Santa Clara de Asís (en italiano: Chiara d'Assisi; Asís, Italia, 16 de julio de 1194 – ídem, 11 de agosto de 1253), religiosa y santa italiana. Seguidora fiel de san Francisco de Asís, con el que fundó la segunda orden franciscana o de hermanas clarisas, Clara se preciaba de llamarse “humilde planta del bienaventurado Padre Francisco”. Después de abandonar su antigua vida de noble, se estableció en el monasterio de San Damiano hasta morir.
Clara fue la primera y única mujer en escribir una regla de vida religiosa para mujeres. En su contenido y en su estructura se aleja de las tradicionales reglas monásticas. Sus restos mortales descansan en la cripta de la Basílica de santa Clara de Asís.
Fue canonizada un año después de su fallecimiento, por el papa Alejandro IV.
“La
Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar el triunfo de San Lorenzo, que superó las amenazas y seducciones del mundo, venciendo así la persecución diabólica”, dijo una vez el Obispo San Agustín en uno de sus sermones.
San Lorenzo era uno de los diáconos que ayudaba al Papa San Sixtus II, quien fue asesinado por la policía del emperador mientras estaba celebrando
Misa en un cementerio de Roma.
La antigua tradición cuenta que San Lorenzo, al ver que iban a matar al Pontífice, le dijo: “Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?” y el Santo Padre le respondió: “Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás”.
San Lorenzo se alegró muchísimo de saber que iría pronto al
cielo y, viendo el peligro que se aproximaba, recogió todos los bienes que la Iglesia tenía en Roma, los vendió y repartió el dinero a los más necesitados.
El alcalde de la ciudad, que era pagano y apegado al dinero, llamó a San Lorenzo y le mandó que le lleve los tesoros de la Iglesia para costear una guerra que el emperador iba a empezar. El Santo le pidió unos días de plazo para reunirlos.
El diácono entonces juntó a los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con las limosnas. Mandó llamar al alcalde y le dijo que ellos eran los tesoros más preciados de la Iglesia de Cristo.
El alcalde, lleno de rabia, lo mandó matar lentamente, prendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron a San Lorenzo. Los fieles vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor muy hermoso y sintieron un aroma agradable, mientras que los paganos no percibían nada de eso.
Tras un rato de estarse quemando por un lado en la parrilla, el valiente mártir le dijo al juez que le dieran la vuelta para quedar completamente quemado. Cuando ya se acercaba su hora y con una tranquilidad impresionante, pidió a Dios por la difusión del cristianismo en el mundo y partió a la Casa del Padre el 10 de agosto del 258.
Se dice que este martirio significó el declive de la idolatría romana y que la Basílica de San Lorenzo en Roma es considerada la quinta en importancia.
La devoción a este gran Santo se ha expandido por todo el mundo y muchos pueblos y ciudades llevan su nombre.
Incluso el nombre del equipo de fútbol favorito del Papa Francisco, el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, es en honor al diácono mártir. Tal como fue el deseo del salesiano P. Lorenzo Massa, en los inicios de fundación del equipo.
Más información del santo en los siguientes enlaces:
Edith Stein –luego Sor Teresa Benedicta de la
Cruz – nació en Breslau (1891), ciudad que perteneció a Alemania y que luego pasó a Polonia. En la adolescencia dejó la religión judía porque no encontraba en ella sentido a su
vida.
Más adelante llegó a ser una brillante estudiante de fenomenología en la Universidad de Gottiengen y el filósofo Husserl la escogió antes que a Martín Heidegger (uno de los filósofos más importantes del siglo XX) como asistente de cátedra. Finalmente Edith recibió el título de Filosofía de la Universidad de Friburgo.
Por su alto sentido de solidaridad se enlistó en la Cruz Roja como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, destacando por su amabilidad, servicio y dominio de sí misma.
En 1921 Edith decide acompañar a una amiga que había quedado viuda y se quedó impactada al encontrarla con una gran paz y fe en Dios. Es así que deseó conocer la fuente de estas gracias y empezó a leer, en casa de la viuda, la biografía de Santa Teresa de Jesús.
Entró en un estado de crisis profunda y a la vez de purificación hasta que meses después decide ser bautizada. Busca la ayuda de un sacerdote y recibe el sacramento en 1922. Al ser católica se siente más judía porque encuentra en Jesucristo el sentido de toda su fe y vida.
Poco a poco va brotando la inquietud vocacional en ella, mientras es acompañada por su director espiritual. Ingresa a trabajar como maestra en la escuela de formación de maestras de las dominicas de Santa Magdalena, dicta conferencias, traduce libros, destaca profesionalmente y por momentos se escapa para encontrar paz en la abadía benedictina de Beuron.
Las situaciones políticas en Alemania empiezan a empeorar, pero Edith no se desanima e ingresa al Carmelo, que había sido su sueño por muchos años, y dejando la fama. El 15 de abril de 1934 toma el hábito carmelitano y cambia su nombre a Teresa Benedicta de la Cruz.
La situación para los judíos empeora y Edith pide ser trasladada para evitar peligros a las religiosas del lugar. Es enviada a una comunidad en Holanda junto con su hermana Rosa, quien también se había convertido al cristianismo y servía como hermana lega.
Cuando se dan las deportaciones de judíos, los luteranos, calvinistas y católicos acuerdan leer en con conjunto un texto de protesta durante los servicios religiosos. Los nazis amenazan con también deportar a los judíos conversos y sólo el Papa Pío XII se mantiene firme.
Las fuerzas nazis de ocupación declaran a todos los católicos - judíos como “apartidas”, un cuerpo militar nazi ingresa al convento carmelita y se lleva a Edith con Rosa. Al salir, la santa toma de la mano a su hermana y le dice: “Ven, vayamos, por nuestro pueblo”.
Fueron llevadas al campo de concentración de Westerbork y los prisioneros quedaban admirados del testimonio de paz de Santa Edith, quien se preocupaba por ayudar y dar consuelo a los demás aún en las duras condiciones de humillaciones y tormentos que vivían.
Son enviadas a Auschwitz, junto a unos mil judíos, y llegan al campo de concentración el 9 de agosto de 1942. Inmediatamente los prisioneros son conducidos a la cámara de gas y Santa Edith parte a la Casa del Padre, ofreciendo su vida por la salvación de las almas, la liberación de su pueblo y la conversión de Alemania.
Santa Edith Stein fue canonizada por San
Juan Pablo II en 1998, quien le dio el título de “mártir por amor” y en octubre de 1999 fue declarada co-patrona de Europa.
Domingo significa: "Consagrado al Señor".
El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6,800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa.
Esta fiesta recuerda la escena en que Jesús, en la cima del monte Tabor, se apareció vestido de gloria, hablando con Moisés y Elías ante sus tres discípulos preferidos, Pedro, Juan y Santiago. La fiesta de la Transfiguración del Señor se venía celebrando desde muy antiguo en las iglesias de Oriente y Occidente, pero el papa Calixto III, en 1457 la extendió a toda la cristiandad para conmemorar la victoria que los cristianos obtuvieron en Belgrado, sobre Mahomet II, orgulloso conquistador de Constantinopla y enemigo del cristianismo, y cuya noticia llegó a Roma el 6 de agosto.
La Basílica Santa María la Mayor es la más grande dedicada a la Virgen María en Roma. Fue construida tiempo después del Concilio de Éfeso (431), en el que Nuestra Señora fue proclamada Madre de Dios.
El Papa Sixto III mandó erigir el templo sobre el monte Esquilino y cada 5 de agosto se celebra la consagración de esta famosa
iglesia, la más antigua en occidente dedicada a la Virgen.
Durante siglos la Basílica de Santa María la Mayor ha sido embellecida y adornada. Los mosaicos de la parte cercana al altar y de las paredes de la nave son de los más finos de Roma y representan escenas de la
vida de la Virgen María. El techo está decorado con el primer oro que Colón llevó de América.
En esta Basílica se encuentra también una imagen mariana con el título de Virgen María, salvadora del pueblo romano, la “Salus Populi Romani”, que en varias situaciones de gran necesidad se le ha sacado en procesión. En una ocasión acabó con una plaga en Roma.
San
Juan Pablo II desde el comienzo de su pontificado quiso que una lámpara estuviera encendida bajo este ícono mariano como muestra de su gran devoción.
El Papa Francisco antes de emprender un viaje internacional y al retornar a Italia se dirige a la Basílica de Santa María la Mayor, deja un ramo de flores al pie de la imagen mariana y se detiene en un momento de oración.
La Basílica es también conocida como la Iglesia de
Santa María de las Nieves por un milagro que se produjo vinculado a esta advocación, Basílica Liberiana en memoria del Papa Liberio que fue quien la consagró y como Iglesia de Santa María de la Cuna porque según la tradición allí se conserva un fragmento de la cuna del Niño Jesús que trajo Santa Elena.
En Roma existen cuatro Basílicas mayores de gran importancia por la historia y riqueza espiritual que encierran. Santa María la Mayor es una de ellas. Las otras tres son la Basílica de San Pedro, la Basílica de San Juan de Letrán y la Basílica de San Pablo Extramuros.
San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo. Fundó la Compañía de Jesús. Envió a sus compañeros como misioneros por Europa para crear escuelas, universidades y seminarios donde estudiarían los futuros miembros de la orden, así como los dirigentes europeos.En 1548, sus Ejercicios espirituales fueron finalmente impresos.Los jesuitas jugaron un papel clave en el éxito de la Contrarreforma.
San Pedro nació en Italia por el año 400, estudió las ciencias sagradas y fue formado por Cornelio, Obispo de Imola, quien le ayudó a comprender que en el dominio de las pasiones de sí mismo estaba la verdadera grandeza y que éste era el único medio de alcanzar el espíritu de Cristo. El mismo prelado le confirió al santo la orden diaconal.
Cuenta la tradición que por aquel tiempo el Arzobispo de Ravena falleció, entonces el clero y el pueblo eligieron a su sucesor. Luego pidieron al Obispo Cornelio que encabezara la comitiva de esta solicitud al Papa San Sixto III en Roma. Pedro -quien no era el candidato elegido-, formaba parte de la comitiva que lideraba el prelado.
Se cuenta que el Pontífice tuvo una visión de San Pedro y San Apolinar, primer Obispo de Ravena, quienes le ordenaron que no confirmase la elección que le estaban llevando.
La actividad pastoral del santo logró extirpar el paganismo y corregir abusos, escuchando con igual condescendencia y caridad a humildes y poderosos. Motivó siempre a la comunión frecuente y sus profundos sermones le valieron el apelativo de crisólogo, hombre de palabras de oro.
Después de recibir una revelación sobre su muerte que estaba próxima, San Pedro Crisólogo retornó a Imola, donde partió a la Casa del Padre el 31 de julio del 451 (otros afirman que fue el 3 de diciembre del 450). Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1729 por Benedicto XIII.
Marta significa: "señora; jefe de hogar".
En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía una familia de la cual dice el Evangelio un elegio hermosísimo: "Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro". Difícil encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús.
Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos. En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén, había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar de estas tres afortunadas personas.
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