Blog Educativo: Religión Católica. CEIP Luis Palacios Valdepeñas (Cuidad Real)
21 de diciembre de 2025
¡FELIZ NAVIDAD!
- Qué es la Navidad?
- Los Orígenes de la Navidad
- Tradiciones y Costumbres
- Y nació de María Virgen...
- Los Reyes Magos
La Epifanía
- Epifanía: La manifestación del Señor
- La Epifanía (artículo de la Enciclopedia Católica)
- Los Reyes Magos (artículo de la Enciclopedia Católica)
- La arqueología hace revelaciones sobre los Reyes Magos
- Dios ha manifestado su salvación en todo el mundo
- Lectura del día
Recursos
- Calendario Litúrgico de Navidad
- Rompecabezas sobre Navidad
- Villancicos
- Historias Urbanas
- ¿Quién es Santa Claus o Papá Noel?
- Tarjetas Virtuales
Documentos
Liturgias
- Bendición del Árbol Navideño
- Liturgia de Navidad
- Novena de Navidad
- Oración para rezar en familia ante el Pesebre en Nochebuena
- Y el discípulo la acogió en su casa...
Los Santos y la Navidad
- De las cartas de San Atanasio, Obispo
- De los capítulos de las cinco centurias de San Máximo Confesor, Abad
- De los sermones de san Agustín, obispo
- De los sermones de San Bernardo, abad
- De los sermones de San León Magno
- De los sermones de San León Magno
- De los sermones de San León Magno
- De los sermones de San Pedro Crisólogo, Obispo
- De los sermones de San Proclo de Constantinopla, Obispo
- De los Tratados de San Agustín sobre el Evangelio de San Juan
- Del comentario de San Cirilo de Alejandría sobre el Evangelio de San Juan
- Del libro de San Basilio Magno, Obispo, sobre el Espíritu Santo
- Del tratado de san Hipólito, presbítero Refutación de todas las herejías
IV DOMINGO DE ADVIENTO 2025 - CICLO A
Abrimos la última parte de la ventana del Adviento, la
ventana de nuestra vida. Necesitamos abrir de par en par el corazón, dejar que
entre la luz nueva que ilumina lo que aún está oscuro, limpiar lo que nos
impide ver y permitir que el VIENTO del Adviento renueve lo que está cansado o
roto.
Este domingo, al abrir el último cuarto de la ventana,
descubrimos a SAN JOSÉ, el hombre silencioso y fiel, que se apoya en el bastón
de la fe, que escucha a Dios incluso cuando no entiende bien lo que ocurre. Él
abre su propia ventana interior, deja que entre la luz del Espíritu y acepta
con fe el misterio de Jesús.
Con alegría, encendemos la cuarta vela y decimos: “Señor
Jesús, queremos estar despiertos para cuando Tú llegues.”
ORACIÓN PARA ENCENDER EL CUARTO CIRIO DE ADVIENTO
Señor Jesús,
en este cuarto domingo de Adviento
encendemos la cuarta vela.
Te presentamos a San José,
hombre silencioso y fiel,
que abrió su corazón a tu palabra
y acogió tus planes superando su miedo.
Él supo limpiar los cristales de su mente y de su
corazón,
y confió en tu Palabra cuando todo parecía incierto.
Ayúdanos a apoyarnos, como San José, en el bastón de la
fe
para acoger a Jesús con la misma humildad y prontitud.
Que tu viento del Adviento
acabe de limpiar lo que oscurece nuestro corazón
y nos prepare para recibirte con alegría.
Haznos sembradores de paz
en nuestra familia, en la escuela,
en nuestro barrio y allí donde estemos.
Ven, Señor Jesús, Emmanuel, quédate con nosotros
y transforma nuestra vida con tu luz. Amén.
PETICIONES DE PERDÓN
Comenzamos la celebración, pidiendo perdón al Señor, por
no vivir la alegría de su venida y de su presencia en nuestras vidas.
• Por todas las veces en que vivimos cada uno por nuestro
lado, sin pensar en los demás. Señor ten piedad.
• Por todas las veces en que nos aislamos y no queremos
participar en las cosas que se organizan, Cristo ten piedad.
• Por todas las veces en que no consolamos ni ayudamos a
los que están tristes y nos necesitan, Señor ten piedad.
VER:
Comenzábamos el tiempo de Adviento diciendo que es como
cuando abrimos una ventana por la mañana para que entre la luz nueva y el aire
fresquito que lo cambia todo. Por eso, durante el Adviento hemos tenido delante
el dibujo de una ventana, que hemos ido abriendo cada domingo.
Decíamos también que, si en nuestra casa no abrimos las
ventanas y estamos con las persianas bajadas, el aire no huele bien, la casa
está oscura, se hacen humedades, no vemos bien para limpiar… Y aunque nosotros
no lo notemos, si llega alguien de visita sí que lo nota.
Eso mismo ocurre con nuestra alma: a veces la tenemos
como cerrada y con la persiana bajada. Esto ocurre cuando no rezamos, cuando no
participamos en la Eucaristía, cuando nuestro comportamiento no es conforme a
lo que Jesús nos enseña… Y cuando esto ocurre, lo que hacemos y pensamos “no
huele bien”, el pecado va dejando telarañas y suciedad en nuestra alma… Y nosotros
no nos damos cuenta, pero los demás sí que lo notan.
En Navidad celebramos que Jesús viene a visitarnos. Por
eso, para recibirle bien, hemos estado “ventilando” nuestra alma y “limpiando
los cristales”, es decir, nuestra mirada. Así hemos podido ver mejor la
“suciedad y telarañas”, es decir, el pecado, para poderlo limpiar con el
Sacramento de la
Reconciliación. Y, además, hemos dejado entrar el “aire
limpio” del Espíritu Santo, que renueva y oxigena nuestra alma.
Y así nos hemos preparado bien para recibir la visita de
Jesús.
JUZGAR:
La Palabra de Dios, cada domingo de Adviento, nos ha
ayudado a abrir cada vez más la ventana de nuestra vida y a ir limpiando todo
lo que nos impide ver bien a Jesús, que viene a nosotros.
El primer domingo, con el ejemplo del relato de Noé, se
nos invitaba a no estar “adormilados” e identificar qué cosas me hacen estar
distraído, y nos proponíamos rezar al comenzar el día o al terminarlo, o leer
el
Evangelio, y no faltar ningún domingo a la Eucaristía,
porque sabemos que viene Jesús y hemos de estar preparados.
El segundo domingo, con la llamada de Juan el Bautista a
convertirnos, nos propusimos identificar qué “desorden” y qué “trastos” hay en
nuestra vida que nos impiden acoger bien a Jesús. Y decíamos que, con la fuerza
del Espíritu y sus dones, nos iremos “convirtiendo”, nos iremos renovando por
dentro y haremos como el saltamontes, no dejaremos que los obstáculos nos
detengan. Y así estaremos preparando y allanando bien el camino para recibir a
Jesús.
La semana pasada decíamos que, ante el ya próximo
nacimiento de Jesús, teníamos que preparar con paciencia la “canastilla” con
todo lo que vamos a necesitar para celebrar su nacimiento. Y que no se trataba
de hacer más cosas, sino de hacer mejor lo que ya estoy haciendo para que en mi
vida entre el viento del Adviento, revisando los compromisos de las semanas anteriores
y viendo si los estoy cumpliendo o necesito hacer algunos ajustes.
Y también preparábamos la “canastilla” con obras de amor,
gestos de misericordia… que vemos a nuestro alrededor y que nosotros mismos
también podemos hacer.
Y esta semana abrimos la última parte de la ventana del
Adviento y vamos a limpiar el último cristal. Y nos encontramos con José, el
esposo de María.
Hemos escuchado que José “era justo”. Esto significa que
era un hombre de fe, y que toda su vida “se ajustaba” a Dios, procuraba hacer
siempre lo que Dios le pide. Siguiendo con nuestro ejemplo, podríamos decir que
José tenía la ventana de su vida bien abierta, y los cristales muy limpios, y
que lo vería todo claro y bien.
Pero José se ha encontrado con una situación que no
comprende: su novia, María, está esperando un hijo, pero ellos todavía no viven
juntos…
Y de repente José siente como si por la ventana de su
vida dejase de entrar la luz de Dios: está confundido, se siente herido en su
corazón, sin entender lo que ocurre, no ve claro lo que está ocurriendo, lo ve
todo borroso…
Pero José no “cierra la ventana”, José no se encierra en
sí mismo, sino que sigue abierto a Dios, y por eso puede volver a entrar la
luz, cuando el ángel le dice: “No temas acoger a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo…”
Y, como José conocía la Escritura, se acuerda de lo que
había dicho el profeta Isaías, y que hoy hemos escuchado en la primera lectura:
“La virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre
Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”” Y así puede
creer que lo que está ocurriendo es lo que Dios había prometido, y por eso,
deja pasar la luz del Espíritu, se fía de Dios y acoge a María y a su Hijo.
ACTUAR:
Ya hemos abierto completamente la ventana de nuestra vida
para dejar que entre la Luz de Dios y el viento del Espíritu, y ya hemos
limpiado nuestra mirada para distinguir los signos de la presencia de Jesús. El
ejemplo de San José nos da varias pistas para vivir bien la Navidad, para
acoger a Jesús:
Lo primero, revisar si nosotros “somos justos”, si
nuestras palabras y obras “se ajustan” a lo que Dios nos pide en el Evangelio.
También podemos pensar cómo reaccionamos cuando ocurre
algo en nuestra vida como lo que le ocurrió a José, algo que nos descoloca (un
problema, un contratiempo, un desengaño…) para ver si nos cerramos en banda o
permanecemos abiertos a Dios, aunque no veamos claro lo que ocurre ni qué
hacer.
Y gracias San José nos damos cuenta de lo importante que
es conocer la Palabra de Dios, para tenerla presente y ver cómo ilumina todas
las situaciones por las que pasamos, las buenas y también las difíciles, y
comprobar si tenemos fe, si nos fiamos de lo que Dios nos dice en su Palabra,
aunque a veces sigamos sin tenerlo todo claro.
Ya estamos a punto de celebrar la Navidad: la ventana de
nuestra vida está completamente abierta y ya vemos al Niño Dios. Como ha dicho
Isaías, celebramos que Jesús es el “Dios-con-nosotros”, el Dios que quiere
estar con nosotros en todos los momentos y circunstancias de la vida.
Tengamos presente la imagen de la ventana durante estos
días y recordemos lo que hemos ido diciendo, para que nuestra vida, como la de
san José, siga siempre bien abierta a Dios para que entre su Luz, que es
Jesús, su Hijo, que nace una vez más entre nosotros para
que tengamos su misma Vida.
SAN PEDRO CANISIO
Este santo, llamado "el segundo evangelizador de Alemania", es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.
Nació en Nimega, Holanda en 1521. A los 19 años, consiguió la licenciatura en teología, y para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía. Sin embargo, tras realizar algunos Ejercicios Espirituales con el Padre Favro, que era compañero de San Ignacio, se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.
Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia, Alemania, dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. Fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes.
San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que el pueblo pudiese entender. Logró redactar dos Catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas y en Alemania se propagaron por centenares y millares.
En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable, y a quien le recomendaba descansar un poco le respondía: "Descansaremos en el cielo".
Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. Además, ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era más católico. San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. se propuso formar una asociación de escritores católicos.
Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: "Mírenla, ahí esta. Ahí está". Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo.
El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.
20 de diciembre de 2025
SANTO DOMINGO DE SILOS
19 de diciembre de 2025
BEATO URBANO V y SANTA EVA
Una de las épocas más difíciles para la Iglesia Católica fue "El destierro de Avignon, o destierro de Babilonia". Durante este periodo los Papas tuvieron que salir de Roma, a causa de las continuas e insostenibles revoluciones. Se establecieron en Avignon, una ciudad francesa, poco después del año 1300.
Entre todos los Papas que vivieron en Avignon estaba San Urbano V.
Nació en Languedoc, Francia, en 1310. Hizo sus estudios universitarios y entró de monje benedictino. Fue superior de los principales conventos de su comunidad y como tenía especiales cualidades para la diplomacia. Los Sumos Pontífices que vivieron en Avignon lo emplearon como Nuncio o embajador.
Estaba de Nuncio en Nápoles cuando llegó la noticia de que había muerto el Papa Inocencio VI y que él había sido nombrado nuevo Sumo Pontífice. Y no era ni obispo menos cardenal. En sólo un día fue consagrado obispo, y coronado como Papa.
Como Sumo Pontífice se propuso acabar con los abusos que existían. Quitó los lujos de su palacio y de sus colaboradores. Se preocupó por obtener que el grupo de sus empleados en la Corte Pontificia fuera un verdadero modelo de vida cristiana.
Entregó los principales cargos eclesiásticos a personas de reconocida virtud y luchó fuertemente para acabar con las malas costumbres. Al mismo tiempo trabajó seriamente para elevar el nivel cultural del pueblo y fundó una academia para enseñar medicina.
Con la ayuda de los franciscanos y de los dominicos emprendió la evangelización de Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania, y hasta logró enviar misioneros a la lejana Mongolia. Lo más notorio de este santo Pontífice es que volvió a Roma, después de que ningún Papa lo había hecho desde hacía más de 50 años. Al llegar a Roma no pudo contener las lágrimas. Las grandes basílicas, incluso la de San Pedro, estaban casi en ruinas. La ciudad se hallaba en el más lamentable estado de abandono y deterioro.
Urbano V con sus grandes cualidades de organizador, emprendió la empresa de reconstruir los monumentos y edificios religiosos de Roma. Estableció su residencia en el Vaticano (donde hasta hoy viven los Pontífices). También se dedicó a restablecer el orden en el clero y el pueblo.
Pero las revoluciones se dieron nuevamente, y Urbano, que se encontraba bastante enfermo, dispuso irse otra vez a Francia en 1370. Santa Brígida le anunció que si abandonaba Roma moriría. El 5 de diciembre salió de Roma y el 19 de diciembre murió.
Como dice el Génesis, en que aparece el nombre de Eva con su interpretación, Eva significa "Madre de todos los mortales". Es una gran distinción que la mujer, desde el principio, aparezca en la Biblia con un nombre que la ennoblece. No es pareja en este aspecto la fortuna de Adán, puesto que mantiene como nombre propio su nombre común, cuya forma es Adam y significa hijo de la tierra de labor, o incluso la misma tierra labrantía, la tierra roja. El nombre común de mujer, como dice la misma Biblia es Adama, pero Dios quiso honrarla con el nombre de Eva. Con ser tan significativo este nombre, no se ha extendido de forma considerable su uso hasta nuestros días, en que goza de popularidad.
Eva es la madre del género humano, por lo que ocupa un lugar muy importante en los libros sagrados en que se asientan los cimientos de nuestra cultura. En el inicio de la humanidad tenía que quedar explicado nuestro presente. Por eso la Biblia nos presenta a una primera mujer, Eva, que es el punto de partida de la mujer de hoy. Punto de partida de una humanidad que va con fuerza hacia delante, y en el que la mujer está recuperando el terreno perdido. Explica, pues, la Biblia en el Génesis, que "Adán dio nombres a todos los animales y a todas las aves del cielo, y a cada una de las bestias del campo; pero que no encontraba una compañera para él. Por lo que sumió el Señor Dios a Adán en un profundo sueño, y quedó dormido. Y tomó una de sus costillas y la rellenó de carne. Y de la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, hizo una mujer y se la presentó a Adán, quien exclamó: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mis carnes. Ella se llamará Varona porque ha sido formada del varón." (Génesis, 2 20-23). Hay que decir que entre todas las mitologías que narran el origen del hombre y de la mujer, la historia bíblica de Eva es de las más bellas, de las que encierran un concepto más alto de la mujer. La Eva bíblica es, en efecto, incluido el relato de la manzana (interpretación simplificada de un mensaje más complejo), una mujer en plano de igualdad con el hombre, un modelo de mujer extraordinariamente atractivo en una época en que apenas se estaba iniciando su salida de la esclavización a que había sido sometida (no olvidemos que aún hoy en algunas culturas la condición de la mujer se acerca excesivamente a la esclavitud). De ahí que la figura de Eva haya sido altamente mitificada y se haya convertido en una de las imágenes más representadas en toda la historia de la pintura, y en un tema que no falta en ningún códice miniado.
Celebran su onomástica las que llevan el nombre de Eva el 19 de diciembre, en que la Iglesia conmemora a la idealizada madre de toda la humanidad, que bien se ganó la gloria del Paraíso.
18 de diciembre de 2025
SANTA MARÍA DE LA O - NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA Y SAN MODESTO
El 18 de diciembre se celebraba en España la fiesta mariana de la "espera del parto" (Exspectatio Partus), establecida en esa fecha por el décimo Concilio de Toledo (656). A esa fiesta se le llamaba "Santa María de la O" porque después de rezar la oración de la tarde (Vísperas, ver: Liturgia de las Horas), el coro sostenía una larga "O". Esta representaba la gran expectación del universo por la venida del Mesías. La "O" expresa actitud de maravilla, expectativa y esperanza por la venida del Mesías (Tamayo, Mart. Hisp., VI, 485).
Este santo es especialmente reconocido por la Iglesia Católica ya que restauró los templos de los Santos Lugares en Jerusalén, después del terrible destrozo que hicieron allí los persas.
En el año 600 el rey persa Cosroes, pagano y enemigo de la religión católica invadió Tierra Santa en Palestina, y ayudado por los judíos y samaritanos fue destruyendo y quemando sistemáticamente todo lo católico: templos, casas religiosas, altares, etc. Mandó matar a millares de cristianos en Jerusalén, a muchos otros los vendió como esclavos y, a otros, los desterró sin piedad. Uno de ellos fue el Arzobispo de Jerusalén, San Zacarías, y fue San Modesto, superior de uno de los conventos de Tierra Santa al que Dios llamaría para reconstruir los templos. Heráclito, el nuevo gobernante, logró alejar a los persas de la ciudad, situación que el santo aprovechó para comenzar el proyecto de reconstrucción, para lo que contó con la ayuda de sus monjes a recoger.
Lo primero que reconstruyó fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní o el Huerto de los Olivos y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo.
El Arzobispo Zacarías había muerto en el destierro, y el emperador Heráclito nombró como sucesor de éste a San Modesto. Lo nombró Patriarca Arzobispo de Jerusalén, siendo una elección muy oportuna, porque entonces sí tuvo facilidad para dedicarse a reconstruir los centenares de templos y demás lugares santos destruidos por los bárbaros. Modesto continuó incansable su labor de reconstruir templos, conseguir contribuciones e inspeccionar los trabajos en los diversos sitios.
Murió el 18 de diciembre mientras llevaba un valioso cargamento de ayuda para la restauración de los santos lugares, fue envenenado por unos perversos para poder robarle los tesoros que llevaba.
17 de diciembre de 2025
SAN LÁZARO
Lázaro es un nombre significativo en el idioma de Israel. Quiere decir: "Dios es mi auxilio". El santo de hoy se ha hecho universalmente famoso porque tuvo la dicha de recibir uno de los milagros más impresionantes de Jesucristo: su resurrección, después de llevar cuatro días enterrado.
- Biografía de San Lázaro
- Oración a San Lázaro para peticiones urgentes y desesperadas
- San Lázaro en la Enciclopedia Católica
16 de diciembre de 2025
SANTA ADELAIDA
Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos. El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.
Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.
Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.
Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".
Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas.
Murió el 16 de diciembre del año 999.
15 de diciembre de 2025
SANTA MARÍA DE LA ROSA
Nació en Brescia (Italia) en 1813, y al cumplir los 17 años, consagró su vida al servicio de obras de caridad. En la finca de sus padres fundó con las campesinas de los alrededores una asociación religiosa que las hizo crecer y madurar en la fe católica.
En su parroquia organizó retiros y misiones especiales para las mujeres. En 1836 llegó la peste del cólera a Brescia. Después de la peste, como habían quedado tantas niñas huérfanas, el municipio formó unos talleres artesanales y los confió a la dirección de María de la Rosa que apenas tenía 24 años pero que gozaba de la estima y confianza de toda la ciudad. Desempeñó ese cargo con gran eficacia durante dos años, y luego se dedicó a organizar su propia obra abriendo un internado para las niñas huérfanas o muy pobres. Poco después inauguró también un instituto para niñas sordomudas.
En 1840 se fundó en Brescia una asociación de mujeres piadosas para atender a los enfermos de los hospitales y nombraron como superiora a Santa María de la Rosa. Las mujeres que pertenecían a la asociación se llamaban Doncellas de la Caridad. Al principio sólo eran cuatro jóvenes, pero a los tres meses ya eran 32. Muchas personas admiraban la obra que las Doncellas de la Caridad hacían en los hospitales, atendiendo a los más abandonados y enfermos de gravedad. En 1850 se fue a Roma y obtuvo que el Papa Pío Nono aprobara su consagración.
Murió el 15 de diciembre de 1855.
14 de diciembre de 2025
III DOMINGO DE ADVIENTO 2025 - CICLO A
Queridos niños y niñas, en este tercer domingo de
Adviento la Iglesia nos invita a la alegría, y por eso el color litúrgico se
vuelve rosa, como un amanecer que anuncia que la luz está ya muy cerca.
En este Adviento, estamos abriendo cada domingo la ventana
de nuestra vida, dejando entrar la luz nueva de Dios y el viento del Espíritu
que renueva y oxigena nuestra vida. Hoy, al abrir un poco más esa ventana, descubrimos
a GABRIEL, el mensajero de la Buena Noticia. Él nos recuerda que el Señor
viene, que María se prepara, y que nosotros también debemos preparar la
canastilla del corazón para acoger al Salvador.
Que el viento del Adviento despeje nuestra alma de
telarañas y limpiemos los cristales de nuestra mirada para que podamos ver con
claridad la Luz que se acerca. Comencemos esta Eucaristía con gratitud y
confianza, encendamos la tercera vela, y decimos: “Señor Jesús, queremos estar
despiertos para cuando Tú llegues.”
ORACIÓN
PARA ENCENDER EL TERCER CIRIO DE ADVIENTO
Señor Jesús,
hoy abrimos todavía más la ventana del Adviento
para que entre tu luz de alegría.
Ya hemos despertado con Noé,
a hemos empezado a cambiar con Juan Bautista.
Ahora queremos que nazca en nosotros
la alegría verdadera,
esa que viene solo de Ti.
Encendemos la tercera vela
como un pequeño fuego de esperanza,
porque tu luz ya es más grande que nuestra oscuridad
y nos invita a alegrarnos porque los signos de tu Reino
Ya están entre nosotros.
Señor Jesús,
haz que esta luz alegre
y prepare nuestro corazón
para tu llegada.
Ven, Señor Jesús,
y enciende en nosotros la alegría que no se apaga. Amén.
PETICIONES
DE PERDÓN
Jesús quiere entrar, pero a veces no le abrimos. Por eso,
le pedimos perdón:
• Señor: cuando llamas a nuestra puerta, a veces ni te
escuchamos. Por eso te decimos. Señor, ten piedad.
• Señor: Tú vives en los pobres y necesitados, pero a
veces ni nos damos cuenta. Por eso te decimos.
Cristo, ten piedad.
• Señor: No te vemos en los demás porque miramos
demasiado a las cosas materiales. Por eso te decimos.
Señor, ten piedad.
VER:
Comenzábamos el tiempo de Adviento diciendo que es como
cuando abrimos una ventana por la mañana para que entre la luz nueva y el aire
fresquito que lo renueva todo. Por eso, durante el Adviento tenemos delante el
dibujo de una ventana, que vamos abriendo cada domingo.
Decíamos también que, si en nuestra casa no abrimos las
ventanas y estamos con las persianas bajadas, el aire no huele bien, la casa
está oscura, se hacen humedades, no vemos bien para limpiar… Y aunque nosotros
no lo notemos, si llega alguien de visita sí que lo nota.
Eso mismo ocurre con nuestra alma: a veces la tenemos
como cerrada y con la persiana bajada. Esto ocurre cuando no rezamos, cuando no
participamos en la Eucaristía, cuando nuestro comportamiento no es conforme a
lo que Jesús nos enseña… Y cuando esto ocurre, lo que hacemos y pensamos “no
huele bien”, el pecado va dejando telarañas y suciedad en nuestra alma… Y nosotros
no nos damos cuenta, pero los demás sí que lo notan.
En Navidad celebramos que Jesús viene a visitarnos. Por
eso, para recibirle bien, antes hemos de “ventilar” nuestra alma y “limpiar los
cristales”, es decir, nuestra mirada. Cuando una ventana tiene los cristales sucios,
no se ve bien a través de ella; del mismo modo, si nuestra mirada no está
“limpia”, tampoco podremos ver bien a los demás ni podremos distinguir bien a
Jesús cuando venga.
Cuando vamos abriendo la ventana de nuestra vida y
limpiando nuestra mirada, podemos ver mejor la “suciedad y telarañas”, es
decir, el pecado, para poderlo limpiar con el Sacramento de la Reconciliación.
Y, además, también entra el “aire limpio” del Espíritu
Santo, que renueva y oxigena nuestra alma.
Y así estaremos bien preparados para recibir la visita de
Jesús.
JUZGAR:
La Palabra de Dios, cada domingo de Adviento, nos va a
ayudar a que abramos la ventana de nuestra vida y vayamos limpiando todo lo que
nos impide ver bien a Jesús, que viene a nosotros.
El primer domingo, con el ejemplo del relato de Noé, se
nos invitaba a no estar “adormilados” e identificar qué cosas me hacen estar
distraído: pensar mucho en los regalos, en los adornos, en las comidas, en las fiestas…
y nos proponíamos rezar al comenzar el día o al terminarlo, o leer el
Evangelio, y no faltar ningún domingo a la Eucaristía, porque sabemos que viene
Jesús y hemos de estar preparados.
La semana pasada, con la llamada de Juan el Bautista a
convertirnos, nos propusimos seguir limpiando los cristales de nuestra mirada,
para ver bien, para identificar qué “desorden” y qué “trastos” hay en nuestra vida.
El desorden puede ser que, aunque queremos rezar cada día, o leer el Evangelio,
pero nunca encontramos tiempo y se nos pasa. Nos proponíamos marcarnos una hora
concreta: por ejemplo, 5 minutos antes de comer, o de cenar; o bien, enseguida
que me meto en la cama.
Y los trastos son todo eso que me absorbe demasiado:
móvil, videojuegos, series de televisión, mucho tiempo en el parque jugando… Y
también nos marcábamos un tiempo concreto para todo eso.
Y decíamos que, con la fuerza del Espíritu y sus dones,
nos iremos “convirtiendo”, nos iremos renovando por dentro y haremos como el
saltamontes, no dejaremos que los obstáculos nos detengan en la preparación de
la Navidad. Y así estaremos preparando y allanando bien el camino para recibir
a Jesús.
Esta semana abrimos la tercera parte de la ventana del
Adviento, y en la 1ª lectura, el profeta Isaías sigue poniéndonos delante la
visión del futuro que Dios quiere para todos: “Contemplarán la gloria del
Señor… se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se
abrirán…” Una visión que nos perderemos si no abrimos la ventana de nuestra
vida y no limpiamos los cristales de nuestra mirada.
Por eso, Isaías también nos dice: “Fortaleced las manos
débiles, afianzad las rodillas vacilantes”, para que la esperanza de alcanzar
lo que Dios nos ofrece nos haga prepararnos con más alegría y esperanza.
Y los preparativos para recibir a Jesús no hay que
hacerlos aprisa y corriendo, por eso en la2ª lectura el apóstol Santiago decía:
“Esperad con paciencia hasta la venida del Señor”, y nos ha puesto el ejemplo
de un labrador, que hace lo que tiene que hacer pero sabe esperar a que se
produzca el fruto.
También nosotros hemos de tener paciencia al abrir la
ventana de nuestra vida y limpiar nuestra mirada: vamos mejorando pero los
cambios no se producen de inmediato, hay que saber esperar… sin prisa pero sin
pausa, sin despistarnos, como decíamos la semana pasada, porque también ha
dicho Santiago: “El Señor está cerca”.
En el Evangelio, unos discípulos de Juan el Bautista
preguntaron a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?” Parece que estos discípulos todavía no han limpiado bien su mirada
porque no ven claro. Y Jesús les “limpia los cristales” para que se fijen en lo
que tienen delante: “Los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan
limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados”.
La Luz de Jesús ya está ahí, pero ellos no se dan cuenta,
y lo mismo nos puede pasar a nosotros, todavía no sabemos distinguir las
señales de Jesús. Por eso hemos de seguir preparándonos para acogerle.
ACTUAR
En el dibujo de la ventana vemos el ángel que lleva una
canastilla de bebé. Cuando un niño está a punto de nacer, su madre y su padre
preparan “la canastilla”, que contiene lo necesario para cuidar al recién
nacido: pañales, biberón, algo de ropita, alguna crema… Y así, cuando el bebé
nace, no tienen que ir aprisa y corriendo a comprar lo necesario.
Pues hoy a nosotros se nos invita a tener lista la
“canastilla” para el ya muy próximo nacimiento de Jesús. Sin prisa, con paciencia,
pero sin despistarnos, hemos de tener preparado lo necesario para vivir con
alegría el nacimiento de Jesús.
Como ya llevamos unas semanas preparándonos, no se trata
de añadir más cosas a la “canastilla”, sino de hacer mejor lo que ya estoy
haciendo para que en mi vida entre el viento del Adviento. Según lo que nos decía
Isaías, ¿qué he de fortalecer y afianzar? Reviso los compromisos de las semanas
anteriores: rezar al comenzar el día o al terminarlo, leer el Evangelio, no
faltar ningún domingo a la Eucaristía, identificar lo que me absorbe demasiado
y me quita tiempo… y veo si los estoy cumpliendo o necesito hacer algunos ajustes.
Y, para hacer lo que Jesús decía en el Evangelio, también
puedo limpiar más mi mirada para “ver y oír” a mi alrededor las obras de amor,
los gestos de misericordia, las palabras de reconciliación que son signos de
que la Luz de Jesús ya está en nuestro mundo. Y me propongo poner en mi
“canastilla” algún favor, algún gesto de cariño que pueda tener yo con alguien.
Aunque ya parece que “estamos en Navidad”, todavía faltan
unos días. Tengamos paciencia, como decía Santiago, acabemos de abrir la
ventana de nuestra vida para que entre bien el Espíritu Santo y sigamos limpiando
bien los cristales de nuestra mirada, para que la alegría que ya estamos
viviendo este domingo sea aún mayor cuando celebremos la Navidad.























