Nació en Verdú, España, el 26 de junio de 1580.
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- Oración de Intercesión a San Pedro Claver
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- San Pedro Claver en la Enciclopedia Católica
Blog Educativo: Religión Católica. CEIP Luis Palacios Valdepeñas (Cuidad Real)
Nació en Verdú, España, el 26 de junio de 1580.
Pedro Claver y Juana Corberó, campesinos catalanes, tuvieron seis hijos, pero solo sobrevivieron Juan, el mayor, y los dos más pequeños, Pedro e Isabel. El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen cristiano. La infancia de Pedro quedó oculta para la historia como la de tantos santos, incluso la de Nuestro Señor. Trabajaba en el campo con su familia.
Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona. A los 19 años decide ser Jesuita e ingresa en Tarragona. Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encuentra con San Alonso Rodríguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar lo territorios españoles en América.
Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610. Debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá. Allí estuvo dos años, uno en Tunja y luego es enviado a Cartagena, en lo que hoy es la costa de Colombia. En Cartagena es ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1616.
María de la Cabeza nació en Madrid o no lejos de esta localidad. Sus padres, piadosos y honestos, pertenecían al grupo de los llamados mozárabes. Fue esposa de san Isidro Labrador. No es fácil decir con qué santidad y trabajos llevó su vida de mujer casada. Sus ocupaciones eran arreglar la casa, limpiarla, guisar la comida, hacer el pan con sus propias manos, todo tan sencillo que lo único que brillaba en su vida eran la humildad, la paciencia, la devoción, la austeridad y otras virtudes, con las cuales era rica a los ojos de Dios. Con su marido era muy servicial y atenta. Vivían tan unidos como si fueran dos en una sola carne, un solo corazón y un alma única. Le ayudaba en los quehaceres rústicos, en trabajar las hortalizas, y en hacer pozos no menos que en el oficio de la caridad, sin abandonar nunca su continua oración.
Como ambos esposos no tenían mayor ilusión que llevar una vida pura y fervorosamente dedicada a Dios, un día se pusieron de acuerdo para separarse, después de criar su único hijo, quedándose él en Madrid, y ella marchándose a una ermita, situada en un lugar próximo al río Jarama. Su nuevo género de vida solitaria, casi celeste, consistía en obsequiar a la Virgen, hacer largas y profundas meditaciones, teniendo a Dios como maestro, limpiar la suciedad de la capilla, adornar los altares, pedir por los pueblos vecinos ayuda para cuidar la lámpara, y otros menesteres.
Estando entregada a esta clase de vida piadosa, unos hombres enemigos, sembradores de cizaña en aquel campo tan limpio de malas hierbas, comunicaron a Isidro que hacía mala vida con los pastores. El santo varón, buen conocedor de la fidelidad y del pudor de su esposa, rechazó a los delatores como agentes del diablo. De todos modos quiso saber de donde habían sacado aquellas especulaciones. La siguió los pasos uno de tantos días. Con sus propios ojos vio que su mujer, como de costumbre, con la mayor naturalidad, se acercó al río, que, aquel día bajaba lleno de agua, por las lluvias abundantes caídas y, con mucho ímpetu extendió su mantilla sobre la corriente y, como si fuera una barquilla, pasó tranquilamente a la otra orilla, sin dificultad alguna. Con la contemplación directa de esta escena, repetida en otros días, el honor de esta mujer continuó intacto ante su marido y ante los vecinos de la comarca.
En los últimos años de su vida regresó a Madrid y de nuevo empezó a vivir con la admirable vida santa de antes. Después de morir su marido, volvió a su querida casa de la Virgen, como si fuera una ciudad bien defendida por Dios. En este lugar murió, llena de años y méritos.
Fue enterrada piadosa y religiosamente en la misma ermita, en un lugar, especialmente escogido por miedo a una posible profanación de los sarracenos. Cuando éstos fueron expulsados a sus tierras africanas, vigente todavía el ejemplo de la vida santa de esta mujer, fueron localizados sus restos, gracias a una inspiración del cielo. Al sacarlos, todos advirtieron un olor especialmente agradable, nunca percibido.
Hoy sus restos se veneran en Madrid. Muchos aseguran que hace incontables milagros, principalmente curaciones repentinas de dolores de cabeza. Todas esas circunstancias, examinadas por jueces apostólicos, hicieron que Inocencio XII aprobara su culto inmemorial y que últimamente Benedicto XIV le concediera Misa y Oficio propio, asignando la fiesta para un día de mayo en Madrid y en toda la diócesis toledana.
Las Fiestas de la Vendimia y el Vino en Valdepeñas
cumplen su 70 edición. Se celebran en honor a la patrona de Valdepeñas, la
Virgen de Consolación.
El Solemne Novenario está teniendo lugar desde ayer hasta el 7 de septiembre, incluye el Santo Rosario a las 8.30 horas, la Santa Misa, presidida por Enrique Galán, a las 9 horas (que comenzará media hora más tarde el domingo, día 3 de septiembre), el rezo del Santo Rosario a las 20 horas y Santa Misa a las 20.30 horas, predicada por el consiliario de la hermandad, Enrique Galán, y por Alfonso Morejudo, párroco de San Antonio Abad de Puertollano.
El 6 de septiembre tendrá lugar la presentación de los niños a la Virgen de Consolación a las 19 horas en la parroquia de la Asunción y el día 7 la Ofrenda de Flores a la Virgen de Consolación a partir de las 21.15 horas.
El 8 de septiembre, festividad de la patrona de Valdepeñas, los cultos consistirán en la Santa Misa a las 9 horas, la Solemne Función Concelebrada a las 10.30 horas, Santa Misa a las 12 y a las 19 horas y procesión solemne de la Virgen de Consolación por el recorrido habitual a partir de las 20 horas, habiendo un solemne besamanos al finalizar en el pórtico de la iglesia de la Asunción.
Los cultos acabarán el 9 de septiembre con la Misa funeral por los hermanos fallecidos a las 20.30 horas.
Ante su obstinación, su padre decidió encerrarla en un calabozo y, como pasaba el tiempo sin que Regina cediese, Olybrius desahogó su cólera haciendo azotar a la joven y sometiéndola a otros tormentos. Una de aquellas noches, recibió en su calabozo el consuelo de una visión de la cruz al tiempo que una voz le decía que su liberación esta próxima. Al otro día, Olybrius ordenó que fuera torturada de nuevo y que fuera decapitada después. En el momento de la ejecución, apareció una paloma blanquísima que causó la conversión de muchos de los presentes.