Con el Domingo de Ramos empieza la Semana Santa. En este día recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.
Cuando Jesús entró a Jerusalén había mucha gente, niños y adultos, algunos de ellos habían estado presentes en los milagros que hizo Jesús y habían escuchado sus parábolas, lo esperaban para recibirlo como un rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.
La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso. Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. (Hosanna significa “¡viva!”).
Jesús fue recibido de esta forma, por que la gente de aquel tiempo tenía la esperanza de que fuera el Mesías que habían esperado desde hacía mucho tiempo.
La Biblia menciona que cuando Jesús llegó a Jerusalén les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó, y así entró a Jerusalén. Esto nos muestra que Jesús no buscaba conquistar la ciudad por la violencia o por la fuerza sino por la humildad y el amor. Por eso entró montado en burrito y fue recibido por los niños y los humildes de corazón. Esta es la manera de actuar de Jesús, quiere que nosotros lo amemos y lo sigamos, pero no por la fuerza, sino como una respuesta de amor.
Durante la celebración del Domingo de Ramos se conmemoran dos hechos importantes:
1. La vida o triunfo de Jesús mediante la procesión de los ramos.
2. La muerte de Jesús con la lectura de la Pasión.
Procesión de los ramos
Hay que tener en cuenta que lo importante de esta celebración no son los ramos, sino la celebración del triunfo de Jesús.
La procesión suele comenzar en alguna iglesia secundaria, distinta a aquella donde se realizará el resto de la celebración. Esto simboliza la entrada de Jesús a Jerusalén, la cual es representada por el templo principal. Si no hay iglesia secundaria, se puede iniciar en otro lugar o hacer una entrada solemne desde el fondo del templo.
El rito comienza con la bendición de los ramos y después se hace una lectura del evangelio.
La lectura de la Pasión
A la procesión sigue inmediatamente la eucaristía y en el evangelio se proclama la lectura de la Pasión del Señor, que nos viene a recordar todo lo que vivió Jesús a partir de la celebración de la Última Cena con sus discípulos, su aprensión, el camino de la Cruz, su muerte y su resurrección.
Con esta lectura, pasamos del gozo de los Ramos al dolor de la Pasión. El motivo de leer este Evangelio no es únicamente recordarnos cómo ocurrieron los hechos, sino sobre todo, resaltar que el triunfo de Jesús en el Domingo de Ramos es signo de su triunfo definitivo. Los ramos nos muestran que Jesús va a sufrir, pero como vencedor; va a morir pero para resucitar.
¿Qué hacer con los ramos?
Al terminar la misa, podemos llevamos los ramos benditos para colocarlos en algún lugar del hogar, y recordar así que Jesús es nuestro rey y darle la bienvenida a nuestra casa. Se puede rezar la siguiente oración en familia:
“Bendice Señor nuestro hogar y haz que Jesús y la Virgen María reinen en él y nos enseñen a amarnos para que en nuestra familia haya paz, amor y respeto. Amén”.
Las palmas que se quedan en el Templo, se queman y sus cenizas se utilizan el miércoles de ceniza del siguiente año.
Bendición de Ramos, en el Vaticano
Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén
Bendición de Ramos, en el Vaticano
Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén
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