“Cuaresma: juntos hacia lo alto“
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (4,1-13):
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se
convierta en pan.»
Jesús le contestó: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los
reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a
mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de
mi, todo será tuyo.»
Jesús le contestó: «Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás
culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si
eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los
ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu
pie no tropiece con las piedras».
Jesús le contestó: Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor
CONVERTIR TODO EN PAN
Es nuestra gran tentación. Reducir todo el
horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros deseos: empeñarnos en convertirlo todo en pan con que
alimentar nuestras apetencias.
Nuestra mayor satisfacción, y a veces
casi la única, es digerir y consumir productos, artículos, objetos,
espectáculos, libros, televisión. Hasta el amor ha quedado convertido con
frecuencia en mera satisfacción sexual.
Corremos la
tentación de buscar el placer más allá de los límites de la necesidad,
incluso en detrimento de la vida y la
convivencia. Terminamos luchando por satisfacer nuestros deseos, aun a
costa de los demás, provocando la competitividad y la guerra
entre nosotros.
Nos engañamos si
pensamos que es ese el camino de la liberación
y de la vida. Al contrario, ¿no hemos experimentado
nunca que la búsqueda exacerbada de placer lleva al
aburrimiento, el hastío y el vaciamiento de la vida? ¿No
estamos viendo que una sociedad que cultiva el consumo y la satisfacción no
hace sino generar insolidaridad, irresponsabilidad y violencia?
Esta civilización, que
nos ha «educado» para la búsqueda del placer fuera de toda
razón y medida, está necesitando un cambio de dirección que
nos pueda infundir nuevo aliento de vida.
Hemos de volver al desierto. Aprender de Jesús, que se negó a hacer prodigios por pura
utilidad, capricho o placer. Escuchar la verdad que se encierra en sus
inolvidables palabras: «No solo de pan vive el
hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios».
¿No necesitamos
liberarnos de nuestra avidez, egoísmo y superficialidad, para
despertar en nosotros el amor y la generosidad? ¿No necesitamos escuchar a
Dios, que nos invita a gozar creando solidaridad, amistad y fraternidad?
Evangelio Comentado por: José Antonio Pagola
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