El principal suceso del Martes Santo fue el anuncio de la muerte del Señor. Ese día se hallaba Jesús en casa de Simón, el leproso al que había curado milagrosamente. Durante la cena una mujer hace su entrada en la casa, era María. La mítica mujer arroja un perfume sobre los pies de Jesús, luego los besa y seca con sus cabellos. Al ver esta escena, las personas de la casa se encolerizan con ella, diciendo que el perfume podría haber servido como mercancía para vender y beneficiar luego a los pobres. Sin embargo, ante el asombro general, el Señor defiende a María diciendo: “Esto ha sido como una preparación para mi entierro”. El mito cristiano sostiene que es en este momento en el cual anuncia Jesús su muerte, causando un gran pesar entre sus discípulos.
Se conmemora el momento en que Cristo reveló que uno de sus apóstoles lo va a traicionar, señalando a Judas. Así también se recuerda que Cristo le anunció a San Pedro que lo negaría tres veces antes que cante el gallo (Juan 13, 21-33.36-38).
Se muestra a un Cristo que tiene paciencia a las debilidades y pecados de sus apóstoles. No castiga a Judas ni recrimina a Pedro. Los ama, a pesar de lo que sucederá, cómo lo hace muchas veces con nosotros.
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