Hoy 20 de abril la iglesia conmemora a San Telmo -Predicador
Nació en la villa de Frómista, cerca de Palencia, en el
año 1180 de padres muy cristianos y de familia distinguida. Su nombre era Pedro
González Telmo, pero el pueblo lo llamaba Telmo, y como San Telmo ha sido
invocado siempre por sus devotos que han conseguido de él muchos favores. En
momentos de especial peligro los marineros han gritado: "San Telmo
bendito, ayúdame", y han recibido ayudas que nadie ha podido explicar.
Siendo sobrino del obispo de Astorga, este le costeó la educación religiosa para que se hiciera sacerdote, y una vez ordenado lo nombró presidente de los canónigos de esa ciudad. Después de haberse preparado muy cuidadosamente en la comunidad de los dominicos para dedicarse a la predicación, empezó sus sermones por pueblos y ciudades con gran aceptación de las gentes. Tenía que predicar en las plazas porque la gente no cabía en los templos. Su voz era sonora, su pronunciación perfecta y su estilo directo.
Llamaba la atención por su humildad y celo apostólico. Parecía un niño y encerraba un horno de fuego en su corazón. La obediencia le destinó a misionar por los pueblos, a predicar con fuego la Palabra de Dios. Recorrió muchas ciudades de España y Portugal dejando siempre atónitos a cuantos le contemplaban por el fuego que brotaba de sus labios y por la austeridad de vida que le acompañaba.
El Señor empezó a obrar por su medio toda clase de milagros en mar, tierra y aire. Cuantos se encomendaban a su poderosa intercesión notaban muy pronto su valioso auxilio. Para él el mundo era un mar de calamidades y había que trabajar para salir airosos de este mar embravecido con el ejemplo de la vida, y practicando la virtud.
Como sacerdote se dedicó a ser padre de los pobres, amigo
de todos, consejero de los que necesitaban ser aconsejados, corregidor de
vicios, pacificador de peleas y riñas y buen ejemplo para todos de una vida sin
mancha y llena de espíritu y sacrificio y oración.
En la Semana Santa a principios de abril al predicar un
sermón se despidió de sus oyentes avisándoles que muy pronto pasaría a la
eternidad. No era viejo. Había nacido en 1185 y apenas tenía 55 años. Pero su
salud estaba muy débil a causa de tantos sacrificios y largas horas de estudio
y frecuentísimas predicaciones. Estaba verdaderamente desgastado por tantos
años de esfuerzos por conseguir la gloria de Dios y el bien de las almas y su
propia santificación.
Y el 20 de abril del año 1240, se durmió para este mundo
y despertó para empezar la vida eterna en el cielo.
Y desde entonces empezó una interminable serie de prodigios
conseguidos por su intercesión: acudían en busca de solución de graves
situaciones. Y por muchos años y hasta siglos, los marineros de España y de
Portugal, cuando estaban en gravísimos peligros, lo primero que gritaban era:
"¡San Telmo bendito, protéjanos!". Y cuando las tempestades
arreciaban, los que estaban en alta mar repetían: "Es hora de invocar a
San Telmo bendito".
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