El 20 de noviembre se celebra el Día Internacional de los
Derechos de la Infancia para conmemorar la firma de la Convención de los
Derechos del Niño, una herramienta para la promoción y protección del bienestar
de la infancia
A pesar de los avances en el cumplimiento de los derechos de
la infancia, el mundo tiene grandes retos para con los menores, sobre todo en
educación, ya que el número de menores sin escolarizar está aumentando.
La infancia es el periodo de la vida humana desde que se
nace hasta los 18 años. La Convención sobre los Derechos del Niño enuncia, que
todo niño y niña debería gozar de salud, disfrutar del descanso y del juego,
tener una familia, un nombre, una nacionalidad, recibir educación, desarrollar
la capacidad de libertad de pensamiento y de expresión, y ser protegidos frente
a la explotación infantil, entre otras cosas. Como decía Freud, es la etapa
donde se desarrollan las bases de la personalidad.
A pesar de los avances en el cumplimiento de los derechos de
la infancia, el mundo tiene grandes retos para con los menores, sobre todo en
educación, ya que el número de menores sin escolarizar está aumentando. El
derecho a la educación tiene un papel fundamental en la Convención sobre los
Derechos del Niño. Sus artículos 28 y 29 obligan a los Estados firmantes a
ofrecer educación primaria y gratuita, a respetar la dignidad de los niños y de
las niñas en los métodos de disciplina y a orientar la educación al pleno
desarrollo personal, al respeto de los derechos humanos y a la convivencia
intercultural, de manera que puedan integrarse en la vida adulta activamente.
A pesar de lo dispuesto en la Convención, actualmente 124
millones de niños, niñas y adolescentes están sin escolarizar. De estos, 59
millones de niños y niñas no acuden a la escuela primaria y 65 millones de
adolescentes no están matriculados en el primer ciclo de secundaria. Pero lo
más grave es que, tal y como denuncia UNESCO, estas cifras van en aumento. Hoy
hay dos millones más de niños, niñas y adolescentes sin escolarizar que en
2011.
Dos razones contribuyen a explicar esta situación. En primer
lugar, hay países del África subsahariana que tropiezan con dificultades para
atender la creciente demanda de educación primaria por parte de una población
en edad escolar que sigue aumentando. Además, los enormes progresos registrados
a comienzos del siglo se debieron sobre todo a las medidas a gran escala
destinadas a mejorar el acceso a la educación, como la supresión de los
derechos de matrícula y la construcción de nuevas escuelas. Ahora bien, en un
informe reciente del IEU y UNICEF se demuestra que ya no se pueden desarrollar estrategias
centradas en aumentar el número de docentes, de aulas y de libros de texto. Se
precisan intervenciones específicas para llegar a los niños y jóvenes más
marginados que hoy en día no están escolarizados, como los que tienen
discapacidades, los que pertenecen a minorías étnicas, religiosas o
lingüísticas y sobre todo, a los menores afectados por conflictos armados o que
se ven obligados a huir de sus países a causa de la guerra, como las de Siria,
Afganistán o Somalia, Ucrania, entre otras.
Menores, conflictos armados y la importancia de la educación
en contextos de emergencia
En el mundo hay 60 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y desplazarse dentro de su país a zonas más seguras, o bien cruzar fronteras rumbo a países en paz. La mitad son menores. De este total de niños y niñas, más de un 36% no tiene acceso a la escuela. Esta proporción es especialmente preocupante en los Estados Árabes, donde alcanza el 87%, como consecuencia, en gran medida, de las graves secuelas que el conflicto sirio está causando en la vida de los niños y niñas del país. De los 4,8 millones de niños sirios en edad escolar, aproximadamente 2,2 millones están sin escolarizar dentro del país.
Además, hay en el mundo 230 millones de niños y niñas que,
sin haber abandonado sus hogares, viven en países afectados por conflictos
armados.
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