Cuando
San Ceferino ascendió al Pontificado, en el año 199, nombró a Calixto
superintendente del cementerio cristiano de la Vía Apia, que se llama
actualmente cementerio de San Calixto. Se dice que el santo ensanchó el
cementerio y suprimió los terrenos privados; probablemente fue esa la primera
propiedad que poseyó la Iglesia. San Calixto fue ordenado diácono por San
Ceferino y llegó a ser su íntimo amigo y consejero.
San
Calixto fue elegido por la mayoría del pueblo y el clero de Roma para suceder a
San Ceferino.
Los
rigoristas encabezados por San Hipólito, se quejaban de que San Calixto hubiese
determinado de que el hecho de cometer un pecado mortal no era razón suficiente
para deponer a un obispo; que hubiese admitido a las órdenes a quienes se
habían casado dos o tres veces y que hubiese reconocido las legitimidad de los
matrimonios entres los esclavos y mujeres libres, lo cual estaba prohibido por
la ley civil. Por otra parte, Chapman llega a decir que el santo fue una gran
defensor de la sana doctrina y de la disciplina.
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