16 de enero de 2023

SAN MARCELO



En la serie de los Pontífices, el Papa Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309.Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305. Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo aunque los martirizaran. Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último Pontífice, San Marcelino.

Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución. Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un presbítero o párroco. Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia.

El Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia, decretó que aquellos que deseaban volver a la Iglesia tenían que hacer algunas penitencias por haber renegado de la fe durante la persecución.

Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos promovieron tumultos contra él, e incluso lo acusaron ante el Emperador Majencio quien abusando de su poder, que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de la religión, expulsó al Pontífice de Roma.

Según el "Libro Pontifical", el Papa Marcelo se hospedó en la casa de una laica muy piadosa de nombre Marcela, y desde ahí, siguió dirigiendo a los cristianos. Al enterarse el Emperador, obligó al Pontífice a realizar trabajos forzosos en las caballerías y pesebres imperiales que fueron trasladados a esa zona.

El Papa falleció en el año 309.





 


15 de enero de 2023

JORNADA DE INFANCIA MISIONERA: " UNO PARA TODOS, TODOS PARA ÉL"

                   


Hoy domingo 15 de enero los niños españoles tienen una cita con la Jornada de Infancia Misionera -“el Domund de los niños”-, para ayudar a los misioneros en su trabajo con la infancia. Esta Jornada lleva este año por lema, «Uno para todos, todos para Él».



Obras Misionales Pontificias (OMP) pone en marcha esta campaña. Su director, José María Calderón, ha explicado en rueda de prensa que Infancia Misionera enseña a los niños de todo el mundo que “la Iglesia no es solo su barrio o su parroquia”, sino que es el mundo entero “y que hay muchos niños que no conocen a Jesús o viven en condiciones muy difíciles”.

Calderón ha insistido en que no se trata de una obra en la que los ricos ayudan a los pobres, sino que se trata de “cristianos que se ayudan entre sí”. Infancia Misionera, aunque genuinamente promueve la ayuda recíproca entre los niños del mundo, también hace un llamamiento a los adultos para colaborar. “Qué bueno que podamos ayudar a que los misioneros tengan ayuda económica para sacar adelante sus proyectos con niños”.

España es el país más generoso con Infancia Misionera

Gracias a la generosidad de niños y mayores, cada año se apoya a más de 2.500 proyectos infantiles de educación (44%), sanidad y protección de la vida (23%) y evangelización (33%).

España es el país más generoso con Infancia Misionera. Con una aportación de 2.171.773,25€, ha podido apoyar 335 proyectos en 35 países. Y lo curioso es que, entre los donantes, muchos de ellos son niños. Su aportación se suma a la de otros cientos de países, y forma un Fondo Universal de Solidaridad –que en 2022 reunió más de 12 millones de euros-, que es distribuido equitativamente entre los territorios de misión.

Junto a José María Calderón, en la rueda de prensa, contó su experiencia misionera Jaime Palacios. Su experiencia y la de toda su familia, pues desde hace 12 años es misionero en Yurimaguas con su mujer y sus cinco hijos.

Jaime ha explicado cómo Infancia Misionera ayuda a los niños en el vicariato apostólico de Yurimaguas, en la selva amazónica en Perú; como un ejemplo de lo que se realiza gracias a esta Obra Pontificia en los 1.118 territorios de misión.





  




SAN PABLO EL ERMITAÑO



La vida de este santo fue escrita por el gran sabio San Jerónimo, en el año 400.

Nació hacia el año 228, en Tebaida, una región que queda junto al río Nilo en Egipto y que tenía por capital a la ciudad de Tebas.

Fue bien educado por sus padres, aprendió griego y bastante cultura egipcia. Pero a los 14 años quedó huérfano. Era bondadoso y muy piadoso. Y amaba enormemente a su religión.

En el año 250 estalló la persecución de Decio, que trataba no tanto de que los cristianos llegaran a ser mártires, sino de hacerlos renegar de su religión. Pablo se vio ante estos dos peligros: o renegar de su fe y conservar sus fincas y casas, o ser atormentado con tan diabólica astucia que lo lograran acobardar y lo hicieran pasarse al paganismo con tal de no perder sus bienes y no tener que sufrir más torturas. Como veía que muchos cristianos renegaban por miedo, y él no se sentía con la suficiente fuerza de voluntad para ser capaz de sufrir toda clase de tormentos sin renunciar a sus creencias, dispuso más bien esconderse. Era prudente.

Pero un cuñado suyo que deseaba quedarse con sus bienes, fue y lo denunció ante las autoridades. Entonces Pablo huyó al desierto. Allá encontró unas cavernas donde varios siglos atrás los esclavos de la reina Cleopatra fabricaban monedas. Escogió por vivienda una de esas cuevas, cerca de la cual había una fuente de agua y una palmera. Las hojas de la palmera le proporcionaban vestido. Sus dátiles le servían de alimento. Y la fuente de agua le calmaba la sed.

Al principio el pensamiento de Pablo era quedarse por allí únicamente el tiempo que durará la persecución, pero luego se dio cuenta de que en la soledad del desierto podía hablar tranquilamente a Dios y escucharle tan claramente los mensajes que Él le enviaba desde el cielo, que decidió quedarse allí para siempre y no volver jamás a la ciudad donde tantos peligros había de ofender a Nuestro Señor. Se propuso ayudar al mundo no con negocios y palabras, sino con penitencias y oración por la conversión de los pecadores.

Dice San Jerónimo que cuando la palmera no tenía dátiles, cada día venía un cuervo y le traía medio pan, y con eso vivía nuestro santo ermitaño. (La Iglesia llama ermitaño al que para su vida en una "ermita", o sea en una habitación solitaria y retirada del mundo y de otras habitaciones).

Después de pasar allí en el desierto orando, ayunando, meditando, por más de setenta años seguidos, ya creía que moriría sin volver a ver rostro humano alguno, y sin ser conocido por nadie, cuando Dios dispuso cumplir aquella palabra que dijo Cristo: "Todo el que se humilla será engrandecido" y sucedió que en aquel desierto había otro ermitaño haciendo penitencia. Era San Antonio Abad. Y una vez a este santo le vino la tentación de creer que él era el ermitaño más antiguo que había en el mundo, y una noche oyó en sueños que le decían: "Hay otro penitente más antiguo que tú. Emprende el viaje y lo lograrás encontrar". Antonio madrugó a partir de viaje y después de caminar horas y horas llegó a la puerta de la cueva donde vivía Pablo. Este al oír ruido afuera creyó que era una fiera que se acercaba, y tapó la entrada con una piedra. Antonio llamó por muy largo rato suplicándole que moviera la piedra para poder saludarlo.

Al fin Pablo salió y los dos santos, sin haberse visto antes nunca, se saludaron cada uno por su respectivo nombre. Luego se arrodillaron y dieron gracias a Dios. Y en ese momento llegó el cuervo trayendo un pan entero. Entonces Pablo exclamó: "Mira cómo es Dios de bueno. Cada día me manda medio pan, pero como hoy has venido tú, el Señor me envía un pan entero."

Se pusieron a discutir quién debía partir el pan, porque este honor le correspondía al más digno. Y cada uno se creía más indigno que el otro. Al fin decidieron que lo partirían tirando cada uno de un extremo del pan. Después bajaron a la fuente y bebieron agua cristalina. Era todo el alimento que tomaban en 24 horas. Medio pan y un poco de agua. Y después de charlar de cosas espirituales, pasaron toda la noche en oración.

A la mañana siguiente Pablo anunció a Antonio que sentía que se iba a morir y le dijo: "Vete a tu monasterio y me traes el manto que San Atanasio, el gran obispo, te regaló. Quiero que me amortajen con ese manto". San Antonio se admiró de que Pablo supiera que San Atanasio le había regalado ese manto, y se fue a traerlo. Pero temía que al volver lo pudiera encontrar ya muerto.

Cuando ya venía de vuelta, contempló en una visión que el alma de Pablo subía al cielo rodeado de apóstoles y de ángeles. Y exclamó: "Pablo, Pablo, ¿por qué te fuiste sin decirme adiós?". (Después Antonio dirá a sus monjes: "Yo soy un pobre pecador, pero en el desierto conocí a uno que era tan santo como un Juan Bautista: era Pablo el ermitaño").

Cuando llegó a la cueva encontró el cadáver del santo, arrodillado, con los ojos mirando al cielo y los brazos en cruz. Parecía que estuviera rezando, pero al no oírle ni siquiera respirar, se acercó y vio que estaba muerto. Murió en la ocupación a la cual había dedicado la mayor parte de las horas de su vida: orar al Señor.

Antonio se preguntaba cómo haría para cavar una sepultura allí, si no tenía herramientas. Pero de pronto oyó que se acercaban dos leones, como con muestras de tristeza y respeto, y ellos, con sus garras cavaron una tumba entre la arena y se fueron. Y allí depositó San Antonio el cadáver de su amigo Pablo.

San Pablo murió el año 342 cuando tenía 113 años de edad y cuando llevaba 90 años orando y haciendo penitencia en el desierto por la salvación del mundo. Se le llama el primer ermitaño, por haber sido el primero que se fue a un desierto a vivir totalmente retirado del mundo, dedicado a la oración y a la meditación.

San Antonio conservó siempre con enorme respeto la vestidura de San Pablo hecha de hojas de palmera, y él mismo se revestía con ella en las grandes festividades.

San Jerónimo decía: "Si el Señor me pusiera a escoger, yo preferiría la pobre túnica de hojas de palmera con la cual se cubría Pablo el ermitaño, porque él era un santo, y no el lujoso manto con el cual se visten los reyes tan llenos de orgullo".

San Pablo el ermitaño con su vida de silencio, oración y meditación en medio del desierto, ha movido a muchos a apartarse del mundo y dedicarse con más seriedad en la soledad a buscar la satisfacción y la eterna salvación.






 


SAN FELIX DE NOLA



Natural de Nola, abrazó el servicio apostólico desde muy joven. Al morir su padre, Felix distribuyó su herencia entre los pobres y fue ordenado sacerdote por San Máximo, Obispo de Nola. Al iniciarse una cruel persecución contra la Iglesia, Máximo huyó al desierto para continuar al servicio de su rebaño. Al no ser encontrado por los soldados romanos, Felix, quien lo sustituía en sus deberes pastorales, fue tomado preso, azotado, cargado de cadenas y encerrado en el calabozo cuyo piso estaba lleno de vidrios.

Sin embargo, el Ángel del Señor se le apareció y le ordenó ir en ayuda de su Obispo, quien yacía medio muerto de hambre y de frío. Ante su capacidad de hacerlo volverlo en sí, el Santo acudió a la oración y al punto apareció un racimo de uvas, cuyas gotas derramó sobre los labios del maestro, el cual recuperó el conocimiento siendo conducido luego a su Iglesia. Felix permaneció escondido orando permanente por la Iglesia hasta la muerte de Decio; sin embargo, continuó siendo perseguido hasta que se estableció la paz de la Iglesia. Murió en medio de la pobreza y el servicio de los más necesitados, a pesar de que fue elegido como Obispo de Nola.






  




13 de enero de 2023

SAN HILARIO DE POITIERS



Nació en Poitiers, en el seno de una ilustre familia. El mismo nos dice que fue educado en la idolatría y hace una narración detallada de como Dios lo llevó al conocimiento de la fe, recibiendo el bautismo a una edad un tanto avanzada.

Hacia el año 350, fue elegido Obispo de Poitiers. Después de su elevación al episcopado compuso antes de partir al destierro en Frigia, un comentario sobre el Evangelio de San Mateo, que ha llegado hasta nosotros. Sin embargo, sus principales escritos son sobre el arrianismo. San Hilario amaba la verdad sobre todas las cosas y no escatimaba ningún esfuerzo, ni rehuía alguno por defenderla. Así, San Hilario defendió ardientemente los decretos del Concilio de Nicea, cuando éste se vio amenazado por las intenciones del emperador Constancio quien reunió un concilio de arrianos de Selucia de Isauria, a fin de neutralizarlo. Hilario murió en Poitiers, probablemente en 368.






 


12 de enero de 2023

SAN ARCADIO


Se desconoce la fecha exacta de su martirio, pero parece que tuvo lugar en alguna ciudad de Mauritania, probablemente en Cesárea, la capital. Las persecuciones estaban en todo su furor y miles de cristianos eran torturados por los soldados romanos sin esperar la sentencia del juez.

En tan terribles circunstancias, San Arcadio se retiró a la soledad. Sin embargo, el gobernador de la ciudad al saber que no se había presentado a los sacrificios públicos, capturó a un pariente y lo mantuvo como rehén hasta que el prófugo se presentara. Al saberlo, el mártir volvió a la ciudad y se entregó al juez quien lo obligó a que se sacrificase a los dioses. Ante su negativa, el juez lo condenó a muerte, cortando cada uno de sus miembros de manera lenta. Al encontrarse totalmente mutilado, el mártir se dirigió a la comunidad pagana, exhortándolos a abandonar a sus dioses falsos y a adorar al único Dios verdadero, el Señor Jesús.

Los paganos se quedaron maravillados de tanto valor y los cristianos recogieron su cadáver y empezaron a honrarlo como a un gran santo. 




 




11 de enero de 2023

SAN TEODOSIO


Nació en Turquia en el año 423, y desde pequeño, por inculcasión paterna, leía con mucho fervor las Sagradas Escrituras. Siguiendo el ejemplo de Abraham, el santo decidió dejar sus riquezas y su familia, para peregrinar a Jerusalén, Belén y Nazaret, y luego convertirse en religioso. San Teodosio se fue a vivir no muy lejos de Belén, y tuvo como guía espiritual al abad Longinos. Tras ser ordenado como sacerdote, recibió la orden de encargarse del culto de un templo ubicado entre Jerusalén y Belén. El santo desplegó su labor con mucha sabiduría y humildad, y fue testimonio de una vida santa y llena de oración, lo cual motivó que otros jóvenes también desearan convertirse en religiosos, y más adelante, la fundación de tres conventos en las cercanías de Belén.

El santo también construyó, cerca de Belén, tres hospitales para la atención de ancianos, enfermos necesitados y discapacitados. Los monasterios dirigidos por San Teodosio eran como una ciudad de santos en el desierto, pues todo se hacía a su tiempo, con exactitud, oración, trabajo y descanso.

San Teodosio enfermó penosamente, y falleció a los 105 años en el año 529. El Arzobispo de Jerusalén y muchos ciudadanos de Tierra Santa asistieron a su entierro y durante sus funerales se obraron varios milagros.






 



10 de enero de 2023

INFANCIA MISIONERA 2023



Infancia Misionera es una escuela de formación en la fe y en la misión para los niños de todo el mundo.

"Uno para todos, todos para Él" es el lema de la Jornada de Infancia Misionera que celebramos el domingo 15 de enero de 2023.

Un día muy importante, en el que los niños están invitados a ayudar a los demás niños, especialmente a los que no tienen lo necesario para vivir o no conocen a Dios. Somos misioneros, y nosotros vamos a ayudarles con nuestra oración y nuestro dinero.

Este año el lema de Infancia Misionera nos invita a vivir en Comunión con Jesús. Todos somos necesarios para el proyecto de Dios. Jesús escogió a los 12 apóstoles de entre mucha gente. Hoy Dios sigue llamando a personas como tú. Cada uno es para todos y todos somos para él.

Con esta Obra Pontificia, el Santo Padre implica a los niños del mundo para ayudar a otros pequeños como ellos en las misiones. Y cuenta también con adultos comprometidos, para que los misioneros sigan proporcionando educación, salud y formación cristiana a más de 4 millones de niños en 120 países.



“A los débiles, especialmente a los niños, debemos darles lo mejor que tenemos”

Papa Francisco


PRESENTACIÓN DE LA JORNADA

Ser cristiano es descubrir la belleza de formar una sola familia, la de los hijos de Dios. Haber recibido el bautismo no nos impide ser nosotros mismos, cada uno con sus virtudes y defectos, pero nos ayuda a vivir la diferencia con el deseo de ayudar, de aprender de los demás, de valorar lo que nos une y asombrarnos con lo que nos diferencia.

Este año, la Obra Pontificia de la Santa Infancia o de la Infancia Misionera, que lo mismo es, quiere que pongamos nuestro pensamiento en la comunión, en la unidad de todos los que creemos en Cristo. Ya lo dijo el Santo Padre Benedicto XVI la última vez que estuvo en España, para la JMJ de 2011: “Permitidme que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él” (Homilía, 21-8-2011).

No podemos vivir nuestra fe “por libre”. La comunidad, la Iglesia, nos ayuda a no desalentarnos cuando la fe pasa por dificultades, nos fortalece cuando nos sentimos débiles, nos llena de alegría cuando descubrimos los frutos de la entrega de nuestros hermanos…

Sin embargo, la cultura actual es una cultura de enfrentamiento. Una de las grandes victorias del demonio en la sociedad nuestra es la división, es provocar la confrontación, los recelos, la enemistad. Y es triste, porque cada uno es diferente, cada uno ha recibido de Dios unos dones, unos talentos, unas gracias, pero no para enfrentarse al prójimo, sino para ponerse a su servicio.

Esa cultura de enfrentamiento también se puede dar en la Iglesia y entre los cristianos. Así lo denunciaba el papa Francisco el día de Pentecostés de 2021: “Hoy, si escuchamos al Espíritu, no nos centraremos en conservadores y progresistas, tradicionalistas e innovadores, derecha e izquierda. Si estos son los criterios, quiere decir que en la Iglesia se olvida el Espíritu. El Paráclito impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. Nos hace ver como partes del mismo cuerpo, hermanos y hermanas entre nosotros. ¡Busquemos el todo! El enemigo quiere que la diversidad se transforme en oposición, y por eso la convierte en ideologías. Hay que decir «no» a las ideologías y «sí» al todo” (Homilía, 23-5-2021).

Precisamente, la misión es siempre una gran oportunidad para vivir la comunión, la fraternidad. La misión nos hace salir de nosotros mismos y nos ayuda a poner los ojos en los demás, en los que están cerca y en los que están lejos. Nos anima a rezar unos por otros, sintiéndonos responsables del bien y del mal que disfrutan o padecen los demás. Nos hace abandonar nuestras comodidades para que nos acordemos de que hay muchos hombres y mujeres en el mundo, también niños y jóvenes, que no conocen al Salvador y que también tienen sed de ser amados, acompañados, perdonados, mirados por Dios. Nos abre el corazón a la generosidad, que nos motiva a desprendernos incluso de lo que podemos necesitar, para dárselo a otro que está más necesitado que nosotros.

“Uno para todos y todos para Él” es una forma expresiva de plasmar esta idea. Con ella parafraseamos una conocida frase de la gran novela Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas. De hecho, es el lema nacional, no oficial, de Suiza. Pero aquí le damos el sentido sobrenatural.

“Uno para todos”, porque Cristo es para todos. Él ha venido a salvar a todos, quiere llegar a todos y con todos hacerse uno. Todos comemos del mismo pan y todos bebemos del mismo Espíritu (cf. 1 Cor 10,17; 12,13). Cristo se da a todos y con todos se hace el encontradizo para entrar en su corazón (cf. Ap 3,20).

“Todos para Él”, como expresión de la sinodalidad, a la que el papa Francisco nos está invitando. Todos, cada uno desde su vocación personal, concreta; cada uno con sus talentos y dones, también con sus limitaciones y pobrezas; pero todos remando en la misma dirección, para poner todo bajo el cuidado y la mirada del Señor. Todos sintiendo la responsabilidad de la misión de la Iglesia.

Los niños en la Infancia Misionera deben disfrutar de esta experiencia de Iglesia. Experiencia de compartir, pero no solo los bienes materiales: también la fe, la alegría de saberse querido. La experiencia de saberse útiles, necesarios para los demás, ayudando a llevar la cruz, la dificultad, el peso del día a día a quienes, como nosotros, tienen deseos de ir al cielo.

Por José María Calderón
Director de OMP en España








REVISTA GESTO

EN ESTE NÚMERO…

Todos somos parte de una sociedad que nos necesita y ser parte de ello es lo que nos hace mejores. Todos estamos aquí para mejorar la vida de nuestros amigos, familiares, compañeros… ¿Alguna vez has pensado cómo quieres tú mejorar el mundo en el que vives? Hay millones de formas de hacerlo. Se trata de dejar siempre todo mejor de lo que lo encontraste y tú decides cómo hacerlo.

En un mundo dividido por el odio, las guerras, las diferencias y las envidias, los cristianos mantenemos la unidad. Nos ayudamos, nos perdonamos y mostramos a la gente que otro mundo es posible. Tenemos una responsabilidad con nuestros iguales y todos somos indispensables para Dios. Jesús escogió a los apóstoles, todos muy diferentes. Hoy, Jesús sigue escogiendo a personas como tú y como yo. Cada uno de nuestros nombres está escrito en la “lista”. Él te ha llamado y te ha escogido a ti.

Es tu momento, pequeño misionero. Interésate por los que te rodean y saca lo mejor de ti para ponerlo al servicio de todos. Dios te ha creado para que puedas darte a los demás. Todos somos necesarios, cada uno de nosotros es insustituible para el equipo de Dios.

¡Uno para todos y todos para ÉL!



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SAN GREGORIO DE NISA - OBISPO



La fecha del nacimiento de san Gregorio de Nisa no se puede afirmar con precisión, pero debió ocurrir entre los años 331 a 335. Por línea paterna descendía de una familia de antigua raigambre cristiana, originaria del Ponto, que había sufrido persecución por confesar la fe; y por línea materna, de una familia de Capadocia que destacaba en la vida militar y civil. Tres de sus hermanos —Macrina, Basilio (llamado el Grande) y Pedro— son venerados como santos por la Iglesia. 

La educación de Gregorio corrió a cargo de su hermano mayor, Basilio. Fue profesor de Retórica, pero animado por sus amigos, en especial por el que luego sería san Gregorio Nacianceno, se retiró al monasterio de Iris, en el Ponto, para dedicarse a prácticas ascéticas y al estudio de la Teología. 

Su hermano Basilio, metropolita de Cesárea, le consagró obispo en el año 371, para ocupar la sede de Nisa. Por su fidelidad al Concilio de Nicea, fue depuesto por un sínodo de obispos arrianos, celebrado en su ausencia con la ayuda del gobernador del Ponto. Muerto el Emperador Valente, que era arriano, San Gregorio volvió a su sede, y en el año 381 tomó parte muy activa —con San Gregorio Nacianceno— en el Concilio I de Constantinopla, que resolvió definitivamente la cuestión arriana, reafirmando la fe de del Concilio de Nicea. 

En sus últimos años, se le nombró arzobispo de Sebaste y redactó los escritos más memorables de su doctrina espiritual, hasta su fallecimiento en el 394. 

La profundidad de las obras de san Gregorio de Nisa, que escribió también libros de teología mística, le han valido el sobrenombre de “el teólogo”, con que es conocido especialmente entre los griegos. Los santos de los primeros siglos de la historia de la Iglesia nos recuerdan así la fortaleza de la fe basada en el estudio y asimilación de la doctrina cristiana.




 


9 de enero de 2023

SAN ADRIÁN -ABAD DE CANTERBURY



Nació en África. Era abad de Nérida, cerca de Nápoles cuando el Papa San Vitalinano lo escogió por su ciencia y virtud para instruir a la nación inglesa de Canterbury, aún joven en la fe. San Adrián trató de declinar la elección recomendando a San Teodoro para el cargo, pero se mostró dispuesto a compartir los trabajos de la misión.

El Papa accedió a su petición y lo nombró asistente y consejero del nuevo Obispo. San Teodoro lo nombró abad del monasterio de San Pedro y San Pablo de Canterbury, donde nuestro santo enseñó el griego, el latín, la ciencia de los Padres, y sobre todo la virtud. San Adrián ilustró el país con su doctrina y el ejemplo de su vida, durante treinta y nueve años. Murió el 9 de enero del año 710.





 


INICIAMOS EL TIEMPO ORDINARIO

 

El Tiempo Ordinario, o más propiamente dicho Tiempo Durante el Año, es el espacio más largo dentro del Año Litúrgico. Su nombre no significa que sea «ordinario» en el sentido de tener poca importancia, o ser insignificante. Con ese nombre solo se le quiere distinguir de los “tiempos fuertes”, que son el ciclo de Pascua y el de Navidad, con su preparación y prolongación respectiva. Es un tiempo menor o «menos fuerte» en relación con los demás, el más antiguo dentro de la organización del año litúrgico y el que ocupa la mayor parte, 33 ó 34 semanas, de las 52 que existen.

Antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, I este tiempo se dividía en dos partes denominadas tiempo después de epifanía y tiempo después de pentecostés, respectivamente. Los domingos de cada parte tenían su propia numeración sucesiva independientemente de la totalidad de la serie. Ahora, en cambio, todos forman una sola serie, de manera que al producirse la interrupción de tres meses con la cuaresma y la pascua, la serie continúa después del domingo de pentecostés. Pero sucede que unos años empieza el tiempo ordinario más pronto que otros —a causa del ciclo natalicio—. Esto hace que tenga las treinta y cuatro semanas o solamente treinta y tres. En este caso, al producirse la interrupción de la serie, se elimina la semana que tiene que venir a continuación de la que queda interrumpida. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la misa del domingo de Pentecostés y la de la Solemnidad de la Santísima Trinidad sustituyen a las celebraciones dominicales del tiempo ordinario

- Además de los tiempos que tienen un carácter propio, quedan 33 o 34 semanas en el curso del año, en las cuales no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos. Este período de tiempo recibe el nombre de Tiempo Ordinario.

- El Tiempo Ordinario comienza el lunes que sigue al domingo posterior al 6 de enero, es decir, lunes posterior a la celebración del Bautismo del Señor y se extiende hasta el martes antes de Cuaresma, inclusive. De nuevo comienza el lunes después del domingo de Pentecostés y termina antes de las primeras Vísperas del domingo I de Adviento (Normas Universales sobre el Año Litúrgico, 43-44)

De estas normas se desprende la importancia de este ciclo en el año litúrgico: es un tiempo que nos ayuda a vivir el Misterio de Cristo en su plenitud, llevándonos hacia el encuentro con Él en lo cotidiano e instruyéndonos a través de la Palabra organizada en los diferentes leccionarios. Descubrimos que en cada día de nuestra vida nos encontramos con la salvación que Cristo nos ofrece permanentemente, y que la reconciliación con Dios no está reservada solo para los «tiempos fuertes».

Su contenido se desarrolla con más naturalidad que los tiempos fuertes, en los que predomina una temática muy concreta. El tiempo ordinario no celebra un misterio particular de la historia de la salvación, sino que se celebra al mismo misterio de Cristo en su plenitud.  La lectura continuada, por ejemplo de un evangelio específico para un ciclo determinado, permite al pueblo de Dios ir profundizando en un orden cronológico, si se quiere llamar así, la historia de la salvación.

La nueva distribución de las lecturas en tres ciclos dominicales y dos feriales es una respuesta a la petición del Concilio Vaticano II:

A fin de que la mesa de la palabra de Dios se prepare con más abundancia para los fieles ábranse con mayor amplitud los tesoros de la Biblia, de modo que, en un período determinado de años, se lean al pueblo las partes más significativas de la Sagrada Escritura (SC 51).




 


8 de enero de 2023

BAUTISMO DEL SEÑOR



El domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es dedicado a celebrar el Bautismo de Cristo, este año se celebra el domingo 8 de enero y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la manifestación del Señor, es decir, el Tiempo Navideño. Es también el domingo que da paso al tiempo durante el año, llamado también Tiempo Ordinario.

Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía qué hacer. Llegó el Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:

Hay una diferencia importante entre los dos bautismos:

El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace "partícipes de la naturaleza divina”

"No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia..." trabajo reservado al más inútil de los esclavos... Juan destaca la infinita distancia entre él y Jesús...

¿Por qué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [Es una escena tan impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta escandalosa]...

Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el "modo" que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia... Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de Dios... así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente...

Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy "especial": ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo bautismo:

El cielo abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta este momento) Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo y el Espíritu Santo. Llega todo, porque Dios mismo viene, y Él será para nosotros y nos dará todo. Estamos frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada.

En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no "presenta" a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él (“Tú eres mi Hijo...”): Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre... Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO...



Recursos sobre el Bautismo de Jesús:






 


¡ YA ESTAMOS DE VUELTA!








 

23 de diciembre de 2022

CERRAMOS POR VACACIONES DE NAVIDAD 2022




 

¡ FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2023!

 














NAVIDAD 2022

 


Navidad 2022: La Epifanía

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