El domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es
dedicado a celebrar el Bautismo de Cristo, este año se celebra el domingo 8 de
enero y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la manifestación
del Señor, es decir, el Tiempo Navideño. Es también el domingo que da paso al
tiempo durante el año, llamado también Tiempo Ordinario.
Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno
de ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía qué hacer. Llegó el
Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que
necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace
referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:
Hay una diferencia importante entre los dos bautismos:
El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento
para el perdón de los pecados.
El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que
nos hace "partícipes de la naturaleza divina”
"No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su
sandalia..." trabajo reservado al más inútil de los esclavos... Juan
destaca la infinita distancia entre él y Jesús...
¿Por qué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [Es
una escena tan impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta
escandalosa]...
Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el
"modo" que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los
pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de
penitencia... Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se
avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la
llegada del Reino de Dios... así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando
tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un
delincuente...
Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy
"especial": ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo
bautismo:
El cielo abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta este momento) Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo y el Espíritu Santo. Llega todo, porque Dios mismo viene, y Él será para nosotros y nos dará todo. Estamos frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada.
En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no "presenta" a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él (“Tú eres mi Hijo...”): Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre... Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO...
Recursos sobre el Bautismo de Jesús:
- Cristo es iluminado: dejémonos iluminar junto con él
- Oración de S.S. Juan Pablo II en el Sitio del Bautismo del Señor durante su visita a Tierra Santa
- Homilía del Santo Padre Juan Pablo II en la fiesta del Bautismo del Señor
- Monseñor Julián López Martín
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