LEMA
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“CUENTA...”. La Buena Noticia que has
experimentado no es para ser guardada: la vida de Cristo provoca un
agradecimiento y una alegría que no se pueden contener. Tu testimonio de cómo
el Señor ha tocado tu corazón es importante también para otros. ¡Compártelo!
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“... LO QUE HAS VISTO Y OÍDO”. La fe te ha
entrado por el oído: una vez fueron tus padres, sacerdotes, catequistas,
profesores, amigos... quienes te hablaron de Dios. Luego tú has ido conociendo
“en carne propia” la fuerza de su amor. Y también has visto y oído el
testimonio de los misioneros: su ejemplo de entrega ha sacudido tu compromiso
bautismal de ser apóstol generoso y alegre del Evangelio.
CARTEL
·
EL OJO. ¿Qué has visto tú en Cristo, en su
actitud hacia ti, hacia los más frágiles, hacia toda la humanidad? Y Él, ¿a qué
te ha abierto los ojos? Una mirada limpia nos hace capaces de ver la belleza
del bien y de contemplar el amor de Dios actuando en tantos misioneros que
expresan en sus obras la misericordia del Señor.
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LA OREJA. Dios habla de muchas maneras, y
somos testigos de que su Palabra es transformadora. Si escuchar esa Palabra te
ha llevado del “nada va a cambiar” al “las cosas pueden ser diferentes”, si
cada vez que has oído el testimonio de un misionero te ha hecho vibrar, tú
también estás llamado a ser misionero/a de esperanza.
·
LA BOCA. Ahora cuenta lo que Jesús ha hecho
contigo. Hazlo con tu alegría, tus palabras, tus gestos, tu ayuda a los
misioneros y a las Iglesias nacientes. Lleva la Buena Noticia a un mundo
saturado de malas noticias; haz resonar la Palabra que colma de sentido en
medio de tantas palabras huecas.
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Y... LA NARIZ. Deja que tu “olfato católico misionero”
te ayude a encontrar modos de comunicar el bien, desde tu entorno más cercano,
hasta el confín de la tierra.
OBJETIVOS
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Explicar la labor evangelizadora en los
territorios de misión y mostrar la vida de las comunidades que constituyen las
Iglesias jóvenes.
·
Buscar fondos para mantener a la Iglesia en
esos territorios encomendados a la Congregación para la Evangelización de los
Pueblos.
·
Fomentar las vocaciones misioneras –que no
son algo de ayer, sino de hoy y de siempre–, así como la formación y la oración
misionera de todo el pueblo de Dios.
· Dar a conocer las Obras Misionales Pontificias y su función esencial para la animación y la cooperación misioneras.
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