8 de junio de 2020

SAN MEDARDO


Medardo significa: "audaz y valeroso" (Med: audaz. Adr: valeroso. Del antiguo alemán).
San Medardo es el santo preferido de los campesinos de Francia. Le tienen gran fe para que les obtenga lluvias para los tiempos de la siembra, y para que les cuide sus viñedos o plantaciones de uva, contra los ladrones y el mal tiempo.

Siendo muy joven, una vez le regaló su caballo a un pobre viajero que lloraba porque los ladrones le habían robado el caballo en el que viajaba. Su papá al verlo tan generoso para con los necesitados opinó que el hijo más iba a servir para sacerdote que para negociante. Y así sucedió.

A los 33 años fue ordenado sacerdote, y siguió ejercitando una gran caridad para con los pobres. A los estudiantes muy necesitados los sentaba a su mesa, gratuitamente para que se alimentaran lo mejor posible. Con sus oraciones obtuvo lluvias para los campos, y en otras ocasiones libró de granizadas los cultivos.

Como era un sacerdote verdaderamente ejemplar fue elegido obispo y entonces le sucedieron unas anécdotas que se han hecho famosas.

Tenía San Medardo una vaquita, y para saber por dónde andaba el animalejo le había colgado al pescuezo una campanilla que iba anunciando por dónde estaba pastando. Y sucedió que un ladrón le robó la vaca. El ratero le quitó la campanilla del pescuezo y la echó entre las alforjas, pero la campana seguía sonando. Entonces la llenó de pasto y la escondió entre el montón de pasto seco de su pesebrera, pero la campana siguió sonando. Al fin el ladrón dispuso enterrar la campana en el suelo, pero apenas se acostó para dormir, empezó a oír que seguía sonando. Desesperado sacó la campana y colgándola otra vez del pescuezo de la vaca se fue a donde el santo y le devolvió el animal robado, diciéndole: "Padre, aquí le traigo su vaca, porque la campanilla no quiso dejar de sonar ni por un momento", y San Medardo le dijo sonriente: "Hijo, lo que sonaba no era la campanilla, era tu conciencia, que no quería que te quedaras en paz con este pecado". Al otro le fue muy provechosa esta lección.

Tenía San Medardo un cultivo de matas de uva y una noche en pleno tiempo de cosecha entraron los ladrones a robarle las uvas. Pero cuando ya tenían los costales llenos, fueron a salir y no encontraron la puerta de salida. Les parecía como si se hubieran vuelto ciegos, porque por ninguna parte encontraron la puerta de salida. Y así amaneció y llegó el santo, y ellos muy asustados le pidieron perdón y con tal de que no los denunciara, le dejaron también los costales, y así el santo recolectó sus uvas gratis y de encima le dieron los costales.

También tenía San Medardo unas colmenas que le producían muy buena miel, y las abejas eran muy mansas y muy buenas. Pero un día llegó un ratero a robarse la miel y las abejas lo persiguieron tan terriblemente que al otro no le quedó otro remedio que meterse a la casa del santo a pedirle que rezara por él. San Medardo echó una bendición a las abejas y estas se fueron muy obedientes, y él vuelto hacia el ladrón le dijo: "Esto es señal de los castigos que te pueden llegar si sigues robando. Ahora son unas sencillas abejas, pero después los que te picarán serán tus remordimientos eternamente". Y el otro no volvió a robar.





SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, EL MISTERIO DEL AMOR DE DIOS


La Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas un solo Dios verdadero, es la solemnidad litúrgica que la Iglesia Universal celebra hoy.
El Papa Francisco en 2013 al explicar a unos niños las tres personas de la Santísima Trinidad les dijo que “el Padre crea el mundo, Jesús nos salva ¿y el Espíritu Santo qué hace? Nos ama, nos da el amor”.
El misterio de la Trinidad no se puede entender precisamente porque es un misterio, Santa Juana de Arco afirmaba que “Dios es tan grande que supera nuestra ciencia”, por tanto supera el entendimiento humano.
En una oportunidad San Agustín caminaba por la playa cuando observó a un niño que hacía un hoyo en la arena, y el santo le preguntó qué intentaba hacer, el niño le dijo que pensaba meter toda el agua del mar en ese hoyo.
San Agustín, admirado, le dijo: “pero ¡¿no te das cuenta que es imposible?!”, el niño le contestó que “es más posible meter toda el agua del mar en este agujero que intentar meter el misterio de la Trinidad en tu cabeza”.
El santo irlandés, San Patricio, para explicar este misterio lo comparaba con una hoja de trébol. Decía que cada hoja es diferente, pero las tres forman el trébol, y que lo mismo pasa con Dios donde cada persona es Dios y forman la Santísima Trinidad.

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