Nació en Pedro Abad, Córdoba, en 1850. A la edad de 15 años había hecho
voto de castidad perpetua, e intensificó su piedad y obras de caridad.
Con la ayuda de Mons.
Ceferino González, la santa y su hermana Dolores fundan el Instituto de
Adoradoras del Santísimo Sacramento e Hijas de María Inmaculada, pero al poco
tiempo se traslada junto con otras 16 religiosas a Madrid, donde se les concede
la aprobación diocesana en 1877, y 10 años más tarde, el Papa León XIII aprueba
la Congregación con el nombre de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.
Pronto se multiplicaron
las fundaciones de nuevas casas: obras de apostolado y adoración reparadora. En
la base de todo estaba la altísima y continua oración, que la M. Rafaela vivía
e infundía en sus hijas, y sus heroicas virtudes, sobre todo la profundísima
humildad, tanto que alguien llamó a la Madre "la humildad hecha
carne".
Sin embargo, surgen
pronto las desconfianzas, las incomprensiones, el arrinconamiento, el largo y
absoluto olvido; graves dificultades que surgieron en el gobierno, la movieron
a renunciar a favor de su hermana Dolores. Durante 30 años permaneció en el
aislamiento, realizando duros trabajos y sufriendo pacientemente terribles
humillaciones.
El Año Santo 1925
falleció, en 1952 fue beatificada y el 23 de enero de 1977 la canonizaron.
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