Para entender este texto hay que tener en cuenta los símbolos que emplea: La montaña es lugar de las manifestaciones de Dios. Moisés y Elías significan la Ley y los Profetas. La blancura, es signo de divinidad. La voz del Padre es para decirnos quién es su Hijo Amado a quien únicamente ya debemos escuchar. El caer de bruces de los apóstoles y las palabras de Pedro: !Qué bien se está aquí! sirven para indicarnos la paradoja de Dios común a las otras religiones: Dios es el “tremendo” y el “fascinante”. El ver, al bajar, “sólo a Jesús” es el fruto de una transformación: A Jesús no lo podemos confundir con ningún personaje, aunque se trate de los más famosos del A.T. Es el Hijo de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
EXPLICACIÓN-REFLEXIÓN
1) LOS LLEVÓ A UN MONTE ALTO.
Hay un juego de palabras entre lo «alto» y lo «bajo». Lo alto es el cielo, la esfera de Dios. Lo bajo es la tierra, nuestra propia esfera. ¿Qué hay en lo bajo? Imaginaos una ciudad, a unas horas precisas, calles llenas de tráfico, de gases, de polución. El ambiente se hace irrespirable. Si tenemos la suerte de poder elevarnos a un monte alto, tendremos una sensación de frescura, de bienestar, de respirar aire sano de montaña. Traslademos esto a nuestra vida de fe. Abajo están las pasiones de siempre, los egoísmos de siempre, las miserias de siempre. Es lo irrespirable. Arriba está Dios con su verdad, su amor, su transparencia, su felicidad. Es lo que hace exclamar a Pedro ¡Qué bien se está aquí!
2) Y ALLÍ SE TRANSFIGURÓ.
El encuentro con Dios nos cambia, nos transfigura. Nosotros no podemos cambiar por nuestras solas fuerzas. Necesitamos de Dios. Necesitamos ver las cosas de otra manera. Eso le pasó a S. Pedro. Decía: «Hagamos tres tiendas…Una para Moisés, otra para Elías y otra para Ti”. Equipara a Elías y Moisés con Jesús. Y también nos pasa a nosotros. Jesús sí, pero en tanto no se interfiera con mis negocios, mis asuntos, mis cosas personales… Al final S. Pedro se convierte y «sólo ve a Jesús». Es el importante, el protagonista, el Señor. Desde El vamos a vivir ya todo lo demás. Necesitamos que Él nos convierta. ¡Qué hermosas son las historias de conversión! Hubo un sabio famoso en el mundo que se llamó Pascal. Científico, literato, filósofo. Un día se convirtió al Señor. Y puso por escrito lo que allí había sentido. Era su famoso memorial que lo llevaba siempre consigo. Dice así: «Año de gracia de 1658. Lunes, 23 de noviembre, festividad de San Clemente Papa. Fuego. Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. No el Dios de los filósofos y de los sabios. Certeza. Olvido de todo. Jesucristo. Jesucristo. Gozo, alegría. Lágrimas de alegría”.
Todo encuentro con Jesús nos debe llenar de gozo. Es necesario tener experiencias de Dios. La gente no nos va a preguntar lo que sabemos de Dios. Pero sí nos va a preguntar «a qué sabe Dios» Qué pasa, qué se experimenta cuando Dios irrumpe en nuestra vida. Cómo se ven las cosas y las personas. Cómo se enfrenta uno a la vida desde la fe.
3) Y DESCENDIERON DEL MONTE.
Se sube al monte no parar quedarse allí sino para bajar. Abajo está la vida, los problemas, las dificultades, la lucha. Vamos a la vida, pero con nueva fuerza, con nueva luz, salimos equipados para que nada ni nadie nos pueda hundir. A veces se oye decir. ¿Qué te dan en Misa? Por supuesto que no te dan euros. Pero sí algo más importante. Me dan a Dios. Y con Dios una vida en plenitud. El sentido de la transfiguración en los evangelios es adelantar la Pascua. Ver ya el final. Y el final no es el Calvario, el monte de la crucifixión, sino la Gloria de la Resurrección.
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