El Tercer Domingo de Adviento lleva el nombre de “Domingo de
Gaudete”, o “Domingo de la Alegría”. Se denomina así ya que la tercera semana
de Adviento parece despertar naturalmente una sensación de ‘cercanía’, de que
el más grande acontecimiento está ‘pronto’ a suceder. Es esa experiencia del
‘falta poco’, por la que los corazones se animan, pues el trecho mayor ya ha
sido recorrido. La liturgia se encargará de recoger este sentir: la primera
palabra que se dice en el introito de la Misa es precisamente “Gaudete",
es decir, “¡Regocíjense!”
En la celebración eucarística del día, el sacerdote ha de revestirse
con una casulla de color rosa como signo de gozo, y la Iglesia invita a los
fieles a profundizar en el deseo de conversión, porque el Señor ha de llegar y
todo debe estar bien dispuesto. De manera coincidente, tanto en los templos
como en los hogares se enciende la tercera vela de la corona de Adviento, la
vela distinta, la única de color rosado.