14 de octubre de 2021

DOMUND 2021



LEMA

·         “CUENTA...”. La Buena Noticia que has experimentado no es para ser guardada: la vida de Cristo provoca un agradecimiento y una alegría que no se pueden contener. Tu testimonio de cómo el Señor ha tocado tu corazón es importante también para otros. ¡Compártelo!

 

·         “... LO QUE HAS VISTO Y OÍDO”. La fe te ha entrado por el oído: una vez fueron tus padres, sacerdotes, catequistas, profesores, amigos... quienes te hablaron de Dios. Luego tú has ido conociendo “en carne propia” la fuerza de su amor. Y también has visto y oído el testimonio de los misioneros: su ejemplo de entrega ha sacudido tu compromiso bautismal de ser apóstol generoso y alegre del Evangelio.

CARTEL

·         EL OJO. ¿Qué has visto tú en Cristo, en su actitud hacia ti, hacia los más frágiles, hacia toda la humanidad? Y Él, ¿a qué te ha abierto los ojos? Una mirada limpia nos hace capaces de ver la belleza del bien y de contemplar el amor de Dios actuando en tantos misioneros que expresan en sus obras la misericordia del Señor.

·         LA OREJA. Dios habla de muchas maneras, y somos testigos de que su Palabra es transformadora. Si escuchar esa Palabra te ha llevado del “nada va a cambiar” al “las cosas pueden ser diferentes”, si cada vez que has oído el testimonio de un misionero te ha hecho vibrar, tú también estás llamado a ser misionero/a de esperanza.

·         LA BOCA. Ahora cuenta lo que Jesús ha hecho contigo. Hazlo con tu alegría, tus palabras, tus gestos, tu ayuda a los misioneros y a las Iglesias nacientes. Lleva la Buena Noticia a un mundo saturado de malas noticias; haz resonar la Palabra que colma de sentido en medio de tantas palabras huecas.

·         Y... LA NARIZ. Deja que tu “olfato católico misionero” te ayude a encontrar modos de comunicar el bien, desde tu entorno más cercano, hasta el confín de la tierra.

OBJETIVOS

·         Explicar la labor evangelizadora en los territorios de misión y mostrar la vida de las comunidades que constituyen las Iglesias jóvenes.

·         Buscar fondos para mantener a la Iglesia en esos territorios encomendados a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

·         Fomentar las vocaciones misioneras –que no son algo de ayer, sino de hoy y de siempre–, así como la formación y la oración misionera de todo el pueblo de Dios.

·         Dar a conocer las Obras Misionales Pontificias y su función esencial para la animación y la cooperación misioneras.


VIDEO DE LA CAMPAÑA  DEL DOMUND 2021

 




 





¡¡¡ GRACIAS A TODOS POR PARTICIPAR !!!


SAN CALIXTO I



Cuando San Ceferino ascendió al Pontificado, en el año 199, nombró a Calixto superintendente del cementerio cristiano de la Vía Apia, que se llama actualmente cementerio de San Calixto. Se dice que el santo ensanchó el cementerio y suprimió los terrenos privados; probablemente fue esa la primera propiedad que poseyó la Iglesia. San Calixto fue ordenado diácono por San Ceferino y llegó a ser su íntimo amigo y consejero.

San Calixto fue elegido por la mayoría del pueblo y el clero de Roma para suceder a San Ceferino.

Los rigoristas encabezados por San Hipólito, se quejaban de que San Calixto hubiese determinado de que el hecho de cometer un pecado mortal no era razón suficiente para deponer a un obispo; que hubiese admitido a las órdenes a quienes se habían casado dos o tres veces y que hubiese reconocido las legitimidad de los matrimonios entres los esclavos y mujeres libres, lo cual estaba prohibido por la ley civil. Por otra parte, Chapman llega a decir que el santo fue una gran defensor de la sana doctrina y de la disciplina.

San Calixto fue sepultado en la Vía Aurelia, probablemente martirizado.






  


SAN EDUARDO



Después del abandono, las luchas y la opresión durante el reinado de los dos soberanos daneses, Harold Harefoot y Artacanuto, el pueblo inglés acogió con júbilo al representante de la antigua dinastía inglesa, San Eduardo el Confesor. Las cualidades que merecieron a Eduardo ser venerado como santo, se referían más bien a su persona que a su administración como soberano pues era un hombre piadoso, amable y amante de la paz.

Eduardo era hijo de Eteredo y de la normanda Ema. Durante la época de la supremacía danesa, fue enviado a Normandía cuando tenía 10 años y regresó a su patria en 1042 cuando fue elegido rey. A la edad de 42 años contrajo matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, la mayor amenaza para su reino. La tradición sostiene que San Eduardo y su esposa guardaron perpetua continencia por amor a Dios y como un medio pra alcanzar la perfección.

La administración justa y equitativa de San Eduardo le hizo muy popular entre sus súbitos. La perfecta armonía que reinaba entre él y sus consejeros se convitió más tarde en el sueño dorado ya que durante el reinado de Eudardo, los barones normandos y los representantes del pueblo inglés ejercieron una profunda influencia en la legislación y el gobierno. Uno de los actos más populares del reinado de San Eduardo fue la supresión del impuesto para el ejército; los impuestos recaudados de casa en casa en la época del santo fueron repartidos entre los pobres.

Durante el destierro en Normandía, San Eduardo había prometido ir en peregrinación al sepulcro de San Pedro en Roma, si Dios se dignaba poner término a las desventuras de su familia. Después de su ascenso al trono, convocó un concilio y manifestó públicamente la promesa con que se había ligado. Sin embargo, la Asamblea le manifestó que con su partida se abriría el camino a las disensiones en el interior del país y los ataques de las potencias extranjeras. El rey decidió someter el asunto a juicio del Papa San León IX, quien le sugirió repartir el dinero que habría gastado en el viaje entre los pobres, y construir un monasterio en honor a San Pedro.

El último año de vida del santo se vio turbado por la tensión entre el Conde Tostig Godwinsson de Nortumbría y sus súbitos; finalmente el monarca tuvo que desterrar al conde. Falleció en 1065. La canonización de San Eduardo tuvo lugar en 1161, y dos años después de que su cuerpo se mantenía incorrupto, fue trasladado por Santo Tomás Becket a una capilla del coro de la abadía de Westminster, de la cual San Eduardo fue su promotor, el 13 de octubre, fecha en que se celebra actualmente su fiesta.