29 de noviembre de 2020

I DOMINGO DE ADVIENTO 2020 - CICLO B

29 de Noviembre de 2020




¡Abrid las ventanas! Mirad, vigilad.




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Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!» Palabra del Señor

Evangelio Comentado por: José Antonio Pagola Mc (13,33-37)

SIEMPRE ES POSIBLE REACCIONAR

No siempre es la desesperación la que destruye en nosotros la esperanza y el deseo de seguir caminando día a día llenos de vida. Al contrario, se podría decir que la esperanza se va diluyendo en nosotros casi siempre de manera silenciosa y apenas perceptible.

Tal vez sin darnos cuenta, nuestra vida va perdiendo color e intensidad. Poco a poco parece que todo empieza a ser pesado y aburrido. Vamos haciendo más o menos lo que tenemos que hacer, pero la vida no nos «llena».

Un día comprobamos que la verdadera alegría ha ido desapareciendo de nuestro corazón. Ya no somos capaces de saborear lo bueno, lo bello y grande que hay en la existencia.

Poco a poco todo se nos ha ido complicando. Quizá ya no esperamos gran cosa de la vida ni de nadie. Ya no creemos ni siquiera en nosotros mismos. Todo nos parece inútil y sin apenas sentido.

La amargura y el mal humor se apoderan de nosotros cada vez con más facilidad. Ya no cantamos. De nuestros labios no salen sino sonrisas forzadas. Hace tiempo que no acertamos a rezar.

Quizá comprobamos con tristeza que nuestro corazón se ha ido endureciendo y hoy apenas queremos de verdad a nadie. Incapaces de acoger y escuchar a quienes encontramos día a día en nuestro camino, solo sabemos quejarnos, condenar y descalificar.

Poco a poco hemos ido cayendo en el escepticismo, la indiferencia o «la pereza total». Cada vez con menos fuerzas para todo lo que exija verdadero esfuerzo y superación, ya no queremos correr nuevos riesgos. No merece la pena. Preocupados por muchas cosas que nos parecían importantes, la vida se nos ha ido escapando. Hemos envejecido interiormente y algo está a punto de morir dentro de nosotros. ¿Qué podemos hacer?

Lo primero es despertar y abrir los ojos. Todos esos síntomas son indicio claro de que tenemos la vida mal planteada. Ese malestar que sentimos es la llamada de alarma que ha comenzado a sonar dentro de nosotros.

Nada está perdido. No podemos de pronto sentirnos bien con nosotros mismos, pero podemos reaccionar. Hemos de preguntarnos qué es lo que hemos descuidado hasta ahora, qué es lo que tenemos que cambiar, a qué tenemos que dedicar más atención y más tiempo. Las palabras de Jesús están dirigidas a todos: «Vigilad». Tal vez, hoy mismo hemos de tomar alguna decisión.







POEMA: HABRÁ NAVIDAD



Este poema ha recorrido las redes sociales estos días por la anécdota que le supuso a su autor, Javier Leoz, párroco de San Lorenzo, en Pamplona-Iruña. Recibió ni más ni menos que la llamada telefónica de Francisco, el papa, para agradecerle la inspiración y la acertada premonición sobre la navidad de este año, más purificada, más de verdad. 

Y es que en la primera navidad hubo bastante de lo que ahora se vive: hubo fragilidad, hubo vulnerabilidad, hubo incertidumbres… Entramos en el Adviento, la época de la esperanza en medio de las dudas, la época del caminar con la sola luz de la confianza. Estas navidades las tenemos que preparar más desde dentro. En plena segunda ola de pandemia, con menos optimismo que en la primera, invadidos por el ¡Cuánto durará esto!, y con la mirada puesta en la vacuna, no terminamos de creernos que el mundo ya estaba enfermo de antes, y que ya Dios envió su vacuna cuando se puso a caminar entre nosotros y señalaba el amor fraterno como la única salvación. 


 ¿QUÉ NO HABRÁ NAVIDAD?

¡Claro que sí!

Más silenciosa y con más profundidad

Más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad.

Sin muchas luces en la tierra

pero con la de la estrella de Belén

destellando rutas de vida en su inmensidad

Sin cortejos reales colosales

pero con la humildad de sentirnos

pastores y zagales buscando la Verdad.

Sin grandes mesas y con amargas ausencias

pero con la presencia de un Dios que todo lo llenará

¿QUÉ NO HABRÁ NAVIDAD?

¡Claro que sí!

Sin las calles a rebosar

pero con el corazón enardecido

por el que está por llegar

Sin ruidos ni verbenas,

reclamos ni estampidas…

pero viviendo el Misterio sin miedo

al «covid-herodes» que pretende

quitarnos hasta el sueño de esperar.

Habrá Navidad porque DIOS está de nuestro lado

y comparte, como Cristo lo hizo en un pesebre,

nuestra pobreza, prueba, llanto, angustia y orfandad.

Habrá Navidad porque necesitamos

una luz divina en medio de tanta oscuridad.

Covid19 nunca podrá llegar al corazón ni al alma

de los que en el cielo ponen su esperanza y su alto ideal

!HABRÁ NAVIDAD!

¡CANTAREMOS VILLANCICOS!

¡DIOS NACERÁ Y NOS TRAERÁ LIBERTAD!





El primer domingo es llamada a estar atentos, vigilantes, a ser centinelas del Reino que ya está aunque le falte. 

Podríamos preguntarnos a qué he estado atento en este tiempo de pandemia. Quizá he atendido mejor a la familia, quizá he puesto mi corazón más cerca de los que lloraban por sus duelos o sus pérdidas económicas, o he sentido emoción y orgullo por los que se jugaban el tipo. Sí, quizá he aprendido a estar más atento, a que mi mirada se fije en nuevos brotes. Quizá ahora sepa más que los virus no entienden de fronteras, y por eso nuestra solidaridad tampoco debería de tenerlas (lo digo para cuando llegue la vacuna y sólo pensemos en si mi país o mi gremio la tendrá. Quizá ahora esté más vigilante para valorar la vida, los paseos, lo que no se compra con dinero… quizá he desarrollado una atención a mi interior, y me he hecho más pobre, más frágil, más necesitado, más consciente de mis límites, de los de la humanidad… Quizá ahora mis ojos se van acostumbrando a ver en la oscuridad. Quizá mi vida se hace más parecida a la de tantos, pues para tantísimas personas siempre el mañana ha sido incierto, y sólo los ricos nos acostábamos tranquilos sabiéndonos seguros en nuestra opulencia. Quizá me broten más preguntas, queriendo encontrar vacunas no sólo para el cuerpo. 

Francisco nos ha regalado una encíclica que habla de la vacuna verdadera, la fraternidad. Esa es la que hará que el Covid que descubrió nuestra miseria, retroceda ante la fuerza de una humanidad hermanada. Podremos estar también atentos a las oportunidades que la crisis nos está trayendo: para unirnos, para socorrernos, para no endiosarnos, para dialogar, para pacificar, para buscar juntos lo esencial. Hoy que las tinieblas son más espesas, nuestra luz encendida de centinela será alivio para caminantes. 




 


TIEMPO DE ADVIENTO

El Adviento es el tiempo de preparación para celebrar la Navidad y comienza cuatro domingos antes de esta fiesta. Además marca el inicio del Nuevo Año Litúrgico católico y este 2020 empezará el domingo 29 de noviembre.

Adviento viene del latín “ad-venio”, que quiere decir “venir, llegar”. Comienza el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de noviembre) y dura cuatro semanas.

El Adviento está dividido en dos partes: las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la venida final del Señor, cuando ocurra el fin del mundo; mientras que las dos siguientes sirven para reflexionar concretamente sobre el nacimiento de Jesús y su irrupción en la historia del hombre en Navidad.


 

En los templos y casas se colocan las coronas de Adviento y se va encendiendo una vela por cada domingo. Asimismo, los ornamentos del sacerdote y los manteles del altar son de color morado como símbolo de preparación y penitencia.

Muchos católicos conocen del Adviento, pero tal vez las preocupaciones en el trabajo, los exámenes en la escuela, los ensayos con el coro o el teatro de Navidad, el armado del nacimiento o pesebre y la compra de regalos, hacen que se olvide el verdadero sentido de este tiempo.

Por ello, ACI Prensa ha preparado una sección especial con diversos recursos para vivir el Adviento, entre los que está cómo armar la corona y bendecirla, la liturgia familiar para cada domingo, videos, oraciones, imágenes, el Rosario de Adviento, reflexiones de San Juan Pablo II, etc.

Más información:







  

Como todos los años, os paso el material que ha preparado Fano para el Adviento. Como todos los años, una maravilla.

Os dejo con sus palabras y los dibujos:

“Queridos amigos, como cada año preparamos una dinámica para los domingos de adviento. Este año tan extraño por la Covid-19 lo hemos titulado EN ADVIENTO HAZ VIENTO… por ese consejo tan habitual ahora de ventilar las habitaciones, las aulas… Renovarse purificar el ambiente, el interior, abrir puertas y ventanas, es una actitud muy de adviento. Que este tiempo de conversión nos ayude y fortalezca nuestra vida interior y el servicio a los más pobres.




















SAN GREGORIO TAUMATURGO



Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este santo le pusieron ese nombre porque según indica la tradición popular, desde tiempos de Moisés, no se había visto a un hombre conseguir tantos milagros como los que obtuvo San Gregorio.

Cuando era joven tuvo que viajar a Cesarea, en Palestina, a acompañar a una hermana; estando allá, conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes quien había puesto una escuela de teología en esa ciudad.

Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos. Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran santo poco antes de morir. Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?" Le respondieron: "Quedan diecisiete", y él exclamó gozoso: "Gracias Señor: ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos".

Las gentes lo invocaban después cuando hubo inundaciones y terremotos, y es que San Gregorio con sus oraciones y sacrificios logró detener terribles inundaciones que amenazaban acabar con toda los cultivos y casas de la ciudad.