El Lunes Santo es un día crucial, no tanto en los festejos y liturgias, sino en su significado histórico. Luego de haber pasado la noche en Betania, Jesús vuelve a la cercana Jerusalem y se dirige al templo, pero lo encuentra convertido en un mercado, lleno de comerciantes dispuestos a hacer negocios entre ellos. Viendo el fatídico espectáculo que tenía frente, Jesús se enfrenta a los vendedores y los echa del lugar, argumentando que era un lugar sagrado al que había que respetar; un lugar donde se iba a rendir culto.
Se medita el Evangelio de la unción en Betania (Juan 12, 1-11). Pocos días después de la resurrección de Lázaro, su hermana María, en muestra de gratitud, unge los pies de Cristo con un perfume tan caro que equivalía el salario de un obrero de un año.
Se contempla la inmensidad de la misericordia de Dios, que va más allá de, por ejemplo, uno de los objetos más caros que se pudo encontrar en ese momento. Humanamente no podemos pagar todo lo bueno que el Señor nos ha de dar con su sacrificio.
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