27 de noviembre de 2018

VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA



"Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza", dijo la Virgen María a Santa Catalina Labouré un 27 de noviembre de 1830.
En la aparición, la Madre de Dios estaba con una túnica blanca y un velo del mismo color que cubría su cabeza hasta los pies. Su rostro era bellísimo. Los pies se posaban sobre un globo blanco y aplastaba una serpiente.
Sus manos, a la altura del corazón, portaban un globo pequeño de oro, coronado con una crucecita. En los dedos aparecieron anillos con piedras preciosas que brillaban y alumbraban en toda dirección.
La Virgen miró a Santa Catalina y le dijo: “este globo que ves (a los pies) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden”.

El globo de oro que tenía la Virgen entre manos se desvaneció y sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz continuaban cayendo sobre el globo blanco de los pies.
De pronto apareció una forma ovalada en torno a la Virgen con una inscripción en el borde interior que decía: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti".
Las palabras formaban un semicírculo que iniciaba a la altura de la mano derecha, pasaba por arriba de la cabeza de María y terminaba a la altura de la mano izquierda. Es aquí donde la Virgen le pide a Catalina que acuñe una medalla según lo que está viendo.
La aparición dio media vuelta y en el reverso estaba una “M” con la cruz sobre una barra, la cual atravesaba la letra. Debajo estaban el corazón de Jesús, circundado con una corona de espinas, y el corazón de la Virgen María, traspasado por una espada. Alrededor había doce estrellas.
La manifestación se repitió hacia fines de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. En un principio la medalla era llamada “de la Inmaculada Concepción”, pero cuando se expandió la devoción y se produjeron muchos milagros, se le llamó “La Medalla Milagrosa”, como es conocida hasta nuestros días.
Más información:

SAN JOSÉ DE CALASANZ - PATRÓN DE LOS MAESTROS


Nació en Aragón, España, en 1556, hijo del gobernador de la región.
Su padre deseaba que fuera militar, pero los religiosos que lo instruyeron en su niñez lo entusiasmaron por la vida sacerdotal, y pidió que le dejaran hacer estudios eclesiásticos. Desde muy pequeño su gran deseo era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los demás.
En el colegio se burlaban de él los compañeros, porque les perecía demasiado piadoso, pero poco a poco con su amabilidad los fue ganando a su favor.
Siendo universitario tuvo que huir de la ciudad donde estudiaba porque una mujer joven pretendía hacerlo pecar. Imitaba así a José el de la Biblia, que prefirió perder cualquier amistad aunque fuera de persona de alta clase social, con tal de no ofender a Dios.
Su padre deseaba que José fuera el heredero administrador de sus muchos bienes y riquezas. Pero en una gravísima enfermedad, el joven le prometió a Dios que si le concedía la curación, se dedicaría únicamente a trabajar por la salvación de las almas. El joven curó de la enfermedad, y entonces el papá le permitió cumplir su promesa, y fue ordenado sacerdote. Ya antes se había graduado de doctor en la universidad de Alcalá.


El 27 de noviembre se celebra en España el Día del Maestro 2018, jornada dedicada a los docentes. La jornada no coincide, sin embargo, con el Día Internacional del Maestro sugerido por la ONU, el 5 de octubre.

La fecha fue elegida para celebrar al patrón de los profesores, San José de Calasanz, sacerdote, pedagogo y precursor de la educación moderna a través de la primera escuela cristiana popular y gratuita en Europa. Las escuelas Pías, que fundó en el siglo XVII, se encuentran repartidas hoy por todo el mundo.

El aragonés José de Calasanz Gastón (Peralta de la Sal, 11 de septiembre de 1556 o de 1557 - Roma, 25 de agosto de 1648) defendió la universalización de la enseñanza y la utilización de la lengua nacional de cada país de la Europa católica, acompañada por el latín, que era el idioma educativo preponderante de la época. Su teoría se expandió gracias a las más de 10.000 cartas que escribió y a los documentos y reglamentos de carácter práctico, donde asentó la fundación, organización y funcionamiento de los centros y la congregación.

Los alumnos no contaban con recursos para comprar el material escolar. Calasanz utilizó para esto el poco dinero que recibió de su trabajo con el cardenal Colonna. Con la ayuda de otros profesores jóvenes a los que contagió su entusiasmo, Calasanz dedicó desde aquel momento toda su vida a una misma idea: abrir las puertas de las escuelas a todos.
San José de Calasanz no compuso una obra monográfica sobre su sistema de educación, pero esparció sus enseñanzas con todos los textos que escribió sobre el tema que le apasionaba. Entre otras tantas cosas, sistematizó la educación escolar por niveles y en diferentes ciclos. También organizó aquellos estudios de formación profesional.

En sus comienzos, José de Calasanz pidió una vieja sacristía en una parroquia de un barrio humilde de Roma, la parroquia de Santa Dorotea. Allí fundó la primera escuela gratuita de Europa, con un nombre que más tarde sería reconocido mundialmente, Escuela Pía.
Calasanz quería abrir las puertas a la educación para todos. E introdujo la sorprendente innovación de enseñar en aulas numerosas. Hasta ese momento la enseñanza se limitaba a clases particulares impartidas individualmente o a pequeños grupos que estaban a cargo de un preceptor.

Más adelante, esta formidable idea sería seguida por otros fundadores y finalmente por los países y estados, que adoptaron como propio el sistema de enseñanza de José de Calasanz, el patrón de los maestros, y por quien hoy se celebra el Día del Maestro.















25 de noviembre de 2018

CRISTO REY DEL UNIVERSO


La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.
La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.
Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.
Recursos sobre Jesucristo, Rey del Universo:


SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA



Virgen y mártir cuya fiesta se celebra en la Iglesia Latina y en varias Iglesias Orientales el 25 de noviembre y que durante casi seis siglos fue objeto de una devoción muy popular.
De noble origen y versada en las ciencias, cuando tenía sólo 18 años, se presentó ante el emperador Maximino, que perseguía violentamente a los cristianos, y le recriminó su crueldad intentando demostrar cuán inicua era la adoración de los dioses falsos. Asombrado por la audacia de la joven, pero incapaz de competir con ella en sabiduría, el tirano la detuvo en su mismo palacio y llamó a numerosos sabios a los que ordenó que usaran toda su capacidad y razonamientos falsos de manera que Catalina apostatara; pero ella quedó victoriosa en el debate. Algunos de sus adversarios, conquistados por su elocuencia, se declararon cristianos y fueron ejecutados. Furioso por no haber conseguido su propósito, Maximino la mandó azotar y después la encarceló. Mientras tanto, la emperatriz deseosa de ver a una mujer tan extraordinaria se acercó a visitarla a las mazmorras, acompañada de Porfirio, jefe de las tropas, y ambos cedieron a las exhortaciones de Catalina, creyeron, se bautizaron y ganaron inmediatamente la corona de los mártires. Poco después la santa, que lejos de flaquear en su fe, conseguía muchas conversiones, fue condenada a morir en la rueda, pero al tocarla, el instrumento de tortura se destruyó milagrosamente. Enfadado y fuera de control, el emperador la mandó a decapitar. Unos ángeles trasladaron su cabeza al Monte Sinaí donde más tarde se construyó un monasterio e iglesia en su honor. Hasta aquí las Actas de Santa Catalina.
Desafortunadamente no se conservan estas actas en su forma original, sino transformadas y distorsionadas con descripciones difusas y fantásticas debidas a la imaginación de narradores, a quienes les importaba menos hacer constar los hechos auténticos que agradar a a los lectores con sus relatos maravillosos. La importancia que se dio a lo largo de la Edad Media a la leyenda de este martirio explica el interés y cuidado con el que en tiempos modernos se han examinado y estudiado los textos antiguos griegos, árabes y latinos que lo refieren, y sobre el que los críticos han manifestado hace tiempo sus opiniones, de las que probablemente no tengan que desdecirse. Hace varios siglos, cuando la devoción a los santos era estimulada por la lectura de extraordinarias narraciones hagiográficas, cuyo valor histórico nadie estaba cualificado para cuestionar, los pueblos católicos invistieron a Santa Catalina con un halo de encantadora poesía y poder milagroso.
Clasificada con Santa Margarita y Santa Bárbara como uno de los catorce santos más útiles en el cielo, fue continuamente alabada por los predicadores y cantada por los poetas. Es bien sabido que Bossuet le dedicó uno de sus más hermosos panegíricos y que Adán de San Víctor escribió un magnífico poema en su honor: “Vox Sonora nostri chori”, etc. En muchos lugares su fiesta se celebraba con la mayor solemnidad, se prohibía el trabajo servil, y un gran número de personas asistían a las devociones. En varias diócesis de Francia se observaba como día de fiesta de obligación hasta principios del siglo XVII, y el esplendor de su ceremonial eclipsaba al de las fiestas de algunos de los Apóstoles. Muchas capillas se pusieron bajo su patrocinio y su estatua se encontraba en casi todas las iglesias representándola, según la iconografía medieval, con una rueda, su instrumento de tortura. Mientras que, debido a varias circunstancias de su vida, San Nicolás de Mira se consideraba patrón de los jóvenes bachilleres y estudiantes, Santa Catalina se convirtió en patrona de doncellas y estudiantes femeninas. Considerada como la más santa e ilustre de las vírgenes de Cristo, resultaba natural que ella, entre todas, fuera la encargada de proteger a las vírgenes de los claustros y a las jóvenes solteras en el mundo.
Al ser la rueda de tortura el emblema de la santa, los carreteros y mecánicos se colocaron bajo su protección. Finalmente, según la tradición, no solo permaneció virgen dominando sus pasiones y conquistó a sus verdugos al agotarles su paciencia, sino que triunfó con su ciencia haciendo callar a los sofistas, su intercesión fue implorada por teólogos, apologistas, predicadores del púlpito y filósofos. Antes de estudiar, escribir o predicar, le rogaban que iluminara sus mentes, guiara su pluma e impartiera elocuencia a sus palabras. Esta devoción a Santa Catalina que tomó tan vastas proporciones en Europa después de las Cruzadas, recibió brillo adicional en Francia a principios del siglo XV cuando se rumoreaba que se había aparecido a Santa Juana de Arco, junto con Santa Margarita, había sido designada por voluntad divina consejera de Santa Juana de Arco.
Aunque lo hagiógrafos contemporáneos consideran más que dudosa la autenticidad de los varios textos que contienen la leyenda de Santa Catalina, nadie pone en duda la existencia de la santa. La conclusión a la que se ha llegado tras analizar esos textos es que los hechos principales han de ser aceptados como verdaderos, y se debe rechazar como puras y simples invenciones la multitud de detalles que casi oscurecen esos hechos, la mayor parte de las narraciones maravillosas con las que se embellecen y los largos discursos que se ponen en boca de Santa Catalina.
Un ejemplo lo ilustrará muy bien: aunque todos estos textos mencionan el traslado milagroso del cuerpo de la santa al Monte Sinaí, los itinerarios de los antiguos peregrinos que visitaron el Sinaí no hacen ni la más ligera alusión al respecto. Ya en el siglo XVIII Don Deforis, el benedictino que preparó una edición de las obras de Bossuet, declaró que la tradición seguida por este orador en su panegírico de la santa era en gran medida falsa y fue precisamente por entonces cuando la fiesta de Santa Catalina desapareció del Breviario de París. Desde entonces la devoción a la virgen de Alejandría ha perdido toda su antigua popularidad.


24 de noviembre de 2018

SAN CLEMENTE I

San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101.
El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro).
En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: "el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra").
Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: "Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo".
San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos.
Las Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuete de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.
Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla.
San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.
Oremos por nuestro actual Pontífice, para que a imitación de San Clemente y los demás Pontífices santos que ha tenido la Iglesia Católica, sepa guiar sabiamente a los que seguimos la santa religión de Cristo.

22 de noviembre de 2018

SANTA CECILIA - PATRONA DE LA MÚSICA


Hoy 22 de noviembre celebramos el día de Santa Cecilia, virgen y mártir, y patrona de la música, momento que se nos antoja muy adecuado para conocer un poco más sobre esta santa tan especial. Y es que la suya es una de las celebraciones más renombradas entre los cristianos.
             La referencia histórica más antigua existente sobre la santa remonta al “Martyrologium Hieronymianum”, del s. IV, donde su nombre aparece mencionado dos veces: el 11 de agosto, fiesta del mártir Tiburcio, y el 16 de septiembre, fecha de su propio entierro en las catacumbas de Calixto. La fiesta del 22 de noviembre que al día de hoy celebramos es la que va a marcar la iglesia del s. IV dedicada a ella y sita en el barrio o rione romano del Trastevere, la cual, según la tradición, habría sido levantada en su propia casa y donada a la iglesia por la misma santa.
             Hacia mitad del s. V aparecen las “Actas del martirio de Santa Cecilia”, en las que se informa de que Cecilia, una virgen de una familia senatorial, y cristiana ella misma desde su infancia, es dada en matrimonio por sus padres al noble pagano, Valeriano. Tras la celebración de la boda, Cecilia comunica a su marido que ella se halla desposada con un ángel, y como Valeriano pida ver al ángel, Cecilia le responde: “Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo lo verás”.
             Valeriano obedece, es bautizado por el papa y entonces un ángel se aparece a la pareja y corona a los dos con rosas y azucenas. La conversión alcanza también al hermano de Valeriano, Tiburcio. Como ambos hermanos se dediquen a la distribución de ricas limosnas y al enterramiento de los mártires, el prefecto Turcio Almaquio los condena a muerte, consiguiendo aquéllos como acto póstumo en el martirio la conversión del mismísimo verdugo, Máximo, ejecutado junto con ellos.
             A continuación, es Cecilia la que es apresada y condenada a morir cocida en el baño de su propia casa. Como Cecilia saliera ilesa del tormento, el prefecto manda decapitarla. Tras caer tres veces la espada sobre el cuello de la santa sin conseguir separarle la cabeza del tronco, el tormento finaliza. Dicen las “Actas” que por huir el verdugo despavorido ante el prodigio; Jacobo de la Vorágine que por existir una ley romana que impedía dar más de tres tajos a los condenados a decapitación. Como quiera que sea, la maltrecha santa aún vivirá tres días, los necesarios para dedicar sus bienes a las caridades y disponerlo todo de modo que su casa se convierta a su muerte en lugar de culto para la Iglesia: es la iglesia de Santa Cecilia, en Roma.
             Ya muerta, el Papa Urbano la entierra en la catacumba de Calixto, junto con los obispos de Roma. De hecho, el arqueólogo Giovanni Batista De Rossi hallará su sepulcro vacío entre el de los papas de dichas catacumbas, y con ellos, unos frescos en los que la santa aparece ricamente vestida junto al propio Papa Urbano. De ahí, sus restos son trasladados a la catacumba de Pretextato, para salvarlos de los saqueos de los bárbaros que irrumpen en Roma. A principios del s. IX, el papa Pascual I ordena su traslado a la iglesia de Santa Cecilia, junto a las reliquias de Valeriano, Tiburcio y Máximo y las de los papas Urbano y Lucio. En 1599, el cardenal Paolo Emilio Sfondrati, sobrino del papa Gregorio XIV, ordena la reapertura de la tumba, encontrando el cuerpo de la santa incorrupto. Para conmemorar el acontecimiento, el cardenal encarga a Stefano Maderno la realización de una escultura reproduciendo la postura en la que es hallado el cuerpo de la santa, y el escultor realiza la que es probablemente su obra cumbre, una estatua de mármol para cuya sola visita valdría la pena todo un viaje a la ciudad eterna. En una capilla lateral se muestran los restos del baño en que, según las “Actas”, Cecilia fue llevada al martirio. Y en el ábside se conserva todavía el mosaico hecho en tiempos de Pascual, en el que la virgen y santa aparece ricamente ataviada y protectora del Papa.
             En las últimas excavaciones efectuadas a finales del s. XIX por el Cardenal Rampolla bajo la iglesia, se descubren restos de edificios romanos y un baptisterio, construyéndose una capilla subterránea.




El culto de santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo.

          
   Patrona de la música
           Como decimos al principio, una tradición vincula estrechamente a Santa Cecilia con la música, tradición basada sin duda en el pasaje de sus “Actas” que cuenta que ella misma tocó el órgano el día de su boda, y que “en su corazón cantaba sólo a Dios”.
             A partir del s. XIV, su iconografía comienza a incorporar un órgano. Los “Cuentos de Canterbury” de Geoffrey Chaucer, de finales del s. XIV, hacen alusión a Cecilia de Roma con una breve mención a la música. Y cuando en 1584 se funda en la ciudad eterna la Academia de la Música, es elegida patrona del instituto, momento a partir del cual, su veneración como patrona de la música se generaliza.
             En 1683, la Sociedad Musical de Londres funda el festival anual del “Día de Santa Cecilia”, donde hasta hoy siguen participando los más grandes compositores y poetas británicos. Precisamente para el primer festival, Henry Purcell compondrá en el s. XVII la oda “Laudate Ceciliam”, a la que seguirán el “Welcome to all the Pleasures”, el “Raise, raise the voice” y el “Hail, bright Cecilia!”, todas ellas dedicadas a la santa:
            En 1736, apenas cuatro años antes de componer “El Mesías”, Haendel  le dedica la “Oda para el Día de Santa Cecilia”. En el XIX, Charles Gounod compone una “Messe Solennelle de Sainte Cécile”. Y ya en el XX, Benjamin Britten, nacido dicho sea de paso el día de la santa, le compone el “Himno al Día de Santa Cecilia”. Por cierto que también el día de Santa Cecilia pero en 1901, nace el gran compositor español Joaquín Rodrigo, ciego además desde los tres años, como de los ciegos según algunos es también patrona Santa Cecilia, por la sencilla razón de no significar su nombre otra cosa que precisamente “cieguecita”, si bien, en general, se tiene por patrona de los que no pueden ver a Santa Lucía de Siracusa.
             En honor a Santa Cecilia, un importante movimiento de renovación de la música sacra católica de finales del s. XIX recibe el nombre de “cecilianismo”.

             Dicho todo lo cual, y como es fácil comprender, también en honor a Santa Cecilia es el 22 de noviembre el Día internacional de los músicos, que nos dan un motivo más para disfrutar de la vida y nos acercan el cielo a la tierra, razones sobradas para de todo corazón, felicitar desde aquí a cuántos de una manera u otra, dedican su vida o parte de ella a la música.









MUCHAS FELICIDADES A TODAS LAS PERSONAS QUE HOY CELEBRAN SU ONOMÁSTICA.


21 de noviembre de 2018

PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Hoy, celebramos junto con toda la Iglesia, la Presentación en el Templo de la niña Santa María.
Es en una antigua y piadosa tradición que encontramos los orígenes de esta fiesta mariana que surge en el escrito apócrifo llamado "Protoevangelio de Santiago". Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.
Históricamente, el inicio de esta celebración fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén en el año 543. Estas fiestas se vienen conmemorando en Oriente desde el siglo VI, inclusive el emperador Miguel Comeno cuenta sobre esto en una Constitución de 1166.
Más adelante, en 1372, el canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.


20 de noviembre de 2018

DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO







El Día Universal del Niño, que se celebra todos los años el 20 de noviembre, es un día dedicado a todos los niños y niñas del mundo.
Es un día de celebración por los avances conseguidos, pero sobre todo es un día para llamar la atención sobre la situación de los niños más desfavorecidos, dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.   








CARRERA SOLIDARIA DEL CEIP: LUIS PALACIOS 2018

POR LOS DERECHOS DE LA INFANCIA


Mucho más que una actividad deportiva, la carrera Kilómetros de Solidaridad permite trabajar la defensa y promoción de los Derechos de la Infancia dentro y fuera del aula.
Kilómetros de solidaridad: más que una carrera, un proyecto educativo.
Deportivo: una actividad física que fomenta hábitos de vida saludables y educa en valores.
Pedagógico: con material didáctico que ayuda a los alumnos a conocer otras realidades distintas a las suyas y a poner en contexto las injusticias existentes en el mundo.
Solidario: con la participación y el compromiso de toda la comunidad educativa en la consecución de un objetivo común, un mundo más justo.
Una carrera escolar por los derechos de los niños y las niñas, donde los alumnos y alumnas se calzan las zapatillas, corren y consiguen fondos para apoyar nuestros programas en educación, supervivencia y protección. Con material educativo que el centro recibe de manera gratuita. Niños que ayudan a niños.






19 de noviembre de 2018

SAN ODÓN

San Odón se hizo muy conocido y querido por todos por ser el superior del más célebre monasterio de su tiempo, el de Cluny, y porque tuvo bajo su dirección más de mil monjes en diversos conventos.
Debido a fuertes dolores de cabeza que el santo padeció cuando era joven, tanto él como su padre le prometieron a Dios Celestial mejoría para la dolencia, a lo que el Padre accedió de inmediato a sanarlo de todo mal que lo aquejaba. Un día leyó las Reglas que San Benito hizo para sus monasterios y se dio cuenta de que él estaba muy lejos de la santidad, y entonces pidió ser admitido como monje en un convento benedictino. El año 910 fue fundado el famoso Monasterio benedictino de Cluny (en Francia) y el fundador lo llevó como ayudante. Después de la muerte del fundador quedó Odón como Superior del inmenso monasterio.
Al principio San Odón se dedicaba más al estudio que a la oración, pero en una visión, contempló que su alma era como un vaso muy hermoso pero lleno de serpientes. Con esto comprendió que si no se dedicaba totalmente a la oración y a la meditación no sería agradable a Dios, y desde entonces su vida fue un orar continuo y fervoroso y un meditar constante en temas religiosos. Odón insistía muchísimo en que se rezaran con gran fervor los salmos y en que se observara un gran silencio en el monasterio. Y fue formando monjes tan fervorosos que con ellos logró fundar otros 15 monasterios más.
Murió el 19 de noviembre del año 942. Contribuyó inmensamente al resurgimiento del espíritu religioso.


18 de noviembre de 2018

DEDICACIÓN DE LAS BASÍLICAS DE SAN PEDRO Y SAN PABLO - SANTA ROSA FILIPINA DUCHESNE


Cada 18 de noviembre la Iglesia celebra la dedicación de las Basílicas de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, templos en Roma que contienen los restos de estos dos grandes del cristianismo y símbolos de la fraternidad y la unidad de la Iglesia.
La Basílica de San Pedro en el Vaticano fue construida sobre la tumba del Apóstol, que murió crucificado de cabeza. En el año 323 el emperador Constantino mandó a construir ahí la Basílica dedicada al que fue el primer Papa de la Iglesia.
La actual Basílica de San Pedro demoró 170 años en ser edificada. Se empezó con el Papa Nicolás V en el 1454 y fue terminada por el Papa Urbano VIII, quien la consagró un 18 de noviembre de 1626. Fecha que coincide con la consagración de la antigua Basílica.
Bramante, Rafael, Miguel Ángel y Bernini, famosos artistas de la historia, trabajaron en ella plasmando lo mejor de su arte.
La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho y 133 metros de altura en su cúpula. No hay templo en el mundo que le iguale en extensión.
La Basílica de San Pablo Extramuros es, después de San Pedro, el templo más grande de Roma. Surgió también por voluntad de Constantino. En 1823 fue destruida, casi en su totalidad, por un terrible incendio. León XIII inició su reconstrucción y fue consagrada el 10 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX.
Un dato interesante es que bajo las ventanas de la nave central y en las naves laterales, en mosaico, se encuentran los retratos de todos los Papas desde San Pedro hasta el actual, el Papa Francisco.
En el 2009, con motivo de esta celebración, el Papa Benedicto XVI dijo que “esta fiesta nos brinda la ocasión de poner de relieve el significado y el valor de la Iglesia. Queridos jóvenes, amad a la Iglesia y cooperad con entusiasmo en su edificación”.




Rosa Filipina Duchesne nació el 29 de agosto de 1769 en Grenoble, Francia. Fué bautizada en la iglesia de San Luis, y le dieron el nombre de San Felipe apóstol y el de Santa Rosa de Lima, primera santa del nuevo continente. Educada en el Convento de la Visitación de Ste. Marie-d'en-Haut, y atraída por la vita contemplativa, entró en ese monasterio a los 18 años.
La comunidad se dispersó durante la Revolución Francesa. Filipina regresó a su familia y se dedicó a cuidar a los presos y a todos los que sufrían. Intentó reconstruir el monasterio de Ste. Marie después del Concordato de 1801 con algunas compañeras, pero no lo logró. En 1804 Filipina oyó hablar de una nueva congregación, la Sociedad del Sagrado Corazón, y pidió a la fundadora Magdalena Sofía Barat ser admitida, ofreciendo su monasterio. La Madre Barat visitó Ste. Marie en 1804 y recibió a Filipina y sus compañeras como novicias en la Sociedad.
La vida contemplativa alimentó en Filipina el deseo de ir a las misiones. Atraída por la Eucaristía desde su juventud, pasó la noche de un Jueves Santo en oración. Escribió a la Madre Barat: «Pasé la noche entera en el Nuevo Continente llevando el Santísimo Sacramento por todas partes... Tenía que hacer tantos sacrificios: una madre, hermanas, parientes, mí montaña ... Cuando me diga: "Te envío", responderé en seguida: "Voy"». Sin embargo, tuvo que esperar otros 12 años.
En 1818 el sueño de Filipina se vió realizado. El Obispo del territorio de Louisiana buscaba una congregación de religiosas para ayudarle a evangelizar los niños franceses e indios de su diócesis, y Fílipina fue enviada a responder a esta llamada. En St. Charles, cerca de St. Louis, Missouri, fundó la primera casa de la Sociedad fuera de Francia, en una cabaña de troncos. Allí vivió todas las austeridades de la vida de frontera: frío extremo, trabajo duro, falta de dinero. Nunca llegó a aprender bien el inglés. Las comunicaciones eran muy lentas: a veces no le llegaban noticias de su querida Francia. Luchó por mantenerse estrechamente unida con la Sociedad del Sagrado Corazón en Francia.
Filipina y otras cuatro Religiosas del Sagrado Corazón trazaron un camino. En 1818 abrió la primera escuela gratuita al oeste del Mississippi. En 1828 había fundado ya seis casas. Estas escuelas eran para las jóvenes de Missouri y Louisiana. Las amó y trabajó para ellas, manteniendo siempre en el fondo de su corazón el anhelo de ir a los Indios americanos. Cuando Filipina tenía 72 años, se abrió una escuela para los Potowatomies en Sugar Creek, Kansas. Aunque muchos pensaban que Filipina estaba demasiado enferma para ir, el jesuita que dirigía la misión insistió: "Tiene que venir: quizás no podrá hacer mucho trabajo, pero con su oración alcanzará el éxito de la misión, y su presencia atraerá muchos favores del cielo para la obra".
Estuvo sólo un año entre los Potowatomies, pero su valor pionero no flaqueó, y sus largas horas de contemplación inspiraron a los indios el llamarla " La mujer que siempre reza ".
Su salud no pudo resistir el régimen de vida en el poblado. Volvió a St. Charles en julio de 1842, aunque su corazón valiente nunca perdió el deseo de las misiones. "Siento el mismo anhelo por las Montañas Rocosas que sentía en Francia cuando pedí venir a América ... ".
Filipina murió en St. Charles, Missouri, el 18 de noviembre de 1852, a la edad de 83 años. Fue beatificada el 12 de mayo de 1940 por Pío XII y canonizada par San Juan Pablo II el 3 de julio de 1988. Su fiesta se celebra cada 18 de noviembre.