar mucho de lo que piensa la Iglesia, pero los que sufren se preguntan qué ama la Iglesia, a quiénes ama y cómo los ama. ¿Qué les podemos responder desde nuestras comunidades cristianas?










8 de marzo de 2020

II DOMINGO DE CUARESMA 2020 - CICLO A



Para entender este texto hay que tener en cuenta los símbolos que emplea: La montaña es lugar de las manifestaciones de Dios. Moisés y Elías significan la Ley y los Profetas.  La blancura, es signo de divinidad. La voz  del Padre es para decirnos quién es su Hijo Amado a quien únicamente ya debemos escuchar. El caer de bruces de los apóstoles y las palabras de Pedro: !Qué bien se está aquí! sirven  para indicarnos la paradoja de Dios  común a las otras religiones: Dios es el  “tremendo” y el “fascinante”.  El ver, al bajar, “sólo a Jesús” es el fruto de una transformación:  A Jesús no lo podemos confundir con ningún personaje, aunque se trate de los más famosos del A.T. Es el Hijo de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»  Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
EXPLICACIÓN-REFLEXIÓN

1) LOS LLEVÓ A UN MONTE ALTO.

Hay un juego de palabras entre lo «alto» y lo «bajo». Lo alto es el cielo, la esfera de Dios. Lo bajo es la tierra, nuestra propia esfera. ¿Qué hay en lo bajo? Imaginaos una ciudad, a unas horas precisas, calles llenas de tráfico, de gases, de polución. El ambiente se hace irrespirable. Si tenemos la suerte de poder elevarnos a un monte alto, tendremos una sensación de frescura, de bienestar, de respirar aire sano de montaña. Traslademos esto a nuestra vida de fe. Abajo están las pasiones de siempre, los egoísmos de siempre, las miserias de siempre. Es lo irrespirable. Arriba está Dios con su verdad, su amor, su transparencia, su felicidad. Es lo que hace exclamar a Pedro ¡Qué bien se está aquí!

2) Y ALLÍ SE TRANSFIGURÓ.

El encuentro con Dios nos cambia, nos transfigura. Nosotros no podemos cambiar por nuestras solas fuerzas. Necesitamos de Dios. Necesitamos ver las cosas de otra manera. Eso le pasó a S. Pedro. Decía: «Hagamos tres tiendas…Una para Moisés, otra para Elías y otra para Ti”. Equipara a Elías y Moisés con Jesús.  Y también nos pasa a nosotros. Jesús sí, pero en tanto no se interfiera con mis negocios, mis asuntos, mis cosas personales… Al final S. Pedro se convierte y «sólo ve a Jesús». Es el importante, el protagonista, el Señor. Desde El vamos a vivir ya todo lo demás. Necesitamos que Él nos convierta. ¡Qué hermosas son las historias de conversión! Hubo un sabio famoso en el mundo que se llamó Pascal. Científico, literato, filósofo. Un día se convirtió al Señor. Y puso por escrito lo que allí había sentido. Era su famoso memorial que lo llevaba siempre consigo. Dice así: «Año de gracia de 1658. Lunes23 de noviembre, festividad de San Clemente Papa. Fuego. Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. No el Dios de los filósofos y de los sabios. Certeza. Olvido de todo. Jesucristo. Jesucristo. Gozo, alegría. Lágrimas de alegría”.
Todo encuentro con Jesús nos debe llenar de gozo. Es necesario tener experiencias de Dios. La gente no nos va a preguntar lo que sabemos de Dios. Pero sí nos va a preguntar «a qué sabe Dios» Qué pasa, qué se experimenta cuando Dios irrumpe en nuestra vida. Cómo se ven las cosas y las personas. Cómo se enfrenta uno a la vida desde la fe.

3) Y DESCENDIERON DEL MONTE.

Se sube al monte no parar quedarse allí sino para bajar. Abajo está la vida, los problemas, las dificultades, la lucha. Vamos a la vida, pero con nueva fuerza, con nueva luz, salimos equipados para que nada ni nadie nos pueda hundir. A veces se oye decir. ¿Qué te dan en Misa? Por supuesto que no te dan euros. Pero sí algo más importante. Me dan a Dios. Y con Dios una vida en plenitud. El sentido de la transfiguración en los evangelios es adelantar la Pascua. Ver ya el final. Y el final no es el Calvario, el monte de la crucifixión, sino la Gloria de la Resurrección.