17 de septiembre de 2023

SAN FRANCISCO DE CAMPOROSO



Nació en el seno de una familia humilde y a igual que sus hermanos, recibió una educación religiosa muy simple. A los 18 años el santo conoció a un hermano del convento de los monjes menores, y despertó en él el deseo de consagrarse al servicio de Dios. Fue admitido como terciario en el convento franciscano de Sestri Ponente y queriendo tener una vida de mayor austeridad, solicitó su ingreso entre los frailes menores capuchinos. Al año siguiente hizo su profesión en Génova y se le envió a trabajar en la enfermería para el cargo de gestor, cuyo oficio consistía en pedir limosna de puerta en puerta. En numerosas ocasiones, San Francisco recibió rotundas negativas por parte de los genoveses que no estaban muy dispuestos a ayudar a los religiosos, pero preservó con inagotable paciencia durante 10 años y llegó ser el mejor limosnero conocido en la ciudad donde ninguno de sus habitantes lo trataba mal o le negaba algo. Se le atribuyeron numerosos milagros y curaciones de enfermos, y toda Génova lo llamaba Padre Santo pues él era un verdadero padre para todos los pobres y afligidos que acudían a él. Una terrible epidemia de cólera devastó la ciudad, y San Francisco, abatido y casi inmovilizado por una dolorosa operación, ofreció al Padre Celestial su vida a cambio del cese de la epidemia. El 15 de setiembre fue atacado por la enfermedad y dos días después falleció, disminuyendo la fuerza de la epidemia hasta que cesó completamente. El Papa Juan XXIII lo canonizó el 9 de diciembre de 1962.




           


SAN CORNELIO Y SAN CIPRIANO



Debido a la violencia de la persecución de Decio, la sede pontifical de Roma estuvo vacante por más de doce meses después del martirio del Papa San Fabián, hasta que el sacerdote Cornelio fue elegido Papa. Sin embargo, los primeros problemas del nuevo Papa surgieron no tanto del poder secular como de las disensiones internas, a pesar de que éstas se derivaban de la misma persecución.

La persecución contra los cristianos se intensificó de nuevo, y el Papa fue desterrado a Centumcellae. San Cipriano, Obispo de Cartago y que tenía una profunda amistad con el Papa, le escribió una carta congratulatoria por haber podido gozar de la felicidad de sufrir por Cristo y por la gloria de su Iglesia, ya que ni uno sólo de sus cristianos había renegado de su fe. El santo Papa sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro para luego ser decapitado. La amistad de San Cipriano fue el gran apoyo del Papa San Cornelio como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia contra el rigorismo de Novaciano, y la estrecha asociación entre ambos se ha reconocido, desde entonces, como muy valiosa.

San Cipriano por su parte, desempeñó un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África. Convertido al cristianismo en edad adulta, el santo dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretado la violenta persecución en aquella ciudad.

Fue desterrado a Curubis por varios años, hasta que el pre-cónsul Máximo ordenó su regreso para compadecer ante él y obligarlo a desistir de su fe. El Obispo se mantuvo firme por lo que fue decapitado.