27 de noviembre de 2018

VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA



"Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza", dijo la Virgen María a Santa Catalina Labouré un 27 de noviembre de 1830.
En la aparición, la Madre de Dios estaba con una túnica blanca y un velo del mismo color que cubría su cabeza hasta los pies. Su rostro era bellísimo. Los pies se posaban sobre un globo blanco y aplastaba una serpiente.
Sus manos, a la altura del corazón, portaban un globo pequeño de oro, coronado con una crucecita. En los dedos aparecieron anillos con piedras preciosas que brillaban y alumbraban en toda dirección.
La Virgen miró a Santa Catalina y le dijo: “este globo que ves (a los pies) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden”.

El globo de oro que tenía la Virgen entre manos se desvaneció y sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz continuaban cayendo sobre el globo blanco de los pies.
De pronto apareció una forma ovalada en torno a la Virgen con una inscripción en el borde interior que decía: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti".
Las palabras formaban un semicírculo que iniciaba a la altura de la mano derecha, pasaba por arriba de la cabeza de María y terminaba a la altura de la mano izquierda. Es aquí donde la Virgen le pide a Catalina que acuñe una medalla según lo que está viendo.
La aparición dio media vuelta y en el reverso estaba una “M” con la cruz sobre una barra, la cual atravesaba la letra. Debajo estaban el corazón de Jesús, circundado con una corona de espinas, y el corazón de la Virgen María, traspasado por una espada. Alrededor había doce estrellas.
La manifestación se repitió hacia fines de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. En un principio la medalla era llamada “de la Inmaculada Concepción”, pero cuando se expandió la devoción y se produjeron muchos milagros, se le llamó “La Medalla Milagrosa”, como es conocida hasta nuestros días.
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SAN JOSÉ DE CALASANZ - PATRÓN DE LOS MAESTROS


Nació en Aragón, España, en 1556, hijo del gobernador de la región.
Su padre deseaba que fuera militar, pero los religiosos que lo instruyeron en su niñez lo entusiasmaron por la vida sacerdotal, y pidió que le dejaran hacer estudios eclesiásticos. Desde muy pequeño su gran deseo era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los demás.
En el colegio se burlaban de él los compañeros, porque les perecía demasiado piadoso, pero poco a poco con su amabilidad los fue ganando a su favor.
Siendo universitario tuvo que huir de la ciudad donde estudiaba porque una mujer joven pretendía hacerlo pecar. Imitaba así a José el de la Biblia, que prefirió perder cualquier amistad aunque fuera de persona de alta clase social, con tal de no ofender a Dios.
Su padre deseaba que José fuera el heredero administrador de sus muchos bienes y riquezas. Pero en una gravísima enfermedad, el joven le prometió a Dios que si le concedía la curación, se dedicaría únicamente a trabajar por la salvación de las almas. El joven curó de la enfermedad, y entonces el papá le permitió cumplir su promesa, y fue ordenado sacerdote. Ya antes se había graduado de doctor en la universidad de Alcalá.


El 27 de noviembre se celebra en España el Día del Maestro 2018, jornada dedicada a los docentes. La jornada no coincide, sin embargo, con el Día Internacional del Maestro sugerido por la ONU, el 5 de octubre.

La fecha fue elegida para celebrar al patrón de los profesores, San José de Calasanz, sacerdote, pedagogo y precursor de la educación moderna a través de la primera escuela cristiana popular y gratuita en Europa. Las escuelas Pías, que fundó en el siglo XVII, se encuentran repartidas hoy por todo el mundo.

El aragonés José de Calasanz Gastón (Peralta de la Sal, 11 de septiembre de 1556 o de 1557 - Roma, 25 de agosto de 1648) defendió la universalización de la enseñanza y la utilización de la lengua nacional de cada país de la Europa católica, acompañada por el latín, que era el idioma educativo preponderante de la época. Su teoría se expandió gracias a las más de 10.000 cartas que escribió y a los documentos y reglamentos de carácter práctico, donde asentó la fundación, organización y funcionamiento de los centros y la congregación.

Los alumnos no contaban con recursos para comprar el material escolar. Calasanz utilizó para esto el poco dinero que recibió de su trabajo con el cardenal Colonna. Con la ayuda de otros profesores jóvenes a los que contagió su entusiasmo, Calasanz dedicó desde aquel momento toda su vida a una misma idea: abrir las puertas de las escuelas a todos.
San José de Calasanz no compuso una obra monográfica sobre su sistema de educación, pero esparció sus enseñanzas con todos los textos que escribió sobre el tema que le apasionaba. Entre otras tantas cosas, sistematizó la educación escolar por niveles y en diferentes ciclos. También organizó aquellos estudios de formación profesional.

En sus comienzos, José de Calasanz pidió una vieja sacristía en una parroquia de un barrio humilde de Roma, la parroquia de Santa Dorotea. Allí fundó la primera escuela gratuita de Europa, con un nombre que más tarde sería reconocido mundialmente, Escuela Pía.
Calasanz quería abrir las puertas a la educación para todos. E introdujo la sorprendente innovación de enseñar en aulas numerosas. Hasta ese momento la enseñanza se limitaba a clases particulares impartidas individualmente o a pequeños grupos que estaban a cargo de un preceptor.

Más adelante, esta formidable idea sería seguida por otros fundadores y finalmente por los países y estados, que adoptaron como propio el sistema de enseñanza de José de Calasanz, el patrón de los maestros, y por quien hoy se celebra el Día del Maestro.