En este día recordamos la última cena de Jesús con sus apóstoles, en la que les lavó los pies dándonos ejemplo de servicialidad y humildad. También instituyó la Eucaristía y el sacerdocio. Al terminar se fue a orar al Huerto.
Los grandes hechos del Jueves Santo son: la institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal, el mandato del Señor sobre la caridad fraterna, la oración en el Huerto de Getsemaní.
El Jueves Santo Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la Pascua en una cena especial en la que lavó los pies a sus discípulos. Con las palabras “Haced esto en memoria mía” al convertir el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre, es el momento en que instituye la Eucaristía para demostrarles a sus discípulos cuánto les amaba, para dar ejemplo de humildad y amor, y para quedarse con nosotros por siempre.
Llegada la noche, Jesús se retiró junto con Pedro, Santiago y Juan a orar al Huerto de Getsemaní. Es ahí donde Jesús acepta cargar con los pecados de toda la humanidad antes de su pasión. Fue inmensa su agonía, sufría a tal grado que sudó gotas de sangre. Aún así, acepta seguir adelante: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”.
Seguramente sabía que pronto le iban a apresar. Y así sucedió. Un gran número de hombres armados con espadas y garrotes, con Judas Iscariote a la cabeza, llegaron al lugar. Judas, el apóstol que lo vendió por 30 monedas de plata, se acercó a Jesús y lo besó, así pudieron aprehender a Jesús.
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