13 de mayo de 2015

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

13 de mayo



En el año 1916, cuando la guerra se había extendido sobre Europa y Portugal, en una de las colinas que rodean Fátima, tres pequeños campesinos portugueses: Lucía de 9 años, Francisco de 8 y Jacinta de 6, se encontraron con una resplandeciente figura que les dijo: "Soy el Angel de la Paz". Durante aquel año vieron dos veces la misma aparición. Los exhortó a ofrecer constantes "plegarias y sacrificios" y a aceptar con sumisión los sufrimientos que el Señor les envíe como un acto de reparación por los pecados con los que El es ofendido.
El 13 de mayo de 1917, se les apareció una "Señora toda de blanco, más brillante que el sol", a quien Lucía preguntó de dónde venía; ella respondió: "Vengo del cielo". Les pidió que regresaran al mismo lugar durante seis meses seguidos, los días trece.
El hambre, la sed, las burlas de los que no creían en las apariciones (incluyendo a la familia de Lucía), los ofrecían como la Señora lo había pedido, por la conversión de los pecadores.
El 13 de junio de ese año, mientras se celebraba a San Antonio, patrono de Fátima, Nuestra Señora se apareció nuevamente a los tres niños. Alrededor de 50 personas se encontraban con ellos en Cova. La Señora dijo que Jacinta y Francisco irían pronto al cielo, que Lucía permanecería para ayudar a establecer el culto al "Sagrado Corazón de María" El 13 de julio de 1917, se trató de impedir que Lucía asistiera a este encuentro que fue uno de los más extensos y en el cual los niños tuvieron una visión del infierno que les despertó un anhelo de oración y penitencia incontenibles. Además les fue prometido que en octubre se realizaría un milagro para demostrar la verdad de las apariciones. En agosto de ese mismo año, el anticlerical administrador de Ourem, con engaños alejó a los tres pastores de Fátima y logró impedir que asistieran a la cita del día trece.
El 13 de octubre de 1917 alrededor de 70,000 personas habían llegado al lugar para presenciar el milagro de Fátima. Ese día, el sol se podía mirar sin cerrar los ojos y como un prisma gigantesco, cubría el cielo con franjas de colores. Luego giró 3 veces y se precipitó en "zig zag" hacia la multitud. La gente quedó conmovida y convencida de la veracidad de las apariciones. Antes de que pasaran tres años, Jacinta y Francisco habían muerto ya. Lucía fue religiosa con las hermanas de Santa Dorotea desde 1925.











4 de mayo de 2015

Primer Domingo de Mayo, Día de la Madre




La celebración del Día de la Madre se remonta a la Antigüedad puesto que existen indicios de que ya en Egipto honraban a las progenitoras, aunque simbolizada en la diosa Isis, que representa la maternidad y la fuerza fecundadora de la naturaleza. Estas celebraciones se mantuvieron también en la antigua Grecia, con la diosa Rea así como en el Imperio Romano, que honraba al igual que en Asia menor a la Diosa Cibeles.
Quizás por eso, y a pesar de que el popular refrán asegura que «madre no hay más que una», la celebración del Día de la Madre no se realiza en la misma fecha en todos los países. En España, el Día de la Madre se celebra el primer domingo de mayo, aunque no siempre ha sido así. Mucho antes de que la celebración adquiriera un marcado carácter comercial, ya existían desde el siglo XIV cofradías creadas en honor a la Inmaculada. Por eso, inicialmente, las madres eran homenajeadas el 8 de mayo. Uno de los primeros países en separar la celebración de la Inmaculada y el Día de la Madre fue Estados Unidos, tendencia que acabaría llegando a España en 1965, cuando se decide que el día de la madre se celebrará el primer domingo de mayo, fecha que aún se mantiene. 
Pero a lo largo de todo el planeta, la celebración dedicada a nuestras progenitoras es una de las que más baila en el calendario mundial. El Día de la Madre se celebra en veinte días diferentes. El mismo día que en España se celebra también en Hungría, Lituania, Portugal, Sudáfrica y Rumanía, es decir, el primer domingo del mes de mayo (en este 2015 el día 3); cuestión diferente es en Brasil, Grecia, Venezuela, Canadá, Estados Unidos, Colombia, Cuba, Ecuador, Honduras y Uruguay donde las madres tendrán que esperar hasta el segundo domingo del mes de mayo para poder disfrutar de su merecidísimo día.
El Día de la madre francés se retrasa un poquito más. Y es que las madres galas, junto con las de República Dominicana y Suecia celebrarán su día el último domingo de este mes. Las madres de Argentina, así como las de Bielorrusia, serán homenajeadas en el mes de octubre, concretamente el tercer domingo de este otoñal mes.
Pero este confuso baile de fechas en torno a la celebración del Día de la madre no se resuelve aquí. Y es que la mayor parte de los países que antaño pertenecieron a la URSS trasladaron su Día de la madre hasta el 8 de marzo, día que coincide precisamente con el Día Internacional de la Mujer trabajadora. Estas mujeres no son las únicas que deben compartir su Día de la madre con otra señalada fecha en los almanaques. En Noruega, los hijos felicitan a sus madres el segundo domingo de febrero y en Reino Unido e Irlanda el cuarto domingo de cuaresma está reservado también para celebrar el Mothering Day (o Día de la madre). 
Sin embargo, el mes de mayo es por excelencia el favorito en la mayor parte de los países para celebrar el Día de la madre. Junto con España, otros 54 países reservan estas primaverales semanas para recordar a sus madres lo especiales que son. En México, Guatemala e India, entre otros, el Día de la madre se celebra siempre el 10 de mayo, el 14 en Samoa, en Paraguay el Día de la madre tiene lugar el 15 de mayo; mientras que el 26, 27 y el 30 las homenajeadas son todas las madres de Polonia, Bolivia y Nicaragua.
¿Y por qué hay tantas diferencias entre las fechas de la celebración del Día de la madre? Lo cierto es que el baile en esta celebración viene precisamente dado por la falta de información sobre el origen de esta fiesta. Según algunos expertos, en la antigua Grecia ya se celebraba el Día de la madre; una fecha que además se utilizaba para honrar a la diosa Rea (la madre de los dioses en la mitología griega y diosa de la fertilidad). Los romanos decidieron continuar con la tradición y años más tarde el Catolicismo convertiría y adaptaría a otra fecha el Día de la madre en un homenaje a la Virgen María; haciendo así que cada 8 de diciembre se celebrara la Inmaculada Concepción como el día dedicado a la madre de Jesús. Algunos países como Panamá decidieron adaptar su Día de la madre, precisamente a esta fecha tan invernal.
En Europa, los antecedentes del Día de la madre se remontan hasta el siglo XVII en Inglaterra, donde el origen de esta fecha también tiene cierto apego a la religión. En esta época el cuarto domingo de Cuaresma se utilizaba para honrar a la virgen María y era una fecha reservada para que los siervos volvieran a sus lugares de origen para visitar las iglesias en las que habían sido bautizados, las iglesias «madres». La vuelta a casa significaba además ir bien pertrechados con regalos, flores y pasteles con los que poder agasajar a sus madres; una tradición que sentó las bases de la actual tradición. 
A pesar de que los colonos ingleses intentaran por todos los medios mantener esta bonita celebración del Día de la madre en Estados Unidos, la fiesta acabó cayendo en desuso durante muchos años. Fue la activista Julia Ward quien en 1870 escribió un apasionado llamamiento a la paz y al desarme para el Día de la madre. El 2 de junio, esta poetisa y activista organizó una gran manifestación a la que invitó a todas aquellas madres que hubieran perdido a alguno de sus vástagos en la guerra. Las buenas intenciones de Ward Howe no llegaron a buen puerto. A pesar de que su congreso con motivo del Día de la madre se mantuvo durante un par de años, la idea no acabó por calar en la conciencia de los americanos.
Fue Anna Reeves Jarvis la que años después conseguiría afianzar la celebración del Día de la madre. En 1907 esta activista inició una fuerte campaña a nivel nacional para conseguir que se instaurase oficialmente la celebración del Día de la madre el segundo domingo del mes de mayo, fecha en la que precisamente había fallecido su propia madre. Después de un arduo trabajo y de pedir a través de carta a numerosas personalidades e intelectuales influyentes del país para que apoyasen su petición, en el año 1910 el país entero sucumbió a sus encantos y decidió celebrar su Día de la madre. Pero sin duda el año 1914 fue el que decantó la balanza a favor de las progenitoras americanas, cuando el presidente Woodrow Wilson convirtió el Día de la madre en una celebración oficial en todo el país.
A pesar de que las fechas no coincidan, lo cierto es que los tradicionales regalos que se acostumbran a hacer en el Día de la madre a las progenitoras son bastante similares en todo el mundo. Las flores -siendo el clavel y la rosa los grandes protagonistas-, los bombones y sobre todo las cosas hechas a mano con mucho cariño son los tres elementos que más se repiten entre los hijos de todo el mundo. Y es que las grandes y copiosas comidas familiares, así como los regalos forman parte de la tradición de este señalado día; una tradición que muchos vinculan directamente con intereses comerciales. 





Dos versiones de una misma canción....






3 de mayo: Día de la Santa Cruz o Cruz de Mayo

Cuenta la leyenda que el Emperador Constantino se enfrentó a los bárbaros a orillas del Danubio. Creía imposible la victoria, por  la magnitud del ejército enemigo. Una noche Constantino tuvo una visión: en el cielo apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella unas palabras, In hoc signo vincis (“Con esta señal vencerás”). El emperador hizo construir una Cruz y la puso al frente de su ejército, venciendo sin dificultad a la multitud. De vuelta a la ciudad, Constantino se hizo bautizar en la religión cristiana y mandó edificar iglesias. Envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. En el monte donde la tradición situaba la muerte de Jesús, encontraron tres cruces ocultas. Para descubrir cuál de las tres era la verdadera, las colocaron sobre enfermos que sanaron al ser tocados por la Cruz de Cristo. Santa Elena murió rogando a los que creen en él que celebraran el día en que fue encontrada la Cruz, el tres de mayo.
Pero mucho antes de Cristo ya se celebraban Cruces de mayo. Mayo es el mes de las flores, la vegetación y desde siempre el mes de muchas fiestas populares. La naturaleza lo impregna todo, la celebración es un saludo a la primavera, el comienzo de un nuevo ciclo de vegetación, se dan las gracias por las futuras cosechas, se exalta el amor y los sentimientos. Tradicionalmente se colocaba un “mayo” que es un tronco o palo alto (árbol de mayo) que se alzaba en la plaza o lugar público durante mayo y donde concurrían los jóvenes a divertirse con bailes y festejos. Competían por trepar por el árbol hasta alcanzar una bandera, mientras las muchachas les animan desde abajo bailando y cantando en torno al árbol.
Llegado el cristianismo, hubo un interés especial por eliminar antiguas prácticas paganas y supersticiosas, muchas veces escandalosas y casi siempre contrarias a su moral, en un momento dado, las fiestas naturalistas de mayo se transformaron y agruparon en torno a un nuevo motivo, la Cruz. El mayo-árbol se convirtió en mayo-cruz.En muchos lugares de España se sigue celebrando esta festividad.



Mayo: Mes de María


La Iglesia otorga este mes a María para conocerla y amarla más.




 Mayo es el mes de las flores, de la primavera. Muchas familias esperan este mes para celebrar la fiesta por la recepción de algún sacramento de un familiar. También, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su mamá (el famoso 10 de Mayo) y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida.

Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.

Celebremos, invitando a nuestras fiestas a María, nuestra dulce madre del Cielo.

¿Qué se acostumbra hacer este mes?
  • Recordar las apariciones de la Virgen.  En Fátima, Portugal; en Lourdes, Francia y en el Tepeyac, México (La Guadalupe) la Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos tiene a nosotros, sus hijos.
  • Meditar en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:
  1.  Su inmaculada concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de Cristo.
  2.  Su maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el hijo de Dios.
  3.  Su perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que siempre permaneció virgen.
  4.  Su asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en cuerpo y alma al Cielo.
  • Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres.
María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia.
  • Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María.
María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir, sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida.
  • Vivir una devoción real y verdadera a María.
Se trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:
  1. Mirar a María como a una madre: Platicarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento.
  2. Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.
  3. Confiar plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
  4. Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
  • Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.
La Iglesia nos ofrece bellas oraciones como la del Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía), el Regina Caelila Consagración a María y el Rosario.
Varias oraciones Marianas
Que nos ayudan a recordar el inmenso amor de nuestra madre a nosotros, sus hijos




Pincha y podrás investigar...


25 de abril de 2015

SAN MARCOS EVANGELISTA


Hoy,  25 de abril la Iglesia Católica celebra la Fiesta de San Marcos Evangelista, discípulo de San Pedro y autor del segundo Evangelio del Nuevo Testamento. Su símbolo es el león alado por su relación con el Apocalipsis y San Juan Bautista.
San Marcos era judío de la zona de Jerusalén. Acompañó a San Pablo y Bernabé, su primo, a Antioquía en el primer viaje misionero. Fue también con Pablo a Roma.
San Marcos se separó de ellos en Perga y retornó a su casa. Más adelante, Pablo se rehusó aceptar a Marcos, Bernabé rompió su asociación misionera con San Pablo y se fue a Chipre con su primo. Años después, San Marcos y San Pablo se juntarían en otro viaje misionero.
Sobre su Evangelio, San Marcos escribió en griego al parecer para un público cristiano. Se debate la fecha en la que lo escribió, pero quizás se dio en la década del 60 – 70 después de Cristo.
El Evangelista fue con San Pedro a Roma, apóstol que se refería a San Marcos como “mi hijo”. Marcos estableció a la Iglesia en Alejandría, donde fundó su famosa escuela cristiana.
Murió mártir aproximadamente un 25 de abril del 68 en Alejandría. Sus reliquias reposan en la Catedral de Venecia.
A San Marcos se le representa como un león alado en relación a uno de los cuatro seres vivientes del Apocalipsis. Hay quienes consideran que esto se debe a que el Evangelio de San Marcos inicia con Juan Bautista clamando en el desierto, a modo de un león que ruge.


11 de abril de 2015

FESTIVIDAD DE LA DIVINA MISERICORDIA


Hoy primer domingo después de la pascua de resurrección la iglesia católica celebra la fiesta de la Divina misericordia...

A quien lee el Diario de Santa María Faustina Kowalska, se detien en esta oración:
"Expirastes, Jesús pero la fuente de vida brotó para las almas y el mar de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh fuente de vida, insondable Misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros". ( Diario, 1319)

Inmediatamente después de estas palabras y sin más explicación Santa Faustina apuntó las siguientes palabras del Señor:

"A las tres de la tarde ruega por mi misericordia en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en mi pasión , especialmente en mi abandono en el momento de mi agonía. Ésta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de mi pasión..." (Diario, 1320)



Fiesta de la Divina Misericordia, Fiesta instituida por el Papa Juan Pablo II, "El alma que acuda a la Confesión y que reciba la Santa Comunión, obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. Que ningún alma tema acercarse"






6 de abril de 2015

ENCUENTRO DE PROFESORES CATÓLICOS

Sábado 18 de Abril a las 10 h en el Colegio Concertado
la Milagrosa de Manzanares.









27 de marzo de 2015

DE
SEMANA SANTA

SEMANA SANTA

La Semana Santa o Semana Mayor está formada por los últimos días de la Cuaresma (del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor a la Misa en la Cena del Señor exclusive) y el Triduo Pascual de la Pasión, Muerte, Sepultura y Resurrección del Señor, que comienza con la Misa vespertina de la Cena del Señor, el Jueves Santo, tiene su centro en la Vigilia Pascual y acaba con las Vísperas del Domingo de Resurrección.
Este conjunto de ocho días encierra un gran número de celebraciones ligadas a los diferentes momentos de la Pasión y glorificación de Jesús.
¿Como nació la celebración de la Semana Santa? 
Estos actos proceden del desglose de la primitiva y única celebración pascual cristiana que tenía lugar la noche del sábado al domingo Pascual con la iniciación de los nuevos cristianos; entonces se celebraba el misterio de muerte y vida que encierra esta fiesta, y la misma hora de la liturgia, de la noche al día, servía de ambientación.
Sin embargo, tras dar libertad a la Iglesia a comienzos del siglo IV, el Emperador Constantino y su madre Santa Elena dispusieron la construcción de grandes basílicas o de sencillas ermitas sobre los lugares donde real o supuestamente habían ocurrido los momentos más importantes de la vida de Jesús; la práctica siguió incrementándose y los peregrinos llegados a Tierra Santa querían, sobre todo, visitar los santos lugares de la Pasión del Señor. De aquí vino también el organizar celebraciones en estos lugares y en el mismo día y hora en que ocurrieron.
Nació así en Jerusalén la Semana Santa y los peregrinos extendieron este uso por todas las Iglesias; la Vigilia Pascual perdió entonces ante los fieles la consideración de memoria de la muerte de Cristo, celebrándose sólo la resurrección y perdiéndose la unidad del Misterio Pascual; lo que no debe ocurrir, porque en cada acto se celebra siempre a Cristo, muerto y resucitado.
Estas celebraciones son simples recuerdos o escenificaciones teatrales porque, como enseña el Concilio Vaticano II:«La santa madre Iglesia... conmemorando así los misterios de la redención abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo, esos misterios se hacen presentes en todo tiempo para que los fieles puedan ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación» (Sacrosanctum Concilium n.º 102).
Estas celebraciones reciben con la mayor propiedad el nombre de «misterio litúrgico» y de «misterios o sacramentos pascuales». La palabra misterio no quiere decir algo indescifrable, sino que designa el plan salvífico de Dios, su realización en la historia del pueblo de Israel y, llegada la plenitud de los tiempos, en los principales acontecimientos de la vida de Jesucristo, en particular en su muerte y resurrección; y luego quiere decir también la actualización de tal obra salvífica en la Iglesia y en las acciones sagradas de su liturgia; pero, como la salvación realizada en Cristo no fue otra cosa que la Pascua de su muerte y resurrección reales, la liturgia será la actualización de la Pascua por medio del misterio, o sea, por medio de signos reales y eficaces. 
En una reconstrucción litúrgica de los últimos días de Jesús, el Domingo de Ramos recordamos su entrada en Jerusalén y el conjunto de la Pasión; el lunes, martes y miércoles santos hacemos memoria respectivamente de la unción en Betania, del anuncio de la traición de Judas y del hecho mismo de la traición.
El jueves se celebra la Eucaristía queriendo revivir el ambiente de la Última Cena y se vela en oración acompañando a Jesús en Getsemaní. El viernes está dedicado al misterio de la Cruz y la muerte gloriosa de Cristo. El sábado es el día del silencio ante la sepultura de Jesús, y el domingo, finalmente, en la noche santa que lo inicia, es la celebración integral del Misterio Pascual, con particular énfasis en el triunfo del Señor sobre la muerte.
Esta es la Semana Santa y el Triduo santo pascual, punto culminante de todo el año litúrgico. La preeminencia que tiene el domingo en la semana, la tiene la solemnidad de Pascua en el año litúrgico.




Conmemoración de la Entrada
del Señor en Jerusalén
En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por esa razón, en todas las misas se hace memoria de esta entrada del Señor: por la procesión o entrada solemne antes de la misa principal, o por la entrada simple antes de las restantes misas.
La liturgia de este día expresa por medio de dos ceremonias, una de alegría y otra de tristeza, los dos aspectos del misterio de la Cruz.  Se trata primero de la bendición y procesión de las Palmas en que todo respira un santo júbilo, el cual nos permite, aún después  de veinte siglos, revivir la escena grandiosa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.  Luego viene la Misa, cuyos cantos y lecturas se relacionan exclusivamente con el doloroso recuerdo de la Pasión del Salvador.
Bendición de los Ramos y Procesión.
En Jerusalén, y en el siglo IV, se leía en este domingo, y en el lugar mismo en que se realizó, el relato evangélico que nos pinta a Cristo aclamado por las turbas como rey de Israel, y tomando posesión de la capital de su reino. Y, en efecto, Jerusalén era imagen del reino de la Jerusalén celestial.
Luego, el obispo cabalgando sobre un jumento, iba desde la cima del Monte de los Olivos hasta la Iglesia de la Resurrección, rodeado de la muchedumbre que llevaba en la mano ramos  y cantaba himnos y antífonas. 
Semejante ceremonia iba precedida de la lectura del paso del Éxodo, relativo  a la salida de Egipto. El pueblo de Dios, acampado a la sombra de las palmeras, junto a las doce fuentes en que Moisés les prometió el maná, era figura del pueblo cristiano que corta ramas de palmeras y manifiesta que su Rey, Jesús, viene a liberar las almas del pecado y a conducirlas a las fuentes bautismales para alimentarlas después con el Maná eucarístico. 
La iglesia romana, al adoptar uso tan bello hacia el siglo IX, añadió los ritos de la bendición de los Ramos. En esa bendición, la Iglesia implora sobre  « los que moran en las habitaciones en que se guardan, la salud del alma y cuerpo ». 
Este cortejo de cristianos que, con palmas en la mano y entonando triunfantes hosannas, aclama todos los años en el mundo entero y a través de todas las generaciones la realeza de Cristo. 
"Viendo por la fe ese hecho y su significación roguemos al Señor que, lo que aquél pueblo hizo exteriormente, nosotros lo cumplamos también espiritualmente, ganando la victoria sobre el demonio".
Conservemos religiosamente en nuestras casas uno de los ramos bendecidos. Este sacramental nos alcanzará gracias, por virtud de la oración de la Iglesia, y afinazará nuestra fe en Jesús vencedor del pecado y de la muerte.
La liturgia del Jueves Santo está toda embebida en el recuerdo de la Redención. La función antiguamente de tres misas: La primera, en que se reconciliaban a los públicos penitentes, la segunda, en la cual se consagraban los Santos Óleos, y la tercera, para conmemorar muy especialmente la institución de la Sagrada Eucaristía en la Última Cena.
La Iglesia, celebra en la Eucaristía durante el curso del año los todos los misterios de la vida de Jesús, se apega hoy al recuerdo de la institución misma de este Sacramento inefable y del Sacerdocio Católico.
Esta misa realiza de un modo muy especial la orden dada por Jesús a sus sacerdotes de renovar la Última Cena en que Jesús, en los momentos mismos en que tramaban su muerte, instituyó el misterio de perpetuar entre nosotros su presencia. Por eso la Iglesia, suspendiendo un instante su duelo, celebra el Santo Sacrificio en este día con santo júbilo, reviste a sus ministros con ornamentos blancos y festivos, y canta el Gloria como a vuelo de campanas, las cuales enmudecerán hasta la Vigilia Pascual.
En la Epístola nos dice el Apóstol que la Misa es el "Memorial de la muerte de Jesús". Era necesario el sacrificio del altar para que pudiésemos comulgar la Víctima del Calvario y aplicarnos sus méritos. Y así la Eucaristía, que toma todo su valor del sacrificio de la cruz, comunica a su vez una universalidad de tiempo y de lugares. El mismo Salvador se encarga de hacer las abluciones prescritas por los judíos en el curso del festín (Ev), mostrándose con ello cuál es la pureza y la caridad que Dios exige a los que quieren comulgar, para no exponerse como Judas a ser reos del Cuerpo y Sangre del Señor (Ep).
Participemos todos hoy de este Ágape, de este festín de la Caridad. Ésa es la intención de nuestra Santa Madre Iglesia.
No dejemos de ir a recibir en este Jueves Santo la Sagrada Víctima que se inmola en el altar, y así cumpliremos santamente con nuestro deber; precisamente en este día se nos recuerdan los todos los detalles de la institución del Sacerdocio y del Sacrificio Eucarístico.


El Viernes Santo es un día de duelo, el mayor de todos. Cristo muere. El dominio de la muerte, consecuencia del pecado, sobre todas nuestras vidas humanas alcanza incluso al jefe de la humanidad, el Hijo de Dios hecho hombre.
Pero, como todos los cristianos saben, esta muerte que Jesús ha compartido con nosotros y que fue tan atroz para él, respondía a los designios de Dios sobre la salvación del mundo y aceptada por el Hijo para nuestra redención. Desde entonces la cruz de Cristo es la gloria de los cristianos. "Para nosotros toda nuestra gloria está en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" y,  hoy,  lo repite la Iglesia y presenta la misma cruz para nuestra adoración: "He aquí el madero de la cruz, del cual pendió la salvación del mundo". Por ello, el Viernes Santo es al mismo tiempo que un día de luto, el día que ha devuelto la esperanza a los hombres; él nos lleva a la alegría de la resurrección.
La acción litúrgica con que la Iglesia celebra, por la tarde, la redención del mundo, debería ser amada de todos los cristianos. En este día, el recuerdo solemne de la Pasión, las grandes oraciones en que la Iglesia ora confiada por la salvación de todos los hombres, la adoración de la cruz y el canto de los improperios son algo más que ritos emocionantes; es la oración y el hacinamiento de gracias de los rescatados que, en comunidad, adquieren conciencia ante Dios de todo lo que el misterio de la cruz representa para ellos.


Durante el día del sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo. 
La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor., meditando su pasión y muerte y aquél "descenso a los infiernos" – al lugar de los muertos – que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. Pero el descenso al reino de muerte es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la misma. 
Hoy no se celebra sacrificio de la Misa ni se recibe comunión – a no ser el caso de viático -, aunque se reza la liturgia de las Horas. El altar permanece por todo ello desnudo hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pasados.

Sábado Santo 

"...rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en  secreto por temor de los judíos, que le permitiese tomar el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y tomó su cuerpo. Llegó Nicodemo, el mismo   que había venido a Él de noche al principio, y trajo una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo fajaron con bandas de aromas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Había cerca del sitio donde fue crucificado un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual nadie aún había sido depositado. Allí, a causa de la Pascua de los judíos, por estar cerca el monumento, pusieron a Jesús (Jn 19, 38-42)." 
Reflexión:
Es curioso ver los frutos inmediatos de la muerte de Jesús, en verdad, si el grano de trigo no muere, no dará fruto. José de Arimatea y Nicodemo preparan el cuerpo sagrado de Jesús como era costumbre entre los judíos. Tenían que darse prisa, pues ya se acercaba la madrugada, que era el sábado. Los judíos guardaban el sábado, y no hacían ningún tipo de trabajo, sólo orar, estar recogidos en Dios. Estos hombres, que eran fieles a sus leyes, no querían dejar a Jesús así, pero tampoco querían ir en contra de los preceptos religiosos. Tuvieron que sepultarlo en una tumba nueva, que estaba allí cerca. Las mujeres que acompañaba a Jesús también vieron colocaron el cuerpo de Jesús y se fueron antes de que comenzara el sábado.
Jesús, "descendió a los infiernos", dice el credo que rezamos, pero este infierno no es el mismo del que Jesús habla en el evangelio (fuego eterno), sino es el limbo, donde estaban todos los justos esperando que Jesús triunfara sobre el mal, que se consumiera su muerte, su reparación por nuestros pecados, para que así, las puertas del paraíso volvieran a abrirse y ellos pudieran entrar.
Mientras que el mundo pensaba que Jesús había fracasado, no fue así, triunfó. Apenas comenzaba la glorificación del Padre y la Suya.  Mientras los apóstoles, asustados, se escondían por temor a ser vistos por los soldados, pues temían su propia vida, Jesús liberaba a los justos y estos salieron al encuentro del paraíso que Dios tenía preparado para ellos. Diferentes sentimientos sobre un mismo suceso, y usted, qué sentimientos tiene ante estos sucesos? 


El Domingo de Resurrección
Cristo verdaderamente resucitó de la muerte, ganando para nosotros nueva vida.
En el Domingo de Resurrección, la Iglesia contempla a Cristo resucitado. Así revive la experiencia primordial en que descansa la base de su existencia. Ella experimenta la misma maravilla que María Magdalena y las otras mujeres que fueron a la tumba de Cristo en la mañana de Pascua y la encontraron vacía. Esa tumba llegó a ser la matriz de la vida. Quienquiera que había condenado a Jesús, creyó que El había enterrado su causa bajo una lápida helada. Los mismos discípulos experimentaron el sentimiento del fracaso irreparable. Entendemos su sorpresa, entonces, e incluso su desconfianza ante las noticias de la tumba vacía. Pero el Resucitado no demoró en dejarse ver El mismo y ellos se rindieron a la realidad. ¡Ellos vieron y creyeron! Dos mil años más tarde, nosotros sentimos todavía la emoción indecible que los venció cuando ellos oyeron el saludo del Maestro: "la Paz esté con ustedes..."
La Resurrección de Cristo es la fuerza, el secreto de la Cristiandad. No es una pregunta de la mitología ni de mero simbolismo, si no un acontecimiento concreto. Es confirmado por pruebas seguras y convincentes. La aceptación de esta verdad, aunque es fruto de la gracia de Espíritu Santo, descansa al mismo tiempo en una base histórica sólida. En el umbral del tercer milenio, el nuevo esfuerzo por la evangelización puede empezar sólo de una experiencia renovada de este Misterio, aceptado en la fe y presenciado en la vida. ... Papa Juan Pablo II

La Misa deberá ser celebrada en el Día de Pascua con gran solemnidad. Es apropiado que el rito penitencial en este día se acompañe con rocío de agua bendita en la Vigilia, durante la cual se debe cantar la antífona del Vidi Aquam, o alguna otra canción de carácter bautismal. Las fuentes en la entrada de la iglesia deben llenarse también con la misma agua. La tradición de celebrar Vísperas bautismales en el Día de Pascua cantando salmos durante la procesión a la fuente se debe mantener donde está todavía vigente, o ser reestablecida debidamente. El Cirio Pascual tiene su lugar apropiado cerca del púlpito o en el altar y debe ser encendida por lo menos en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de la temporada hasta el domingo de Pentecostés, lo mismo en Misa que en la oración Matutina y Nocturna. Después del tiempo de Pascua el Cirio se debe guardar con respeto en el baptisterio, así que en la celebración del Bautismo la vela del bautizado pueda ser encendida de él. En la celebración de funerales, el Cirio Pascual debe estar cerca del ataúd para indicar que la muerte de un cristiano es su propia Pascua. El Cirio Pascual no debe encenderse ni colocarse en el santuario fuera de la temporada de Pascua .








El Viernes de Dolores es el viernes anterior al Domingo de Ramos, comprendido dentro de la última semana de la Cuaresma, conocida por la Iglesia como Semana de Pasión. Este Viernes es DISTINTO al Viernes de Semana Santa cuando murió Jesús. En este Viernes de Dolores se recuerdan los dolores sufridos por la Virgen María, desde la profecía de Simeón hasta la muerte de Jesús. 

En algunas regiones es considerado como el inicio de la Semana Santa o Semana Mayor, al iniciarse en éste los desfiles procesionales. 

Los católicos manifiestan su fervor religioso en la celebración de los Dolores de Nuestra Señora, incluyendo por ejemplo en la liturgia de la Misa la secuencia del Stabat Mater, una oración "estando la madre" al pié de la cruz de Jesús. 

En algunos lugares se le denomina Viernes de Concilio, el cual es tomado como día de ayuno y abstinencia, quedando proscrito el consumo de carnes. 

El Concilio Vaticano II consideró, dentro de las diversas modificaciones al calendario litúrgico, suprimir las fiestas consideradas "duplicadas", esto es, que se celebren dos veces en un mismo año; por ello la fiesta primigenia de los Dolores de Nuestra Señora el viernes antes del Domingo de Ramos fue suprimida, siendo reemplazada por la moderna fiesta de Nuestra Señora de los Dolores el 15 de Septiembre. 

A pesar de ello, la Santa Sede contempla que, en los lugares donde se halle fervorosamente fecunda la devoción a los Dolores de María, este día puede celebrarse sin ningún inconveniente con todas las prerrogativas que le son propias.




Felicidades a todas las que hoy celebráis vuestra onomástica, en especial a nuestra Loly Valverde.