La celebración de Viernes Santo es una de las más representativas y profundas de la liturgia y piedad de la Iglesia. Se conmemora la crucifixión y muerte del Señor, razón por la cual los fieles guardan ayuno y abstinencia de carne como penitencia por sus pecados que han merecido tales tormentos al Señor.
Viernes Santo es un día a-eucarístico pero no a-litúrgico. No hay celebración de la Eucaristía, pero sí celebraciones litúrgicas.En lugar de la Eucaristía se celebra la Liturgia de la Pasión del Señor a la hora más cercana a las 15:00, por ser la hora en que murió Jesús. Los ornamentos de este día son de color rojo por la sangre derramada por Jesús en la Cruz y a lo largo de toda su Pasión. Es una celebración austera pero muy rica en significado. Los altares están desnudos, sin manteles ni adornos, pues han sido despojados tras la celebración de Jueves Santo.
Peculiaridades del Viernes Santo
En la celebración litúrgica de Viernes Santo hay varias cosas peculiares.
Comienza en silencio y de rodillas:
Ya se empieza significativamente: en adorante y sobrecogedor silencio, el obispo y sacerdotes postrados en tierra mientras que el resto de fieles están de rodillas. En este día se proclama la Pasión entera, igual que Domingo de Ramos.
Adoración de la Cruz:
Es el único día del año en el que la cruz se adora, no se venera. La Cruz recibe el obsequio de nuestra genuflexión. Doblamos la rodilla ante ella. Esta cruz es mostrada al pueblo siendo despojada del velo que la cubre a la aclamación “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. Venid, a adorarlo”. Tras esto, los fieles adoran la cruz con una genuflexión y un beso.
Una colecta especial:
La colecta de este día es especial, pues está destinada al sostenimiento de los Santos Lugares en Tierra Santa.
Devociones y costumbres populares del Viernes Santo
Este día es también marco cronológico para muchas devociones populares en torno a la Pasión del Señor. Es costumbre rezar el Vía crucis, la meditación de las Siete Palabras que el Señor pronunció en la Cruz, las procesiones del entierro y la vela ante el sepulcro.
En este día que como hemos dicho es a-eucarístico por estar de luto por la muerte del Señor, al igual que el Sábado hasta la celebración de la Vigilia Pascual, la Iglesia, en señal de su duelo también, hace callar las campanas que volverán a sonar cuando se anuncie que Cristo ha resucitado. En su lugar suenan unas matracas de madera, con un sonido muy característico. El órgano tampoco suena y el canto es monódico, evitándose la polifonía.
Otras costumbres y tradiciones de este día es cubrir las imágenesde Jesús con una tela morada, y que serán descubiertas el Domingo de Resurrección. La imagen de la Virgen María se viste de luto por el profundo dolor causado por la muerte de su Hijo. Los fieles de la parroquia, sobre todo en la procesión del Santo Entierro también lo hacen.
El Jueves Santo se celebra: La Última Cena; El Lavatorio de los pies; La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio y la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní
Sabías que el Jueves Santo se conmemora la Institución de La Eucaristía como el regalo de Amor, también se conmemora la Institución de uno de los Sacramentos de entrega y abandono total al Señor: el Sacramento de La Orden Sacerdotal y La Vida de Servicio a los demás.
Con la celebración del Jueves Santo no solo se abre el Triduo Pascual. En este día nuestra Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, pero a la vez con las Palabras mismas de Jesucristo Hagan esto en conmemoración mía, festejamos a todos los valientes que dijeron sí, un sí de corazón como el de María a vivir una vida consagrada a Jesús y con el gesto del lavatorio de pies también festejamos a todos aquellos que dedican su vida a servir de manera humilde y extraordinaria a los demás cumpliendo el último mandamiento de Cristo.
En este día que para algunos representa tristeza, dolor e incluso traición, se celebran tres grandes acontecimientos, por la mañana, tenemos en primer lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo Diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se usan en la administración de los principales sacramentos. Junto con ello, todos los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo y es con este gesto que los Sacerdotes de nuestra iglesia celebran un año más de la institución de La Vida Sacerdotal.
Luego ya por la tarde tenemos la Misa Vespertina donde damos Introducción a la celebración del Triduo Pascual es así como el Jueves Santo llega a su máxima relevancia. En ésta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que culminará en la vigilia que se conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua la Resurrección de Jesucristo.
Al comienzo de la celebración, el sagrario se presenta vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.
Como en todas las celebraciones litúrgicas se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros y finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor.
Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de ésta celebración es el blanco sustituyendo al morado.
En ésta celebración se canta de nuevo el “Gloria” a la vez que se tocan las campanas, y cuando éste termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa por eso no debe de extrañarte que durante la Consagración no se oigan las campanas.
Las lecturas de éste día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo donde se nos presentan Prescripciones sobre la cena pascual, Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles, siguiendo la tradición judía, ya que según ésta se debía de cenar un cordero puro y del año; y la sangre de éste se debía rociar la puerta en señal de purificación ya que si no se hacía así el ángel exterminador entraría a la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo. La segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios donde se nos enseña que: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este vino, proclamamos la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente, se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de representar a los doce apóstoles, en el que se recuerda el gesto que realizó Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y las ofrendas, este acto suprime el Credo. Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan. Y es así que celebramos la Institución del Mandamiento de Amor, Ámense los unos a los otros como Yo los he Amado en términos sencillos El servicio a los demás con y por Amor a Cristo.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que se recordará a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.
En el momento de la Plegaria Eucarística durante la consagración, se prefiere la recitación del Canon Romano o Plegaria I, dado que el texto prevé algunos párrafos directamente relacionados con lo que se celebra en este día, durante la Epíclesis se invoca al Espíritu Santo para que queden consagrados el vino y el pan; esto se da cuando el Sacerdote impone sus manos sobre los dones ofrecidos para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo y para que la comunión, ayude a la salvación de los que participan de ella y actúe sobre la comunidad celebrante, esta es la parte Máxima de la Liturgia de este día y así se conmemora y se celebra la institución de la Eucaristía.
Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión hasta el llamado “Altar de la reserva” o “Monumento”, un altar exclusivo preparado para esta celebración, que debe estar fuera del templo y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. Durante la procesión hasta la llegada al lugar del Monumento, se entona algún himno eucarístico, el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. Por lo general, no da la bendición con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos instantes orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de reserva, hace genuflexión y se retira
Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios del día jueves finalizan, pues la celebración continuará al día siguiente y se nos invita a conmemorar al día siguiente la muerte del Señor.
En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo acto de denudación de los altares, en el que los sacerdotes y ministros, retiran candeleros y manteles de todos los altares de la iglesia.
Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el “Monumento”, celebrándose la llamada “Hora Santa” en torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía y oración en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes celebrantes piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la tarde-noche del Jueves Santo.
En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete monumentos en distintos Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de “estaciones”, los distintos momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto.
Desde hace unos años, como Iglesia Católica celebramos el Jueves Santo como Día del Amor Fraterno pues Dios nos amó tanto que nos dio a su Hijo Único para que fuéramos salvados creyendo en Él, y Jesús entrega su vida a cambio de la nuestra y no hay prueba de amor más grande que el que da la Vida por los suyos. Y no sólo bastandole eso, en la locura de amor más grande por nosotros, no sólo se entrega y da la vida, si no que se queda con bajo las apariencias del Pan y el Vino; Su Sacrificio de Amor más grande: La Cruz. Su regalo de amor más grande: La Eucaristía.
Por tanto que este jueves Santo, no represente tristeza para ti, sino que al contrario represente una verdadera Felicidad y una respuesta de Amor ante el mandamiento que nos dejó Cristo de Amarnos como Él nos amó, sirviendo a los demás, que La Eucaristía sea un cumplimiento más de su palabra en ti, pues en ella se cumple su promesa de estar con nosotros siempre hasta el final de los tiempos, por tanto no permitas que el pecado te quite la gracia de poder comulgar, para que cada vez que comulgues se cumpla en ti su última promesa, y si ves a un Sacerdote, ora por él y agradece a Dios por su valentía al dar el Sí a la vida sacerdotal y si puedes felicítalo por un año más de tan grande ministerio y misterioso sacramento, pues sin ellos la Eucaristía no sería posible, como dijo Peter Parker (Spiderman) tienen en sus manos un gran poder, pero que lleva una gran Responsabilidad. Jueves Santo, día de Entrega y Servicio con y por Amor a Jesucristo.
El Triduo Pascual (Triduum Paschale) es el tiempo en el que la liturgia cristiana conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, y constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico. En la liturgia –Católica- romana, comprende desde la tarde del Jueves Santo, cuando concluye la Cuaresma, hasta la madrugada del Domingo de Pascua, en que empieza el Tiempo Pascual.
La expresión «Triduo Pascual» es relativamente reciente, pues no se remonta más allá de los años 1930. Pero ya a finales del siglo IV San Ambrosio hablaba de un Triduum Sacrum para referirse a las etapas históricas del misterio pascual de Jesús que durante tres días et passus est, et quievit et resurrexit. San Agustín utilizó una expresión parecida, Sacratissimum Triduum, para indicar los tres días de Cristo crucifixi, sepulti, suscitati.
La palabra triduo procede del latín triduum, de tres y duum, derivado de dies, "día", lo que literalmente significa "espacio de tres días". En general y particularmente en la iglesia católica, son las oraciones o celebraciones religiosas que duran tres días.
El Triduo Pascual se inicia el jueves santo con la misa de la cena del Señor, continúa el viernes santo con la celebración de la pasión y el sábado alcanza su punto más alto con la vigilia pascual, termina con las oraciones de la tarde el Domingo de Resurrección.
La Cuaresma termina el jueves santo. Entonces la Iglesia recuerda la muerte y resurrección de Jesús durante el Triduo Pascual. Estos tres días son los más importantes del año de la Iglesia.
Misa de la cena del Señor
El jueves santo recordamos la última cena y que Jesús se ofreció a sí mismo en la Eucaristía. Recordamos que Jesús escogió a los apóstoles para servir y dirigir la Iglesia. Para recordar que Jesús lavó los pies de los apóstoles en la última cena, el sacerdote lava los pies de los miembros de la congregación. El jueves santo es un día especial para los sacerdotes porque ese día se instituyó la ordenación sacerdotal.
La misa de la cena del Señor el jueves santo es una celebración hermosa y llena de gozo. Durante el canto del Gloria, se tocan las campanas de la iglesia que permanecerán en silencio hasta la vigila pascual, el sábado de gloria en la noche. El jueves santo es la fiesta del Santísimo Sacramento, por esa razón la Eucaristía se lleva en procesión, después de la misa, a un altar preparado para la ocasión. Entonces el altar principal se limpia.
Viernes santo
El viernes santo recordamos la muerte de Jesús. De acuerdo a una costumbre antigua, no se celebra misa ese día o antes de la vigilia pascual. La celebración de la pasión y muerte se conmemora en la tarde. Hay tres partes en la liturgia de ese día: La Liturgia de la Palabra, la veneración de la cruz y la comunión de hostias consagradas el jueves santo.
Vigilia pascual
El sábado santo la Iglesia medita en el sufrimiento y la muerte de Jesús. Después se reúne para celebrar la vigilia pascual. La celebración de la vigilia puede tener lugar a media noche.
La vigilia pascual tiene cuatro partes. El servicio de la luz, la Liturgia de la Palabra, la Liturgia del Bautismo y la Liturgia de la Eucaristía.
Durante el servicio de la luz, todas las luces de la iglesia de apagan y se prepara un fuego fuera de la iglesia. El fuego se bendice y se enciende el cirio pascual. El cirio se lleva a la iglesia. Este es el signo de Cristo, la Luz del mundo quien ha vencido la oscuridad del pecado y la muerte. El cirio encendido es la única luz. Después miembros de la congregación encienden velas con el fuego del cirio. La luz del cirio y de esas velas ofrecen la única iluminación durante el resto de la liturgia. Esta sección concluye cantando el Pregón Pascual, el Exsultet.
Durante la Liturgia de la Palabra, la historia del gran amor de Dios por nosotros es proclamada en lecturas del Antiguo Testamento, del cual se leen siete textos. Es preferible que se lean los siete textos, el número de lecturas puede reducirse si las circunstancias lo requieren. Sin embargo, tres lecturas deben ser proclamadas. Lo menos que se deben proclamar son dos. Las lecturas recuerdan los grandes eventos de la salvación para disponer al pueblo a celebrar los sacramentos de iniciación cristiana con gran fe, empezando con la creación misma.
Durante la Liturgia del Bautismo los que han sido preparados para recibir el Bautismo y los padrinos son llamados al frente. El sacerdote y los ministros van a la pila bautismal, si puede ser vista por la congregación. Si no, una jarra con agua se coloca en el altar. Después que los candidatos son bautizados los presentes se ponen de pie y encienden sus velas y renuevan sus promesas bautismales como señal de que ellos comparten la nueva vida de Jesús por medio de su resurrección. Los nuevos bautizados y confirmados esperan para compartir la Eucaristía.
La vigilia pascual concluye con la celebración de la Eucaristía. Es un gozoso compartir en la comida y sacrificio de Jesucristo. Resucitado Señor y Salvador.
Colores litúrgicos
El jueves santo, para la misa de la Cena del Señor, se usa el blanco para significar el gozo de los eventos recordados en la liturgia.El rojo usado el viernes santo significa la pasión y muerte de Jesús.
Para la Vigilia Pascual se usa el blanco que significa el gozo de la resurrección de Cristo. También se puede usar dorado porque esta es la celebración más alegre del año litúrgico.
Símbolos del Triduo Pascual
Pan y vino recuerdan que nuestro Señor instituyó la Eucaristía en la última cena.
La cruz recuerda la crucifixión y muerte de Jesús el viernes santo.
El cirio pascual y el agua representan la luz y la nueva vida de la resurrección de Cristo y de nuestro bautismo.
El Miércoles Santo es el día de la entrega y la traición. Este día se recuerda el momento en que Judas, uno de los doce discípulos del Señor, se pone de acuerdo con los enemigos de Jesús y se ofrece a entregarlo a cambio de 30 monedas de plata. Es el comienzo de la mortal confabulación.
Tanto el Lunes, como el Martes como el Miércoles se habló de él. El lunes, fue él quien se quejó de que María usase un perfume caro en los pies de Jesús, el martes se lo señaló como el traidor, y en este día se ve cómo buscó la forma para traicionarlo (Mateo 26, 14-25).
Judas se sintió defraudado por Jesús, no era el Mesías que buscaba ¿Cuántas veces hemos sentido lo mismo? ¿Cuántas veces nos hemos sentido incómodos con alguna enseñanza de Cristo porque nos pedía dejar uno que otro vicio? Ante esto tenemos dos opciones, la de Judas que es irnos de Cristo, o la de la misericordia, que es confiar en el perdón de Dios y seguir con Él.
El principal suceso del Martes Santo fue el anuncio de la muerte del Señor. Ese día se hallaba Jesús en casa de Simón, el leproso al que había curado milagrosamente. Durante la cena una mujer hace su entrada en la casa, era María. La mítica mujer arroja un perfume sobre los pies de Jesús, luego los besa y seca con sus cabellos. Al ver esta escena, las personas de la casa se encolerizan con ella, diciendo que el perfume podría haber servido como mercancía para vender y beneficiar luego a los pobres. Sin embargo, ante el asombro general, el Señor defiende a María diciendo: “Esto ha sido como una preparación para mi entierro”. El mito cristiano sostiene que es en este momento en el cual anuncia Jesús su muerte, causando un gran pesar entre sus discípulos.
Se conmemora el momento en que Cristo reveló que uno de sus apóstoles lo va a traicionar, señalando a Judas. Así también se recuerda que Cristo le anunció a San Pedro que lo negaría tres veces antes que cante el gallo (Juan 13, 21-33.36-38).
Se muestra a un Cristo que tiene paciencia a las debilidades y pecados de sus apóstoles. No castiga a Judas ni recrimina a Pedro. Los ama, a pesar de lo que sucederá, cómo lo hace muchas veces con nosotros.
El Lunes Santo es un día crucial, no tanto en los festejos y liturgias, sino en su significado histórico. Luego de haber pasado la noche en Betania, Jesús vuelve a la cercana Jerusalem y se dirige al templo, pero lo encuentra convertido en un mercado, lleno de comerciantes dispuestos a hacer negocios entre ellos. Viendo el fatídico espectáculo que tenía frente, Jesús se enfrenta a los vendedores y los echa del lugar, argumentando que era un lugar sagrado al que había que respetar; un lugar donde se iba a rendir culto.
Se medita el Evangelio de la unción en Betania (Juan 12, 1-11). Pocos días después de la resurrección de Lázaro, su hermana María, en muestra de gratitud, unge los pies de Cristo con un perfume tan caro que equivalía el salario de un obrero de un año.
Se contempla la inmensidad de la misericordia de Dios, que va más allá de, por ejemplo, uno de los objetos más caros que se pudo encontrar en ese momento. Humanamente no podemos pagar todo lo bueno que el Señor nos ha de dar con su sacrificio.
"En el misterio pascual, Dios Padre, por medio del Hijo en el Espíritu Paráclito, se ha inclinado sobre cada hombre ofreciéndole la posibilidad de la redención del pecado y la liberación de la muerte". (Juan Pablo II)
Este 2020, la Semana Santa comenzará con el Domingo de Ramos el 5 de abril y terminará con el Domingo de Resurrección el 12 de abril.
Experto explica la liturgia del Domingo de Ramos y los cambios por el coronavirus
La Iglesia celebra hoy el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor y da comienzo a la Semana Santa que este año, debido a la situación de emergencia sanitaria por la epidemia del coronavirus COVID-19, tendrá unas características particulares para evitar la propagación de la enfermedad.
D. Salvador Aguilera López, sacerdote de la Archidiócesis Primada de Toledo, licenciado en teología litúrgica por la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid, España, explicó a ACI Prensa el significado de la liturgia de este día y cómo se va a celebrar este año bajo la emergencia por el coronavirus.
En primer lugar, expuso el motivo por el que recibe el nombre de “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor”: “La primera parte del título hace referencia a los ramos que llevan los fieles en la procesión, conmemorando así la entrada del Señor en Jerusalén y simbolizando el triunfo regio que Cristo ha obtenido al morir en la Cruz. La segunda parte, subraya el nexo intrínseco que hay entre ambos aspectos del misterio pascual: pasión y gloria; ya que como dice san Pablo: ‘si sufrimos con Él, seremos también glorificados con Él’ (Rom 8, 17)”.
Sobre este nexo, D. Salvador citó el inicio de la homilía del Papa el Domingo de Ramos del 14 de abril de 2019 en la Plaza de San Pedro: “El Papa Francisco comenzaba su homilía describiendo los dos momentos característicos de esta celebración, es decir, la procesión y la lectura solemne de la Pasión, señalando el contraste que hay entre estas dos partes: ‘Las aclamaciones de la entrada en Jerusalén y la humillación de Jesús; los gritos de fiesta y el ensañamiento feroz’”.
El sacerdote experto en liturgia hizo hincapié, de nuevo, en que dichos nexos los volvemos a encontrar también en la eucología de la Misa: “en la oración colecta le pedimos al Padre que imitemos el ejemplo de humildad de nuestro Salvador y aprendamos las enseñanzas de su Pasión para participar así de su Resurrección gloriosa”.
“Nuevamente aparece en el Prefacio: Cristo, siendo inocente, se dignó padecer por los impíos y ser condenado injustamente en lugar de los malhechores, para borrar con su muerte nuestros delitos y alcanzarnos la salvación al resucitar”.
En cuanto a la procesión que precede la Celebración Eucarística, el liturgista dice que: “dicha procesión quiere ser una mímesis o imitación de la entrada del Hijo de Dios en Jerusalén los días previos a su pasión redentora”.
Para ello, “el Misal Romano nos ofrece tres formas: procesión, entrada solemne y entrada simple. La forma primera o procesión es la más conocida o usada: en una iglesia o menor u otro lugar se reúnen el sacerdote y los fieles y, tras asperjar con agua bendita los ramos, se proclama el evangelio de la entrada del Señor; tras una breve homilía, comienza la procesión hacia la iglesia en la que se va a celebrar la Eucaristía.”.
Junto a esta primera formula el Misal Romano incluye otras dos descritas por D. Salvador de la siguiente manera: “La forma segunda o entrada solemne se usa cuando no es posible hacer la procesión fuera de la iglesia; por eso, antes de la Misa principal se reúnen el sacerdote y los fieles en el lugar donde se tiene la bendición de los ramos y, tras la proclamación del Evangelio, se inicia la procesión hacia el altar en el que se va a celebrar la Eucaristía”.
“La forma tercera o entrada simple se usa en las restantes misas de este domingo y consiste en que, mientras el sacerdote se dirige al altar, tiene lugar un canto que haga alusión a la entrada del Señor en Jerusalén; por tanto, sin bendición de ramos, sin proclamación del Evangelio ni procesión”.
Hay que tener en cuenta, dice el experto en liturgia, cuanto señalan las normas emanadas por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos “En tiempo de Covid-19” (del 19 y 25 de marzo) con respecto al Domingo de Ramos: “La Conmemoración de la Entrada del Señor en Jerusalén se celebrará en el interior del edificio sagrado: en las iglesias catedrales se adoptará la forma segunda o entrada solemne y en las iglesias parroquiales y en los demás lugares, la forma tercera o entrada simple; por tanto, la forma primera o procesión no tendrá lugar este año”.
En la Liturgia de la Palabra de este día “se nos ofrece como primera lectura el tercer cántico del Siervo (Is 50, 4-7): ‘No escondí el rostro ante ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado’. La respuesta orante en el Salmo responsorial es: ‘Dios mío, Dios mío. ¿Por qué me has abandonado?’, el grito que escuchamos de labios de Jesús en la Cruz. La segunda lectura está tomada de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses (2, 6-11): ‘Cristo Jesús se humilló a sí mismo, por eso Dios lo levantó sobre todo’”.
La particularidad de la Liturgia de la Palabra, destaca el sacerdote, es esta: “Mientras que, en todas las celebraciones eucarísticas del año, la proclamación del Evangelio la hace el diácono o el sacerdote, el Domingo de Ramos y el Viernes Santo se hace de un modo diferente”.
“Serán tres los que hagan la lectura de la Historia de la Pasión del Señor que, aun siendo una proclamación solemne, no irá acompañada de cirios, ni de incienso, ni de la salutación inicial, ni de la asignación del libro y ni siquiera del beso del mismo al final”. Además, destacó “que en el Domingo de Ramos se lee la Pasión según los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), mientras que la Pasión según san Juan se proclama el Viernes Santo”.
El último gesto llamativo que tienen en común las celebraciones del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor y el Viernes Santo en la Pasión del Señor, dice don Salvador Aguilera López es que todos los fieles se arrodillan por unos instantes: “durante la lectura de la Historia de la Pasión del Señor, tras narrar la muerte de Cristo en la Cruz, todos los fieles se arrodillan y permanecen unos instantes en silencio. Este silencio ante la muerte de nuestro Redentor en la Cruz, tal como señala el Cardenal Robert Sarah: ‘transforma, purifica y da paz al hombre. Le permite estar en comunión con los sufrimientos y la muerte de Cristo, entrar plenamente en la vida divina’ (‘La fuerza del silencio’)”.
Elpapa Franciscoofició hoy la tradicional misa delDomingo de Ramos, que marca la entrada de la Semana Santa, en una basílica de San Pedro desierta debido a la pandemia de coronavirus (COVID-19).
El pasado 15 de marzo, el Vaticano anunció que todas las celebraciones litúrgicas de Pascua se llevarían a cabo "sin la presencia física de los fieles" en la plaza de San Pedro.
Así, este domingo, el pontífice bendijo los ramos en una basílica vacía, salvo por unos pocos religiosos y religiosas, sentados cada uno en un banco.